Inquisidor
Savonarola fue un predicador fogoso y un pol¨ªtico pesimista que se gan¨® el fervor del p¨²blico de Florencia gracias al terror de su palabra. Eran los tiempos de Lorenzo el Magn¨ªfico y de Borgia el Venenoso, una edad de oro para la maldad y la inteligencia. Este dominico austero comenz¨® condenando ferozmente el pecado y la corrupci¨®n; despu¨¦s fustig¨® las costumbres y los placeres; finalmente atac¨® con gran sa?a el arte y los libros. Sus sermones atra¨ªan el fuego. Mientras en la plaza de Florencia ard¨ªan cuadros y manuscritos, las iglesias s llenaban de gente excitada por las cat¨¢strofes que el fraile anunciaba con el l¨¢tigo de su lengua. Lorenzo el Magn¨ªfico no quiso castigar sus ataques desmedidos por no manchar la propia imagen de esteta; en cambio, el papa Borgia le mand¨® desde Roma un primer aviso para que se calmara, pero Savonarola se neg¨® a reducir su c¨®lera. Se sent¨ªa destinado a purificar la pol¨ªtica y los vicios de la sociedad. Para esa labor no encontr¨® mejor arma que el apocalipsis. Despu¨¦s de cargar la atm¨®sfera con amenazas y malos presagios, su fanatismo logr¨® dividir a la opini¨®n p¨²blica: a unos les despert¨® la ira contra los pol¨ªticos, a otros simplemente les hizo aflorar los tiempos pasados y tanto los airados como los pla?ideros necesitaban que hubiera cada d¨ªa una nueva corrupci¨®n para poder excitarse escuchando las sobrecogedoras desgracias con que el inquisidor pretend¨ªa combatirla. El papa Borgia era inteligente y taimado. Sab¨ªa que el pesimismo que Savonarola aumentaba con la furia de las palabras nac¨ªa s¨®lo de la propia vanidad. El papa Borgia tambi¨¦n estaba interesado en evitar las cat¨¢strofes para los fieles. Su gran lalento encontr¨® una f¨®rmula sencilla. Puesto que Savonarola clamaba contra la corrupci¨®n con las desgracias y el fuego unitariamente, el Papa mand¨® que lo quemaran en una hoguera en medio de la plaza para acabar al mismo tiempo con su enernigo y con los cataclismos que anunciaba. En esta ocasi¨®n ardi¨® el inquisidor. Sus cenizas esparcidas se confundieron con la paz.
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