Hierve la olla en Alemania
La llegada de Lafontaine, la salud de Kohl y un posible adelanto electoral 'calientan' el panorama pol¨ªtico
La elecci¨®n del presidente del Sarre, Oskar Lafontaine, de 52 a?os, como presidente del Partido Socialdem¨®crata de Alemania (SPD), la sombra amenazadora de las elecciones regionales del pr¨®ximo 24 de marzo sobre el partido liberal (FDP) y la inquietud por el estado de salud del canciller federal, el democristiano Helmut Kohl (CDU), de 65 a?os, han destapado en Bonn la olla de los rumores.Las especulaciones aventuran incluso un posible adelanto de las elecciones federales para 1996.
Hace tan s¨®lo un mes el panorama pol¨ªtico de la Rep¨²blica de Bonn estaba en orden. Nada por aqu¨ª y nada por all¨¢. Kohl parec¨ªa firme en su asiento, con perspectivas de batir todas las marcas como jefe de Gobierno de Alemania. El cambio al frente del SPD en el congreso de Mannheim, y la enfermedad de Kohl, con una presunta intervenci¨®n prost¨¢tica, su pertinaz catarro y la preocupaci¨®n por su exceso de peso han modificado la situaci¨®n.
La llegada de Lafontaine a la presidencia del SPD ha roto los esquemas vigentes hasta hace un mes en Alemania. El combativo Napole¨®n del Sarre significa polarizaci¨®n y confrontaci¨®n dura con el Gobierno de centro-derecha -democristianos (CDU-CSU) y liberales (FDP)-, desde la izquierda, tal como anunci¨® en el congreso de Mannheim Lafontaine, quien ha iniciado ya una gira por las capitales europeas, que deja entrever la intenci¨®n de adquirir un nuevo perfil como pol¨ªtico con vuelos internacionales.
Al mismo tiempo que viaja a Par¨ªs y se entrevista con el presidente franc¨¦s, Jaeques Chirac, y prepara viajes a Mosc¨² y Madrid, Lafontaine ha iniciado los contactos con el postcomunista Partido del Socialismo Democr¨¢tico (PDS) en busca de la so?ada mayor¨ªa de izquierda: socialdem¨®cratas (SPD) ecopacifistas (Los Verdes) y poscomunistas (PDS).
Sacar del gueto a los herederos de la dictadura prusiano-estalinista de la difunta Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA) resulta todav¨ªa droga dura en la Rep¨²blica de Bonn. El canciller Kohl ha anunciado ya que se alegra de que la situaci¨®n se haya clarificado con Lafontaine y se muestra listo para la confrontaci¨®n. En los pr¨®ximos meses y tal vez en. las elecciones federales, en principio previstas para 1998, Alemania podr¨ªa vivir una reedici¨®n de la campa?a "libertad o socialismo", tal como ya ocurri¨® en 1980, cuando el l¨ªder socialcristiano b¨¢varo Franz Josef Strauss (CSU) cay¨® derrotado ante el socialdem¨®crata Helmut Schmidt (SPD).
El panorama pol¨ªtico alem¨¢n puede clarificarse, y al mismo tiempo complicarse, en las elecciones del pr¨®ximo 24 de marzo en tres Estados federados: Baden-Wurtemberg, Renania-Palatinado y Schleswig-Holstein.
Esas elecciones suponen la primera piedra de toque para ver si la mayor¨ªa rojiverde (SPD-Verdes) que busca Oskar Lafontaine resulta viable, pero tambi¨¦n se juegan casi el ser o no ser los liberales del FDP, que podr¨ªan desaparecer de dos o tres parlamentos m¨¢s y quedar al filo del abismo.
Esta situaci¨®n cr¨ªtica del socio minoritario (FDP) de la coalici¨®n que gobierna en Bonn ha despertado en los liberales (FDP) la necesidad de adquirir un perfil propio frente a los democristianos (CDU-CSU).
Esto ha producido roces que hacen rechinar el hasta ahora bien avenido matrimonio demoliberal (CDU-CSU-FDP). Incluso se ha empezado a especular en Bonn con la posibilidad de que, si el FDP sufre una derrota total el 24 de marzo, podr¨ªa abandonar la coalici¨®n que gobierna Alemania y se abrir¨ªa la posibilidad de elecciones anticipadas en 1996.
Voceros de la coalici¨®n gubernamental han desmentido esta posibilidad, y califican de "fantasmag¨®rica" la discusi¨®n sobre unas elecciones anticipadas. Otros suponen que bajo este rumor se esconde una maniobra de Kohl (CDU) para meter en cintura al socio liberal, que podr¨ªa desaparecer, del todo y para siempre, en unas elecciones anticipadas.
Los democristianos (CDU-CSU) auguran a los liberales (FDP) que romper la coalici¨®n por un mal resultado el 24 de marzo equivaldr¨ªa a "curar la enfermedad con un suicidio".
Las elecciones anticipadas no resultan del todo descabelladas, e incluso les vendr¨ªan bien al canciller Kohl y a su formaci¨®n democristiana (CDU-CSU). Unas elecciones en 1996 encontrar¨ªan al canciller y su partido todav¨ªa en la cresta de la ola de la popularidad y tal vez con el frente de izquierda en torno al socialdem¨®crata Lafontaine a medio formar.
Por a?adidura, la democracia cristiana (CDU-CSU) y Helmut Kohl se evitar¨ªan una campa?a electoral en 1998 vinculada a la pol¨¦mica en torno a la nueva moneda europea.
Kohl y los suyos no tendr¨ªan que defender ante el electorado el impopular tema de presentarse como liquidadores del m¨ªtico marco alem¨¢n para introducir el euro, o como se llame, al que ya muchos en Alemania califican de dinero esperanto o moneda tutti frutti.
En todo este nuevo panorama se incluye una inc¨®gnita que provoca el mismo Kohl o m¨¢s bien su salud. El oscurantismo con que se rode¨® su intervenci¨®n de pr¨®stata a primeros de noviembre, un catarro que no cesa y los misterios en torno a su peso -que hace d¨ªas un peri¨®dico cifraba en la escandalosa, y parece que exagerada, cifra de 177 kilos- hacen temer por el estado de salud del canciller.
No hace muchos d¨ªas un veterano periodista de Bonn comentaba al corresponsal de este peri¨®dico que Kohl podr¨ªa batir las marcas de permanencia en el poder en Alemania "si su salud lo permite".
Por su parte, Kohl, a pesar de su enorme peso, la hiperplasia de pr¨®stata y el catarro que no cesa, no da muestras de acordarse de la promesa que hizo hace un a?o de retirarse. Hace unos d¨ªas insisti¨® ante la prensa en Bonn que le produce satisfacci¨®n enfrentarse de nuevo a Lafontaine. Los antecedentes est¨¢n a favor de Kohl, quien en las elecciones federales de 1990 machac¨® a Lafontainte. ?ste no se queda atr¨¢s, y esta semana, ante el grupo parlamentario del SPD en el Bundestag, dijo que s¨®lo le quedaba un objetivo por cumplir en su vida: "Echar al gordo".
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