Los pasos de Clinton
LA PROXIMIDAD de la llegada de Bill Clinton a Irlanda del Norte ha estimulado, la b¨²squeda de un acuerdo para desbloquear el proceso de paz en este maltratado territorio. Aunque los contactos nunca se interrumpieron, el proceso estaba pr¨¢cticamente paralizado desde la primavera. El primer ministro brit¨¢nico, John Major, hab¨ªa exigido, como condici¨®n previa al inicio de las conversaciones multilaterales, el desarme del IRA como prueba de su renuncia definitiva a intentar imponer sus puntos de vista por la fuerza. Posteriormente limit¨® su exigencia a una entrega parcial del armamento como gesto indicativo de su voluntad de desarme futuro. El acuerdo ahora logrado consiste en fijar una fecha para abrir las conversaciones, a fines de febrero, y crear simult¨¢neamente una comisi¨®n internacional, presidida por el senador norteamericano George Mitchell, encargada de supervisar la entrega de las armas. Se trata, en resumen, de una variante mitigada de la propuesta irlandesa de simultanear ambos procesos.Que el acuerdo pasaba por ese doble movimiento es algo que estaba sobre la mesa desde hace meses. Londres, presionado por los unionistas, argumentaba que no es posible una verdadera negociaci¨®n bajo la amenaza de reanudaci¨®n de los atentados terroristas por uno de los interlocutores si los resultados no saitisfacen sus expectativas. El argumento es dif¨ªcilmente. discutible para cualquier dem¨®crata, pero el Sinn Fein, brazo pol¨ªtico del IRA, ha venido respondiendo que no pod¨ªa exigir a sus paramilitares el abandono de las armas en tanto no se formalizase el inici¨® de, las conversaciones propiamente pol¨ªticas. Tal vez ello sea s¨®lo una muestra de la insegura posici¨®n de Gerry Adams y dem¨¢s dirigentes del Sinn Fein respecto a los jefes del IRA. Y nada ser¨ªa tan peligroso para el proceso como la desautorizaci¨®n de Adams por parte de quienes tienen las armas.
De ah¨ª los esfuerzos por buscar una salida airosa, empe?o en el que se ha distinguido, especialmente el primer ministro de Irlanda, John Bruton. Pero Major no pod¨ªa ceder m¨¢s all¨¢ de cierto l¨ªmite si no quer¨ªa que los unionistas, m¨¢s interesados en principio en el mantenimiento del statu quo, se desvincularan del proceso, como ayer volvieron a amenazar. La inminencia de la llegada de Clinton ha favorecido el acuerdo porque las partes saben que si el proceso sale adelante ser¨¢ en buena medida por la intervenci¨®n norteamericana: diplom¨¢tica, pero. tambi¨¦n, m¨¢s adelante, econ¨®mica. Todo el proceso se basa en la idea de que la paz permitir¨¢ una reactivaci¨®n econ¨®mica que convencer¨¢. a ambas comunidades de las ventajas de la cooperaci¨®n frente a la miseria del conflicto. Para ello es clave la ayuda de los inversores de Estados Unidos que Clinton se ha comprometido a impulsar si la paz se afirma.
La intervenci¨®n de Clinton ya fue decisiva en el inicio del proceso. No es muy conocido el hecho de que todo empez¨® cuando en abril de 1992, en plena campa?a electoral y en el curso de un coloquio con ciudadanos de origen irland¨¦s, alguien pregunt¨® al todav¨ªa gobernador de Arkansas si estaba dispuesto a conceder el visado a Gerry Adams. Clinton respondi¨® que s¨ª, sin calcular los efectos de esas palabras sobre el Gobierno y la opini¨®n brit¨¢nica, muy sensibilizados por la reciente ofensiva terrorista. A partir de aquel d¨ªa, el futuro presidente se esforz¨® por hacer compatible su compromiso respecto a Adams con la presi¨®n en favor de la renuncia de los nacionalistas a la violencia. La visita del l¨ªder del Sinn Fein a Nueva York en febrero de 1994, con un visado por 48 horas, fue la contrapartida por adelantado -en forma de reconocimiento t¨¢cito- del anuncio por parte del IRA del alto el fuego unilateral, en agosto de aquel mismo a?o.
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