Cuba a dos ojos
Occidente suele ser tuerto al mirar hacia Cuba: un nost¨¢lgico ojo izquierdo que reivindica el para¨ªso social de sus sue?os (abortados exclusivamente por el bloqueo yanqui) o un feroz ojo derecho que convoca la muerte de Castro como ¨²nica puerta hacia la democracia (preferentemente occidental, posiblemente suced¨¢nea). Pero no basta mirar, hay que ver. Y la imagen estereosc¨®pica requiere de ambos ojos.Porque Cuba es esa isla min¨²scula que intent¨® tocar el cielo desde su soledad continental, que sostuvo el mito de David frente a Goliat, referente para Am¨¦rica Latina y buena parte del Tercer Mundo. A pesar de todo, el pa¨ªs que ha terminado instaurando, en lugar de la dignidad estoica, una nueva picaresca de la supervivencia: lo que alg¨²n cubano bautiz¨® como la era de las tres erres (resistir, robar o remar). ?Cu¨¢ndo acceder¨¢ Cuba a una democracia, por fin, a nuestra imagen y semejanza? es la pregunta del Occidente cristiano mientras defiende a Kuwait y otras curiosas democracias petrol¨ªferas ¨¢rabes. Pero la peor dictadura es el hambre. La primera a derrocar cuando para dos tercios del planeta la abundancia no se postula nunca.
En 1990 Fidel Castro lleg¨® a decir que antes de renunciar al socialismo, el pueblo cubano preferir¨ªa marcharse de las ciudades y labrar la tierra al estilo de los indios ta¨ªnos. La idea cay¨® pronto en el olvido, junto al eslogan "Socialismo o muerte", porque se percataron de que ning¨²n pueblo se suicida. Con la ca¨ªda del Este (y con ello del 80% del comercio cubano) se abr¨ªa para el Gobierno de la isla el mayor reto de su historia: ?c¨®mo evitar que el hambre llegara a extremos tales que la desesperaci¨®n pusiera en peligro el statu quo??C¨®mo hacerlo sin concesiones al capitalismo, que significar¨ªa una derrota ideol¨®gica, y sin abandonar las conquistas sociales, ?nica raz¨®n objetiva para su permanencia en el poder? Pero, sobre todo, ?c¨®mo hacerlo sin ceder ni una brizna de ese poder, monopolizado por el partido comunista durante 30 a?os? El Ministerio del Interior adquiri¨® por entonces equipos antimotines, pero Valerio Weyler, ¨²ltimo capit¨¢n general, y los dictadores Machado y Batista, la historia toda del pa¨ªs, demuestran que ¨¦se es el m¨¦todo m¨¢s expedito para ser derrocado en Cuba. Error. Efect¨²e otra jugada.
Recordaron entonces al pensador cubano Jos¨¦ de la Luz y Caballero: "M¨¢s vale proveer que prohibir". Pero para proveer no bastaba una econom¨ªa que,sin ayuda externa, se desplom¨® en apenas un a?o, incapaz de cubrir ni siquiera las cuotas del racionamiento. La ¨²nica soluci¨®n era incrementar la eficacia econ¨®mica. Pero sin acudir, a las f¨®rmulas del Fondo Monetario,sin cancelar las conquistas sociales y sin dinamitar los fundamentos del sistema: uItracentralizaci¨®n, propiedad estatal y manejo de la econom¨ªa seg¨²n criterios pol¨ªticos.
?Qu¨¦ hacer entonces? La ensaladilla rusa, hambre con democracia, no es una buena receta para conservar el poder. M¨¢s apetecible es el pato al estilo de Pek¨ªn: dictadura pol¨ªtica con crecimiento econ¨®mico. Pero, eso s¨ª, riada de permitir una nueva casta de millonarios criollos. No s¨®lo quiebra el sagrado igualitarismo, sino que ser¨ªa, invirtiendo la frase de Marx, como fabricar el propio-sepulturero. Patentaron entonces su propia f¨®rmula: un capitalismo s¨®lo para extranjeros que subvencionara el socialismo s¨®lo para cubanos., Esto es: descapitalizar la naci¨®n, vendiendo en buena medida los medios de producci¨®n al capital for¨¢neo, y cobrar el diezmo. ?Por qu¨¦ no a los nacionales? Seg¨²n opiniones, porque el cubano carece de capital.. Como si el dinero ,ente sin patria, no pudiera arribar desde Miami v¨ªa Z¨²rich. Dos millones de exiliados preferir¨ªan invertir en empresas que manejar¨¢ sus familiares en Cuba en lugar de ir, mal que bien, subvencionando su miseria con la m¨ªnima ayuda familiar que admite el bloqueo. La inversi¨®n es siempre m¨¢s digna y fruct¨ªfera que la caridad. ?Por qu¨¦ entonces el Gobierno se ha negado a esta opci¨®n? En realidad, razones pol¨ªticas. El inversionista extranjero aporta capital, permite el funcionamiento de una parte de la econom¨ªa, pero no tiene ning¨²n derecho pol¨ªtico. Si obtiene ganancias , incluso apoyar¨¢ al Gobierno. Los nacionales, en cambio, podr¨ªan constituir a mediano plazo una capa productiva, eficiente, y ya se sabe que el poder econ¨®mico siente un hambre precoz de poder pol¨ªtico. ?Por qu¨¦ permitir entonces ciertas formas de trabajo privado: artesanos, fabricantes de baratijas, peque?os restaurantes? Se trata de aprobar a rega?adientes f¨®rmulas que ya la picaresca de la supervivencia ven¨ªa ejerciendo, paliar la abrumadora escasez y contener el descontento como quien enga?a al hambre con caramelos; desatar aunque sea una mano a las fuerzas productivas, altamente capacitadas pero uncidas a las ineficaces relaciones de producci¨®n, y ofrecer la puerta lateral como salida al enorme desempleo, producto del cierre masivo de f¨¢bricas y empresas. Pero prohibiendo a los profesionales (medio mill¨®n) ejercer por libre sus oficios, evitando as¨ª el surgimiento de una empresa altamente cualificada y competitiva que demuestre a¨²n m¨¢s la incompetencia del aparato estatal. El ingeniero puede, montar un peque?o restaurante pero no una f¨¢brica, el m¨¦dico vende dulces a domicilio y el periodista fabrica juguetes de papel mach¨¦, pero jam¨¢s se les permitir¨¢ instalar una consulta o crear un peri¨®dico. Y sin hacer constar de forma definitiva la libertad de empresa y comercio de los nacionales., de modo que sea suprimible -no es novedad, ya ha ocurrido antes. Como la prostituci¨®n: seg¨²n el propio Fidel Castro, entrevistado en Nueva York, no se la persigue "para que no nos acusen de violar los derechos humanos", pero jam¨¢s se legalizar¨¢. Al igual que la iniciativa privada de poca monta, las muchachas que se ganan el pan con el sudor de su cintura disfrutan del sobresalto: la tolerancia reversible.
