El reformista Yavlinski frece un cambio en la estructura rusa de poder
El economista Grigori Yavlinski juega a la pol¨ªtica con las cartas boca arriba: quiere ser presidente de Rusia para cambiar la obsoleta estructura de poder imperante en el Kremlin, y as¨ª lo afirma con una honestidad que sus detractores califican de arrogancia, mientras va de gira electoral por provincias. Yavlinski, de 43 a?os, es el l¨ªder del Y¨¢bloko (Manzana), una formaci¨®n de competentes profesionales, que aspiran a realizar una reforma econ¨®mica para "la mayor¨ªa".
La corresponsal de EL PA?S viaj¨® con ¨¦l esta semana a Penza, ciudad situada a algo m¨¢s de 700 kil¨®metros al sureste de Mosc¨² y capital de una regi¨®n de 1,5 millones de habitantes muy afectada por la crisis en la industria de defensa y perteneciente al denominado cintur¨®n rojo de la capital por su orientaci¨®n pol¨ªtica. Penza vot¨® al ultranacionalista Vlad¨ªmir Zhirinovski (32,5% de los votos) y a los comunistas (19,4%) en diciembre de 1993, pero Yavlinski, que se hizo famoso en 1990 por elaborar el primer plan coherente de transici¨®n a la econom¨ªa de mercado conocido como el "programa de los 500 d¨ªas" (rechazado por Gorbachov y por Yeltsin), bien podr¨ªa robarles una parte del electorado a ambos rivales, a juzgar por el recibimiento que le dieron los habitantes de Penza. La polic¨ªa local se vio obligada a restringir el acceso a un teatro de la ciudad con capacidad para 1.200 personas, que se llen¨® de bote en bote.Seg¨²n las encuestas, Y¨¢bloko es el grupo reformista favorito a las elecciones a la Duma Estatal. Se le considera la ¨²nica alternativa democr¨¢tica con posibilidades de ¨¦xito a la desprestigiada pol¨ªtica que han practicado Gaidar, primero, y V¨ªktor Chernomirdin, despu¨¦s. Yavlinski propone reformas liberales, pero su pensamiento tiene una sensibilidad y una ¨¦tica propias, que caracterizan tambi¨¦n a sus seguidores, gentes m¨¢s unidas por armon¨ªas org¨¢nicas y un sentido de responsabilidad hacia sus conciudadanos y el Estado, que por luna r¨ªgida organizaci¨®n.
Contra el Gobierno
Yavlinski trata de demostrar que puede hacer una reforma distinta a la de Gaidar y Chernomirdin, y como ejemplo pone su experiencia concreta en la cercana provincia de Nizhni N¨®vgorod, un crisol de experimentos a las orillas del Volga. El pol¨ªtico dirige su estrategia contra el Gobierno y contra los comunistas, aunque reitera que no lucha contra estos ¨²ltimos, sino "contra la pobreza". El Gobierno, afirma, acepta que los poderosos, como la empresa monopolista del gas, Gazprom, no paguen impuestos, y en el Ejecutivo "no debe haber gente con la que sea posible ponerse de acuerdo para evadir impuestos".
El Gabinete, dice Yavlinski, es c¨®mplice de los comunistas por fomentar la miseria, y ¨¦stos, a su vez, son responsables de los males que denuncian por respaldar las iniciativas que llevaron a la situaci¨®n actual. Yavlinski ataca al comunista Guennadi Ziug¨¢nov en su propio terreno. Le acusa de haber apoyado la creaci¨®n de un partido comunista ruso cuando exist¨ªa el PCUS Y Rusia era una rep¨²blica m¨¢s dentro de la URSS; de votar la declaraci¨®n de soberan¨ªa de Rusia, la introducci¨®n de una presidencia rusa y el tratado que destruy¨® la URSS hace cuatro a?os. Adem¨¢s, se?ala, los comunistas encubrieron a los culpables del bombardeo del Parlamento en octubre: de 1993, al votar a favor del fin de la investigaci¨®n sobre esos sucesos. "No quiero tener nada que ver con un partido de traidores", exclam¨® Yavlinski, dejando pasmados a los varios centenares de personas que le escuchaban en Zarechi, ciudad militar cerrada cercana a Penza.
Los habitantes de Penza no acaban de comprender uno de los postulados b¨¢sicos de Yavlinski: hacer compatible la transici¨®n a la econom¨ªa de mercado con la protecci¨®n social.Muchos le piden que aclare si propugna el capitalismo o el socialismo. "Estoy por un sistema donde impere la ley", contesta de forma sistem¨¢tica. "La principal tarea", se?ala, "es acabar con el desorden que ha penetrado en todas partes, por eso hay que lograr que la l¨ªnea vertical del poder ejecutivo garantice el cese de los cargos que no cumplen las leyes". Y sentencia: "Sin m¨¦todos severos, e incluso, yo dir¨ªa, m¨¦todos de fuerza, es pr¨¢cticamente imposible organizar hoy el aparato ejecutivo". Yavlinski propugna un programa especial para incorporar al funcionariado a gente no corrupta con una idea de servicio al Estado, opina y que cualquier presidente debe elegir entre "poner orden en la direcci¨®n del pa¨ªs y las estructuras del Estado" o arriesgarse a que otros acaben poniendo "orden en todo el Estado" con posible derramamiento de sangre.
El pol¨ªtico, que se opuso a la Constituci¨®n de 1993, es partidario de limitar los poderes del presidente, aumentar las funciones de control del Parlamento y reforzar el papel del Gobierno. Tiene fe en que puede llegar a la cima, pero es tambi¨¦n consciente de los formidables obst¨¢culos en el camino de lo que ser¨¢n las primeras elecciones democr¨¢ticas de un jefe de Estado en Rusia. Yeltsin no fue elegido como jefe de un Estado independiente, y a su alrededor hay gente para quienes "resulta muy rara la idea de tener que desalojar sus despachos en el Kremlin".
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