Jura en Valdemoro
T¨¢rar¨ªiiii... ?Ti! Un breve trueno de talones retumba en el patio. Cuatrocientos golpes responden al toque de cometa. Van y vienen los jefes, con el sable fuera de la vaina, desde el cuadril¨¢tero del batall¨®n hasta el estrado de los oficiales superiores. Suenan los claros clarines de la Secci¨®n Montada, piafando la robusta caballer¨ªa, que manda un jinete barbudo. Relampaguean las condecoraciones sobre el traje de gala, verde oliva; espejean los tricornios -el mismo para el general que el de la tierna tropa, charolada igualdad, irrepetible-. Permanece firme la escuadra de honor, chupa carmes¨ª, calz¨®n blanco, polainas abrochadas; una mujer entre esta media decena de soldados.D¨ªa de gran fiesta en el Colegio de Guardias J¨®venes de Valdemoro. La 79? promoci¨®n, superado el periodo de instrucci¨®n, va a jurar bandera. Los veteranos del a?o anterior les miran, sin verles; lo hicieron el a?o pasado. Los biso?os marcan el paso, al redoble de los tambores: 130 chicos de 17 a?os; entre ellos, unas quince muchachas. El abanderado, con la ense?a embrazada, ocupa el centro geom¨¦trico de la ceremonia. Desfilan, en columna de a tres, bajo el arco que enlaza el asta y la espada del coronel-director, hombre alto, marcial, orgulloso.
El recinto est¨¢ festoneado por gente paisana, salvo el lugar destinado a la milicia; salpicados entre los uniformes de la Benem¨¦rita, el caqui de Infanter¨ªa, el pa?o azul de la Marina, el pavonado de los av¨ªaidores, y el surtido ex¨®tico de los agregados militares invitados. Madres, hermanas, novias y novios, buscan al voluntario, y le animan, a media voz, cuando pasa alzando el brazo izquierdo, agarrado el fusil con la mano diestra. Los padres son o han sido guardias civiles; ¨¦sta es una instituci¨®n para gentes del cuerpo.
El coronel pronuncia la breve y medida arenga, en la que un o¨ªdo atento distinguir¨ªa el matiz entre el voto y la promesa por el honor. M¨¢s otra palabra, incorporada, hace poco, al vocabulario cotidiano: va dentro del cap¨ªtulo de, las servidumbres del futuro guardia: "Se sirve a la patria, luchando contra el delito y el fraude". Promete sacrificio, abnegaci¨®n, entrega.
Entre la uniformada grey de los principales destacan, por su poco lucimiento, algunos ternos de paisano. Lugar preeminente para el se?or alcalde de Valdemoro, que representa a la autoridad del Estado. Un recuerdo para la m¨¢s famosa frase de El gatopardo. S¨ª, se?or: algo tiene que cambiar" para que todo siga igual. En este s¨®lido pilar castrense se encuentra el m¨¢s cumplido ejemplo de c¨®mo, a fin de conservar el esp¨ªritu, se puede variar cuanto hubiere menester. En pocos colectivos han recibido ala mujer con igual rasero: el gimnasio, la garita, la marcha, el pupitre, la instrucci¨®n. A las puertas se quedaron varios miles de aspirantes, pues aqu¨ª hay que ser mejor que los otros para ingresar.
En un ¨¢ngulo, una veintena de adolescentes, del Colegio de Hu¨¦rfanas, observan, con descaro e inter¨¦s, el desfile; quiz¨¢ deseen lo mismo, cuando hayan cumplido los 15. Al lado, nueve hombres adultos. No: ocho, hay una silla vac¨ªa el griposo que no pudo acudir. Han seguido los actos con inter¨¦s, respeto y cierta emoci¨®n. Cuando los colegiales regresan a la formaci¨®n, un suboficial les encamina hacia el lugar de honor. No han cesado, a¨²n los hospitalarios tambores, que acompa?an a la pat¨¦tica y desguarnecida escuadra; intentan mantener el paso, alzan la barbilla, enderezan la espalda y reluce el sol que acaba de salir de entre las nubes, entre cabellos blancos y espaciosas calvas. Tambi¨¦n se refracta en los gruesos cristales del que fue declarado in¨²til.
Avanzan, conservando las distancias, hasta llegar a la empalada seda roja y gualda que besan, con una brusca inclinaci¨®n de cabeza. Uno de ellos se tom¨® la confianza de agarrarla con la mano y, como en una eucarist¨ªa, esponj¨® los pliegues en su rostro. Me fij¨¦ bien; era el viejo que me preced¨ªa, en aquella renovaci¨®n o juramento aplazado.
El cornet¨ªn ordena la dislocaci¨®n de la tropa. Siempre bajo el batir de los parches, aquella gente, que en todo momento sabe lo que tiene que hacer, se retira hasta el lugar del "rompan filas".
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