El imperio contraataca
Sal¨ªa yo de casa para comenzar otra jornada en mi arriesgado oficio de intr¨¦pido reportero de investigaci¨®n cuando m¨ª actual esposa me susurr¨® con ese vozarr¨®n que me encanta: "Cari?o, ?a la vuelta me traes un paquete de t¨¢baco?". Se refer¨ªa, claro est¨¢, al tabaco de contrabando que se vende en el metro."Pero, mi amor", le contest¨¦, "?no has visto los m¨²ltiples anuncios en Madrid que, desde hace semanas, avisan sobre los peligros del tabaco de contrabando? Dicen que estos productos van contra ti, contra todos, y recomiendan que siempre se compre tabaco con un precinto especial que 'es tu garant¨ªa de frescura y calidad".
"?Qu¨¦ m¨¢s da?", terci¨® ella. "Cualquier tabaco es veneno, as¨ª que prefiero que por lo menos sea barato".
Aunque mi actual esposa no presta mucha atenci¨®n, dicha publicidad es parte de una reciente campa?a concertada en nuestra ciudad a favor del tabaquismo.
Los escaparates de una tienda de Tabacalera en la calle de Alcal¨¢, cerca del Bellas Artes, llevan cuatro dibujos enormes de una popular caricatura que invitan a fumar.
(Eso s¨ª, no de forma macabra, como en aquella otra campa?a de hace unos lustros: en esos mismos escaparates se colocaron fotos de Humphrey Bogart, Gary Cooper, John Wayne, etc¨¦tera, todos v¨ªctimas del c¨¢ncer, una de las muchas enfermedades provocadas o agravadas por la nicotina).
Y desde hace unas semanas la prensa madrile?a se llena de anuncios -patrocinados por, una multinacional del tabaco- que animan a los fumadores a rebelarse contra jefes o entidades que pretendan limitar su derecho a fumar en los lugares de trabajo. Me parece que es la misma multinacional que hace unos meses public¨® en los principales peri¨®dicos unos planos de las capitales europeas dando a entender que muy pronto los fumadores s¨®lo ser¨¢n tolerados en reducidas zonas urbanas.
Por otra parte, no hay que olvidar aquellas pol¨¦micas afirmaciones del director de Tabacalera en el sentido de que el consumo diario de 15 cigarros hasta podr¨ªa ser beneficioso.
?A qu¨¦ se debe esta campa?a? Sencillamenite, a que las multinacionales y sus lacayos en, Espa?a est¨¢n asustados. En Estados Unidos, dichas compa?¨ªas han sido acusadas de inocular nicotina en los cigarirllos para aumentar la adicci¨®n, y algunos fumadores de toda la vida les han demandado por ser los causantes de su precaria salud. Se ha limitado la publicidad del tabaco y en muchas ciudades s¨®lo se puede fumar en casa o en la Calle. De ah¨ª la campa?a para evitar trabas parecidas en Europa.
(En cambio, parece que hay un mercado con grandes perspectivas en Asia He le¨ªdo que en alg¨²n pa¨ªs asi¨¢tico hasta se crean fumadores j¨®venes ofreci¨¦ndose entradas gratis a conciertos de rock a cambio de paquetes vac¨ªos).
En Espa?a hay una revista mensual que abandera a los fumadores -o por lo menos intenta salvar los puestos de trabajo y buenos sueldos de los que manejan esta industria de la muerte-. Se llama El Fumador, se describe c¨®mo ¨®rgano de comunicaci¨®n del Club de Fumadores por la Tolerancia, y est¨¢ lleno de art¨ªculos y noticias a favor del tabaquismo.
As¨ª es que el n¨²mero actual lleva otro editorial m¨¢s en contra de las pol¨ªticas sanitarias de Estados Unidos y Canad¨¢. Tambi¨¦n se critica a Jordi Pujol por haber odenado "retirar todos los ceniceros de la zona de presidencia del Palau de la Generalitat ( ... ) una forma contundente de decir que no se puede fumar".
Frente a "tanta incongruencia y falta de sentido com¨²n de las campa?as antitabaco", esta revista aboga por "la sabidur¨ªa popular", que, en Espa?a, "contin¨²a consumiendo sus cigarrillos en cifras que superaron las 4.500 cajetillas en 1994, muy cerca del r¨¦cord de 1992".
Se aporta el testimonio de un se?or de 84 a?os que afirma haber fumado desde los 10 (aunque "ya llevo dos o tres meses en los que, al atardecer, experimento una fatiga respiratoria que... me hace pensar con mucho respeto en el espantable espectro del asma"). El presidente de una agencia de publicidad -?tendr¨¢ alguna cuenta de cigarro?- afirma que "fumar con moderaci¨®n es hasta positivo". Un ejecutivo de la industria tabacalera con afici¨®n literaria- m¨¢s afici¨®n que talento- ha producido, un mensaje publicitario disfrazado de relato.
La causa del tabaquismo es apol¨ªtica: se alaba a fumadores empedernidos tan ideol¨®gicamente .Opuestos como Santiago Carrillo y el teniente general Guti¨¦rrez Mellado. Pero ojo: se puede haber ca¨ªdo en un desplante a la Corona (aunque no de la envergadura del de Javier de la Rosa): una noticia da la buena de que la infanta Cristina fuma, y afirma que tambi¨¦n, lo hacen don Juan Carlos, do?a Sof¨ªa y el pr¨ªncipe Felipe. Que tome nota el fiscal general del Estado, por si acaso.
Mas esta dura cruzada por el tabaco no est¨¢ exenta de riesgos; hasta algunos de los guerreros m¨¢s, valientes tienen que caer. La revista trae la triste noticia del fallecimiento de Alfonso G. A., de 65 a?os, "que se hab¨ªa acu?ado en el tabaco canario desde 1960 identific¨¢ndose de tal manera que era imposible entender el uno sin el otro". ?La causa de su muerte? Seg¨²n el ¨®rgano de los tolerantes fumadores, Alfonso fue -gajes del oficio- "v¨ªctima de una arterioesclerosis m¨²ltiple, que finaliz¨® con un edema pulmonar".
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