Cuando Europa descubri¨® el Mediterr¨¢neo
La cumbre de Barcelona lanzar¨¢ el dise?o de una regi¨®n econ¨®mica articulada y una din¨¢mica de cooperaci¨®n
![Xavier Vidal-Folch](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Faedae0bb-0d6e-459f-9dfe-2706e5fe4722.png?auth=a063b8a6c517022901a88a95f4c1505572e8da3a560efb661a27e9349d5e2921&width=100&height=100&smart=true)
"Da Oriente a Occidente in ogni punto ¨¨ divisione". As¨ª, fragmentado en todos sus rincones, ve¨ªa el Mediterr¨¢neo Leonardo Da Vinci. Este mar, flujo y frontera, comunica y divide, concita guerra y paz. "En ninguna parte del mundo existe tanta confluencia cultural diferente, tantas identidades contrastadas, tantas ra¨ªces religiosas opuestas" desglosa Jack Lang. Este magma de desigualdades, ideas y sangre a¨²n caliente en Argelia, Israel y el C¨¢ucaso es lo que Europa pretende convertir en espacio articulado de paz pol¨ªtica y progreso econ¨®mico.Dentro de una semana se abre la Conferencia Euromediterr¨¢nea de Barcelona. Por vez primera se juntar¨¢n los ministros de Exteriores de los Quince que asoman a la ribera norte y de los Doce -de Marruecos a Turqu¨ªa- que flanquean la cuenca sur. La convocatoria, lanzada por iniciativa de la Uni¨®n Europea (UE), pretende dar fe de una voluntad com¨²n, organizar ese espacio y desencadenar una din¨¢mica de in¨¦dita asociaci¨®n multilateral.
?Descubre ahora Europa el Mediterr¨¢neo? Casi. Hasta hace muy poco la UE manten¨ªa unas relaciones bilaterales con casi todos los pa¨ªses ribere?os, sin ambici¨®n de estructurar una regi¨®n, pese a que esta pol¨ªtica se llamaba global: los acuerdos comerciales preferenciales firmados con los pa¨ªses del Magreb en los sesenta y re?ovados en los setenta dieron entrada a sus -modestas- exportaciones industriales, pero sin reciprocidad. Unos t¨ªmidos protocolos financieros vehiculaban una cooperaci¨®n econ¨®mica cl¨¢sica.
De repente, el mundo tembl¨®. Cay¨® el muro de Berl¨ªn. De un mundo dividido en dos polos se iba a pasar a un orbe ¨²nico -la gl¨®balizaci¨®n pol¨ªtica, pero tambi¨¦n financiera- al mismo tiempo despiezado: la fragmentaci¨®n sobre la que germinar¨ªan semillas de agrupaciones regionales, en el Pac¨ªfico, Am¨¦rica del Norte. Toda la atenci¨®n europea se volc¨® en los hermanos del Este separados por el tel¨®n de acero, urgencia dem¨®cr¨¢tica obligaba.
Para el Sur se pens¨® en 1989-1990 una mejora de los viejos acuerdos, en parte impulsada por el desplazamiento del centro de gravedad de la Comunidad hacia su propio sur, con la integraci¨®n de Esp¨¢?a y Portugal en 1986. Surgi¨® la Pol¨ªtica Mediterr¨¢nea Renovada, que les a?ad¨ªa un apoyo a las reformas econ¨®micas y, sobre, todo, la "cooperaci¨®n descentralizada": programas como los Med-Campus (entre uniersidades de ambas riberas), Med-Urbs (ciudades) o Med-Invest (cient¨ªficos).
Pero la escasa, ambici¨®n y la lentitud de la pol¨ªtica renovada, unidas a la mala digesti¨®n, del, contrachoque petrol¨ªfero en la ribera sur, alumbraron resultados escasos. La relaci¨®n del PIB era de 10 a 1 en 1992: la riqueza del Sur alcanzaba un 5% de la de los vecinos del Norte. Y mientras Europa representaba el 56% d¨¦ las exportaciones y el 52% de las importaciones del Sur, ¨¦ste s¨®lo supon¨ªa para Europa el 8% de sus exportaciones. Adem¨¢s, los intercambios entre los pa¨ªses del Sur apenas alcanzaban el 5% de su comercio total. Las tensiones sociales se multiplicaban al comp¨¢s de los primeros intentos de liberalizaci¨®n econ¨®mica en el Magreb, aumentaba la emigracion, menudeaban los fen¨®menos violentos. El esquema bilateral no funcionaba. Hab¨ªa que buscar otra cosa.
Crec¨ªa en la cuenca sur la angustia por la atenci¨®n de Bruselas hacia el Este y el temor a quedar marginada del ¨²nico im¨¢n modernizador cercano. "L¨¢ g¨¦nesis de la idea de una zona de libre cambio o de un Espacio Euromediterr¨¢neo data de finales de 1991 y es de origen marroqu¨ª", recuerda Eberhard Rhein, alto funcionario de la Comisi¨®n, en el libro colectivo reci¨¦n aparecido Euro-M¨¦diterran¨¦e une r¨¦gion ¨¤ construire Pero los nuevos conceptos -abandonar la cooperaci¨®n cl¨¢sica para pasar a una verdadera asociaci¨®n, primar lo multilateral sobre Io bilateral- no empezaron a tomar cuerpo hasta "que Espa?a retoma la idea y propone una asociaci¨®n euromagreb¨ª", destaca Bichara Jader, profesor en Lovaina y ap¨®stol del mediterranismo.
El Consejo Europeo de Lisboa aval¨® en 1992 la propuesta espa?ola. Pero la situaci¨®n deb¨ªa macerar, hasta que se pusiera el hilo en la aguja. Pudrirse, con la violencia integrista argelina, que recordaba a todos la existencia de un campo de minas en la otra orilla. Despejarse, con los avances del proceso de paz en Oriente Pr¨®ximo, y, sobre todo, con la maduraci¨®n del modelo de acercamiento al Este.
Est¨¦ modelo qued¨® perfilado en 1994 sobre esta base: la UE tratar¨ªa a los pecos (pa¨ªses de Europa Central y Oriental) "de regi¨®n a regi¨®n , y estimular¨ªa sus relaciones mutuas mediante el establecimiento de una zona de libre cambio. Pero no a secas, como ocurri¨® entre EE UU, Canad¨¢ y M¨¦xico, sino con medidas pol¨ªticas -el llamado di¨¢logo estructurado- y financieras -se previeron 7.000 millones de ecus (1,12 billones de pesetas) hasta 1999- que suavizaran los costes del proceso. El esquema desembocar¨ªa en su integraci¨®n a la UE para el a?o 2000.
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