Pero es natural el temor a inversiones masivas e incontroladas en la isla o a la creaci¨®n de una burgues¨ªa depositaria del capital procedente del exilio. La c¨²spide m¨¢s ortodoxa por razones ideol¨®gicas; otro sector de la burocracia pol¨ªtica, por motivos m¨¢s bastos: se est¨¢ colocando ya como gerentes de empresas mixtas, representantes de firmas extranjeras, etc¨¦tera, en posici¨®n de esperar el cambio bien arropados en sus cris¨¢lidas, que abandonar¨¢n convertidos en las flamantes mariposas de la nueva burgues¨ªa. No van a tolerar la competencia desleal de los advenedizos. Si no me creen, miren hacia el Este.
?Y la democracia, qu¨¦? vuelve a preguntar Occidente. Dada la profunda crisis que pesa sobre la cotidianidad del cubano, permitir la aparici¨®n de alternativas pol¨ªticas, admitir que se difundan y debatan otros discursos, el destape de una oposici¨®n organizada y viable (que hoy se proh¨ªbe por ley), ser¨ªa para el Gobierno actual como un intento de suicidio: si se salvara quedar¨ªa cuadripl¨¦jico. La lecci¨®n de Gorbachov est¨¢ demasiado fresca. De modo que evitan con todo cuidado las figuras alternativas (competitivas), y cualquier f¨®rmula democr¨¢tica como no sean las elecciones del Poder Popular, el Parlamento m¨¢s obediente, del mundo y que no decide nada medular.
De hecho, las fuerzas dentro del Gobierno que hoy promueven los cambios econ¨®micos, y cuya figura m¨¢s di¨¢fana es Carlos Lage, podr¨ªan protagonizar una suave transici¨®n pol¨ªtica. hacia formas. m¨¢s participativas del poder, pero no hay por ahora indicios de que la t¨ªmida apertura econ¨®mica se desplace hacia el terreno pol¨ªtico. La vieja guardia sabe que su status vitalicio ("m¨¦ritos hist¨®ricos", mediante) como miembros de la familia gubernamental que rodea al l¨ªder se desmoronar¨ªa en un mundo m¨¢s competitivo, de estamentos mudables. Y quiz¨¢s nada ayudar¨ªa m¨¢s a erosionar ese statu quo que la supresi¨®n del bloqueo, derogando as¨ª un fuerte factor de cohesi¨®n alrededor del l¨ªder, seg¨²n la tesis (nada hipot¨¦tica) del "ah¨ª viene el Iobo". Pero la prepotencia Made in USA es el peor glaucoma pol¨ªtico.
Para forzar desde abajo una transici¨®n radical har¨ªa falta m¨¢s que el 50 + 1 de los votos: el 70 + 1 de la desesperaci¨®n. Si tuaci¨®n poco predecible dado que opera a¨²n el llamado "s¨ªndrome del l¨ªder". A lo que se suma la propia idiosincrasia del pueblo cubano, que s¨®lo llega a la sangre in extremis; el temor de muchos a la alternativa de Miami, extrema de signo opuesto, en caso de desplome, y el ejemplo de la antigua URSS, precipitada en un capitalismo salvaje donde los menos aptos est¨¢n peor que antes. De modo que para los cubanos-mayores de 50 a?os el horizonte posfidelista se barrunta negro, desguarnecido de las (ya precarias) conquistas sociales. Saben que el capitalismo cuba no estar¨¢ m¨¢s cerca de Brasil que de Suecia. Mientras, los m¨¢s j¨®venes prefieren huir al para¨ªso que les ofrecen los enlatados de la televisi¨®n antes que intentar uno propio. Sin desde?ar que una porci¨®n a¨²n cree en el l¨ªder, dado que la equivalencia Fidel = socialismo = patria, reiterada durante 3 5 a?os, ha calado muy hondo. No es f¨¢cil desglosarla. El resto espera. ?Hasta cu¨¢ndo? Qui¨¦n sabe. Las bolas de cristal y otros artilugios de adivinar no se incluyen en las cartillas de racionamiento.
Luis Manuel Garcia es escritor cubano afincado en Espa?a, premio Casa de las Am¨¦ricas 1992.
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