El Bach ¨ªntimo de Yehudi Menuhim

La figura de Yehudi Menullim (Nueva York, 1916) es de las m¨¢s atractivas y entra?ables de todo el siglo XX musical. Gran virtuoso del viol¨ªn desde ni?o, su arte se caracteriz¨® a lo largo de toda su carrera por un servicio constante a la idea musical y una afectividad que establec¨ªa, inmediatamente la comunicaci¨®n con el p¨²blico.Hizo mucha m¨²sica de c¨¢mara y recuerdo muy vivamente los d¨ªas del tr¨ªo con el pianista Kent Ner y el violonchelista Cassad¨® que al morir interrumpi¨® la actividad del grupo. De temperamento distinto a Cassad¨®, quiz¨¢ Menuhim se parece a ¨¦l por la honda dosis de humanidad que desprende su interpretaci¨®n, por la condici¨®n bondadosa que asoma inevitablemente en las versiones.

B¨²squeda de la verdad

La dedicaci¨®n de Yehudi Menuhirri a las m¨¢s diversas tareas humanitarias, su ayuda a Bela Bartok en los peores momentos del compositor durante su estancia en Am¨¦rica, sus viajes y conexiones -con la m¨²sica india- de Ravi Shankar o el jazz de Stephane Grapelli, su presidencia del Consejo lnternacional de la M¨²sica en la Unesco y, fundamentalmente, su hacer de la vida m¨²sica como instrumentista, maestro y director sin vanidad, pero frecuentemente con resultados de muy refinada belleza, de una veracidad que responde a fin de cuentas al impulso que ha guiado toda la biograf¨ªa de Menuhim: la b¨²squeda y 'difusi¨®n de la verdad'.

Este hombre, singular ha vuelto a Madrid al frente de una formaci¨®n instrumental y otra coral procedentes de Lituania, para exponer uno de los grandes monumentos debidos a Juan Sebastian Bach: la Misa en si menor, a veces denominada "del Credo de Nicea"

La visi¨®n que Menuhim tiene de una partitura semejante no es la del hombre asomado ante la gran arquitectura sonora, sino la del que busca en ella los mil espacios m¨ªsticos en los que Juan Sebastian hall¨® reposo para su sentimiento de creyente, pata una espiritualidad acaso menos luterana que adivinadora del Vaticano Il.

Las arias, duos y coros, siguen el texto desde la fe que lo mueve y suena toda la obra en manos de Yehudi Menuhim con acentos ¨ªntimos que engloban tanto los pasajes l¨ªricos como los grandiosos, la interiorizaci¨®n del Credo, en la alegr¨ªa extrovertida del Resurrexit, las estrofas de alabanza, el replegado Agnus dei y la serena s¨²plica final de paz.

Los profesores de la orquesta de c¨¢mara lituana y los cantores de Kauna se identificaron en un mismo esp¨ªritu durante su interpretaci¨®n, aun cuando las perfecciones de los primeros superaron las de los segundos.

Fueron solistas totalmente id¨®neos la soprano Lynda Russell, tan conocida de todos, la mezzo rumana Liliana Bizneche, el tenor de Halle, Algirdas Janutas y el bajo austriaco Benno Schollum, un poco, frenos brillante, integrados todos en un estilo adecuado y expresivo, ajeno a todo exceso historicista. El ¨¦xito fue total y muy largas las ovaciones, de una audiencia presidida par la reina do?a Sof¨ªa.