Madrid acude al manual de supervivencia
Una Cibona sin grandes talentos dispuso de un triple para empatar el partido
Cada vez que se acerca la Cibona por Madrid, el p¨²blico acude a la cita con el ¨¢nimo inquieto. Hay en la visita una doble perspectiva, muy contradictoria por otra parte. Por un lado, observar si aparece por el mercado croata alg¨²n. nuevo producto, un peque?o depredador no exento de talento. Y a resultas de ello, prepararse para el tormento. La noche result¨® inc¨®moda: a diez segundos del final, el partido estaba a tiro de triple para los croatas. Por el contrario, no hubo apellidos que a?adir al cat¨¢logo de bestias negras.En cualquier caso, el Madrid no esper¨®. E hizo bien. Tom¨® las riendas del encuentro sin complejos, atento a no permitir que el rival encontrara una argumento desde donde poner en pr¨¢ctica su temida facilidad para encontrar posiciones de disparo. Para que eso suceda no hacen falta demasiadas cosas: les basta con encontrar a un compa?ero en estado de gracia o detectar una simple falla en el sistema de seguridad del contrario. Si as¨ª sucede, la pesadilla es un hecho.
El ant¨ªdoto descans¨® en un trabajo defensivo bien dise?ado, puesto en pr¨¢ctica con bastante acierto durante los primeros 15 minutos. A fuerza de alternar defensas, la Cibona se encontr¨® ante un escenario desagradable: no pod¨ªa pensar, no pod¨ªa poner en marcha ese mecanismo gen¨¦tico mediante el cual adaptan su ataque a las carencias del rival. Bien apoyado en una salida explosiva de Arlauckas (anot¨® sus primeras cinco canastas), el Madrid crey¨® que el partido tomaba el rumbo adecuado (30-17). Hasta ese momento (minuto 15), la Cibona s¨®lo hab¨ªa anotado un triple de nueve intentos. Era un dato para la satisfacci¨®n.
Sin embargo, en el descanso el panorama anunciaba tormenta. A fuerza de hurgar, la Cibona fue encontrando peque?as grietas. Sin ruido, explorando el terreno, a paso de tiros libres, volvi¨® a meterse en el partido (42-37 al descanso). El Madrid hab¨ªa perdido concentraci¨®n y ataque carec¨ªa de garant¨ªas. O Arlauckas o nada.
La reanudaci¨®n fue otra historia. No hubo un protagonista al que se?alar con dedo acusador (eso hubiera sido dram¨¢tico dados los antecedentes), pero s¨ª un equipo dispuesto a dar la sorpresa. El marcador se estrech¨®, los nervios aparecieron y el diagnostic¨® tom¨® mal cariz en tanto en cuanto los croatas resucitaron su ancestral habilidad para anotar un triple tras otro, no importa la distancia ni su dificultad, la ortodoxia del juego o el sentido com¨²n. En esa suerte, no tienen ¨¦tica: lanzan el triple cuando les viene en gana y desde el extrarradio si as¨ª les place. Si les viene el estado de gracia, no hay otro remedio que arrestarlos sin orden judicial. Dadas las circunstancias, el Madrid utiliz¨® el manual de supervivencia. Se sostuvo a duras penas en el mando del partido y acudi¨® a cualquier treta para mantener vivo su ataque. No hubo demasiado orden y, desde luego, poco concierto: muchos balones a Arlauckas, alg¨²n que otro triple ag¨®nico de los bases y visitas apresuradas a la l¨ªnea de tiros libres despu¨¦s de provocar una personal con esa mediocre teatralidad de que hacen gala los jugadores espa?oles (para teatro del bueno, siempre un italiano por favor).
Como quiera que a la Cibona se le fue agotando el estado de gracia (no busquen talentos en este equipo), el Madrid aguant¨® el envite. Aun as¨ª, el p¨¢nico se manifest¨® en sus filas a falta de diez segundos (80-77), con el bal¨®n en poder de los croatas. El desenlace fue bien simple: ellos fallaron. No dej¨® de ser una noche rara: poca Cibona para tanto sufrimiento.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.