Carne, sidentidad
Unos d¨ªas volcados sobre la enfermedad. Los colectivos, instituciones y particulares que reclaman con amarga ira la atenci¨®n de una sociedad que desprecia (o m¨¢s bien teme) lo que ignora, han desplegado en torno al D¨ªa Mundial contra el Sida una bater¨ªa de. armas blancas: manifestaciones, cuestaciones, lazos rojos gigantes, condones insertados en monumentos p¨²blicos, cadenas humanas por los pueblos. Es la fibra reivindicativa y sanitaria que esta epidemia sensibiliza. Pero hay otras, y no se han de olvidar ni siquiera en los d¨ªas conmemorativos.Publicado en junio, y un poco perdido en los aprietos del vera no, el libro colectivo Construyendo sidentidades. Estudio desde el coraz¨®n de la pandemia, compilado por Ricardo Llamas, puede servir de lectura oportuna para aclarar ciertos aspectos de lo que Paula. A. Treichler ha llamado "epidemia de significaci¨®n" de sencadenada apartir y en favor del sida. Hace seis u ocho a?os se pod¨ªan catalogar con una pretensi¨®n exhaustiva las novelas, pel¨ªculas, comedias o textos literarios que introduc¨ªan esta enfermedad en sus repertorios de ficci¨®n, y as¨ª lo hice yo en un largo trabajo, Las obras del sida, que public¨® la revista Claves de raz¨®n pr¨¢ctica. Hoy por desgracia la predicci¨®n de entonces se ha cumplido, convirtiendo en imposible aqu¨¦lla tarea: el n¨²mero de obras de arte afectadas por el sida es innumerable. Frente a tal avalancha que se multiplica por 100.000 si contamos las incursiones period¨ªsticas en el fen¨®meno, se alzan voces; la de Philippe Mangeot, por ejemplo, en uno de los trabajos m¨¢s interesantes del libro de Llamas, El sida y sus ficciones. Mangeot toma como base la c¨¦lebre, novela de Herv¨¦ Guibert Al amigo que no me salv¨® la vida, para rechazar, con un maximalismo algo profesoral o te¨®rico, la conversi¨®n del sida en una gram¨¢tica con la que "declinar un sentido que irradia toda su obra y que otorga a esta su coherencia". Las declaraciones de Guiberf a Lib¨¦rati¨®n "para m¨ª el sida habr¨¢ supuesto un paradigma, en mi proyecto de desnudez de mi mismo y de enunIciado de lo indecible", junto al propio principio revelatorio, confesional, de la novela, son para Mangeot indicios negativos de una voluntad autopunitiva o expiatoria, a la vez que exhibicionista, de algunos escritores homosexuales enfermos que toman el sida como cal¨ªz de una alterridad que les redime ante la muerte. Otro escritor recogido en el libro, David Bergman, denunciando las ret¨®ticas de Larry Kramer, autor de El coraz¨®n normal, una de las primeras obras en dramatizar la enfermedad, sostiene que "frente al silencio que equival¨ªa a muerte, ahora se impone una torre de Babel que es, en si misma, una plaga".
Escribir sobre los enfermos que describen su sida no es lo mismo que escribir sobre el sida estando enfermo, del modo que resulta hueco o doctrinario escribir sobre, toda experiencia extrema y perversa del sexo, en cualquiera de sus variantes, sin estar sujeto a sus placeres. Lo que distingue las abundantes y a menudo anecd¨®ticas obras de ficci¨®n en las que el sida es un pretexto dram¨¢tico un motivo desuspense, de aquellos otros libros (como los de Guibert, Arenas o el postrero de Severo Sarduy, que utilizan la propia enfermedad mortal como met¨¢fora, par¨¢bola o identificaci¨®n, es su radicalidad. El artista no renuncia, en el adecuado t¨¦rmino propuesto por Llamas, a su sidentidad a la hora de escribir, pintar o filmar, est¨¢ ejerciendo unos derechos que ning¨²n concepto de pudor o rectitud puede acallar. Nadie, excepto el interesado, ha de decidir si la paradoja, la mentira novelesca o la verdad desnuda administran ficticiamente la propia muerte.
Es en ese sentido muy pertinente leer el texto que el compilador Llamas escribe en el libro, La reconstrucci¨®n del cuerpo homosexual en tiempos del sida, con sus brillantes acometidas a ciertos opinantes ignorantes del sida homosexual, como Umbral, Garc¨ªa Calvo, El¨ªas Yanes. Llamas, que es miembro destacado del militante pero siempre ocurrente grupo madrile?o La Radical Gai, reclama que la terrible enfermedad, una vez conocida, investigada, prevenida y medicada, no debe frenar ni desvirtuar un placer sexual aventurado, desinhibido. De hecho, y en contradicci¨®n con lo que algunos puritanos de lo correcto sostienen en el libro, Llamas est¨¢ as¨ª reconociendo impl¨ªcitamente a la obra de arte un privilegio corporal, formal, por tanto er¨®tico, y por tanto a-normal. "S¨®lo siendo cuerpo seremos algo m¨¢s", termina Llamas su escrito. S¨®lo haciendo forma -exceso barroco o impudor sin moral- de ese mal conseguiremos que el sida sea algo m¨¢s que virus o anatema.
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