El hombre de la transici¨®n militar
Durante las semanas finales de 1975, cuando ya era inminente la transici¨®n a la democracia, circul¨® en los medios mon¨¢rquicos un informe acerca del Ej¨¦rcito espa?ol, sus actitudes pol¨ªticas y su juicio sobre el Rey y el inmediato futuro. Iba dirigido a los m¨¢s ¨ªntimos consejeros de don Juan y de don Juan Carlos y su contenido da la sensaci¨®n de haber sido asumido por este ¨²ltimo de manera completa y plena.Don Juan Carlos dijo, en efecto, por esas mismas fechas, algo muy parecido a una afirmaci¨®n que se repite en ese texto. El futuro Rey era consciente de que no dispon¨ªa de todo el tiempo para llevar a cabo la transici¨®n porque, en lo que respecta al Ej¨¦rcito, la situaci¨®n era muy complicada. En los siguientes tres a?os los ascensos que hab¨ªan de producirse de forma autom¨¢tica en la c¨²pula militar beneficiar¨ªan a personas poco propicias a la democracia y, adem¨¢s, exist¨ªa el peligro de que los m¨¢s j¨®venes en la oficialidad derivaran hacia posiciones revolucionarias semejantes a las del Ej¨¦rcito portugu¨¦s.
Este informe demuestra que, el elemento militar constituy¨® la m¨¢xima dificultad en el camino a la democracia. Durante a?os hemos dicho, una y otra vez, que los militares opuestos a ella fueron una minor¨ªa. Ahora, 20 a?os despu¨¦s, no hay inconveniente en afirmar que la oposici¨®n a la libertad en los medios castrenses fue mucho mayor que cuanto entonces se dijo.
En ese texto se cita a varios altos mandos del Ej¨¦rcito espa?ol de entonces y el lector obtiene una impresi¨®n devastadora. No se trata s¨®lo de que no fueran dem¨®cratas, sino que, adem¨¢s, ten¨ªan escaso prestigio entre sus subordinados. Con todo, lo m¨¢s sorprendente es que algunos de quienes aparecen mejor conceptuados -Milans del Bosch, como mon¨¢rquico, o Fernando de Santiago, como profesional- jugaron un papel netamente regresivo.
Entre los altos mandos aparecia una figura, Manuel Guti¨¦rrez Mellado, que hubo de convertirse en protagonista fundamental de la transici¨®n militar. ?l, junto a Diez Alegr¨ªa, fue una pieza crucial en la que don Juan Carlos y Adolfo Su¨¢rez se apoyaron para hacer posible el advenimiento de la libertad.
Guti¨¦rrez Mellado fue uno de esos actores del cambio pol¨ªtico espa?ol que tuvo un papel m¨¢s decisivo y, sin embargo, ha sido tambi¨¦n quien exhibi¨® menos su protagonismo. Tras el Rey, Su¨¢rez y Carrillo, hubo una segunda fila de protagonistas en esta gran operaci¨®n en la que ¨¦l figura de modo destacado.
El cambio en el Ej¨¦rcito fue much¨ªsimo m¨¢s dif¨ªcil que en la Iglesia. Taranc¨®n, otra de esas figuras de segunda fila ten¨ªa tras de s¨ª y lideraba una Iglesia que hab¨ªa cambiado desde hac¨ªa tiempo. Guti¨¦rrez Mellado debi¨® empujar suavemente al Ej¨¦rcito en direcci¨®n a la democracia y la verdadera transici¨®n en sus filas tuvo lugar despu¨¦s del cambio en la sociedad y en la pol¨ªtica espa?ola. Como Taranc¨®n, tambi¨¦n Guti¨¦rrez Mellado gui¨® la transici¨®n en su parcela por razones de principio, pero tambi¨¦n por otras derivadas de su condici¨®n profesional. El cardenal actu¨® por motivos religiosos y Guti¨¦rrez Mellado por razones exclusivamente militares.
De los grandes actores de la transici¨®n, quiz¨¢ Guti¨¦rrez Mellado fue quien m¨¢s sufri¨®. La raz¨®n obedece al car¨¢cter retardatario del mando militar, pero tambi¨¦n a la incomprensi¨®n de la extrema derecha espa?ola que le llam¨® "se?or Guti¨¦rrez" cuando fue un ejemplo ¨®ptimo de un militar que supo cumplir sus deberes. No nos ha dejado memorias, pero s¨ª esa expresiva imagen de un anciano oponi¨¦ndose a un hombre armado que intenta derribarle durante el golpe del 23 F.
Recuerdo haberle visitado en el edificio, m¨¢s bien l¨®brego, del Consejo de Estado. Ten¨ªa el rostro macilento y daba la sensaci¨®n de haber soportado el duro peso de una tarea dificil¨ªsima. No quer¨ªa volver sobre el pasado y asum¨ªa lo que hizo como una obligaci¨®n m¨¢s. Pero es dif¨ªcil imaginar que otro hubiese podido cumplir mejor el papel hist¨®rico que a ¨¦l le toc¨®.
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