Bares
Si las inspecciones sanitarias fueran rigurosas con los establecimientos hosteleros, aqu¨ª habr¨ªa menos bares que en Estocolmo. Algunos ciudadanos pregonan con orgullo que s¨®lo en la calle del Cardenal Cisneros hay m¨¢s tabernas que en toda Laponia. Y dicen verdad, pero omiten otro dato sonrojante que es un secreto a voces: la mayor¨ªa de nuestros bares son una cochambre.Una ronda de tapeo y ca?as a la hora del aperitivo es algo parecido a un safari por estercoleros. Los suelos son un retablo elocuente del realismo sucio: huesos de aceituna, colillas, c¨¢scaras de mejillones, reliquias de gambas, despojos de pollo al ajillo, servilletas grasientas y otras sustancias que la delicadeza impide mencionar.
Para paliar el lamentable panorama, gran n¨²mero de cantinas y cervecer¨ªas est¨¢n dotadas ¨²ltimamente de papeleras a pie de barra. Pero cuando son utilizadas se convierten en nido de miasmas y criadero de infecciones durante toda la jornada.
Lo dicho se queda en mera bagatela si una imperiosa necesidad nos obliga a adentrarnos all¨ª, en terreno escatol¨®gico, al fondo, a la derecha. Es un delito de leso cinismo que a eso se le llame, precisamente, aseo. Los lavabos son un cubil de reptiles y un museo de la mugre. Ser¨ªa muy oportuna la realizaci¨®n de un estudio m¨¦dico donde se constatara la cantidad de enfermedades que los madrile?os adquieren en esos antros.
Un joven m¨¦dico, miembro de una organizaci¨®n no gubernamental, comentaba el otro d¨ªa en un mes¨®n de Lavapi¨¦s: "Durante casi seis meses he trabajado en Zaire, Kenia, Tanzania y Ruanda. Puedo asegurar que las cervecer¨ªas de los arrabales de Nairobi y las tabernuchas de los campos de refugiados de todos esos pa¨ªses est¨¢n m¨¢s limpias que muchos bares de Madrid".
Algunos viajeros discretos y observadores afirman que a un pueblo se le conoce por sus bares. Si eso es cierto, no resulta dif¨ªcil comprender que Madrid sea reconocida con todo derecho la capital m¨¢s sucia de Europa. La cultura no s¨®lo consiste en el esplendor de las letras. Tambi¨¦n hay que dar brillo a las letrinas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.