Coalici¨®n
El gong ha sonado, el calendario electoral acaba de iniciar su cuenta atr¨¢s y el 3-M los espa?oles acudiremos a votar. ?Cu¨¢l ser¨¢ la correlaci¨®n de fuerzas entre los cinco grandes grupos parlamentarios (popular, socialista, catal¨¢n, anguitista y vasco) que salga de las urnas? Es ah¨ª, en esa loter¨ªa de las proporciones relativas entre los esca?os (que determinan con rigor matem¨¢tico las posibles coaliciones de control), donde nos jugamos el destino de la pr¨®xima legislatura. ?Qu¨¦ deber¨ªa pasar para que los resultados del 3 de marzo hagan posible lo m¨¢s conveniente para el porvenir, de nuestra democracia? Ante todo, lo mejor ser¨ªa que no salga ninguna mayor¨ªa suficiente.
_Es cierto que, a corto plazo, la mayor¨ªa absoluta proporciona la m¨¢s estable gobernabilidad, pero a la larga resulta contraproducente, como han revelado los penosos efectos perversos imprevistamente generados por el cheque en blanco disfrutado entre 1982 y 1993 por los socialistas. Y no me refiero tanto a las punibles extralimitaciones de poder (GAL, Filesa, fondos reservados, etc¨¦tera) como, sobre todo, al rampante deterioro de la democracia que se ha producido, afectando irreparablemente a la cultura c¨ªvica, la participaci¨®n p¨²blica y el cr¨¦dito de las instituciones. Pues, como las armas las cargas. el diablo, gobernar sin l¨ªmites ni controles crea la oportunidad objetiva de abusar del poder: ?y qui¨¦n es el guapo que se atreve a jurar que no caer¨¢ nunca en la tentaci¨®n de extralimitarse?
Nada, pues, de nuevas mayor¨ªas suficientes, por muy beatos y castos que parezcan sus impecables promotores. Por eso, lo m¨¢s conveniente es que el grupo ganador en las urnas s¨®lo obtenga una mayor¨ªa relativa, lo que obligar¨¢ a formar una coalici¨®n t¨¢cita o expl¨ªcita con aquella minor¨ªa que le permita completar un control parlamentario suficiente. Y que esto convenga lo demuestra que el PSOE nunca ha administrado mejor su poder, esc¨¢ndalos y crisppaciones al margen, que cuando ha estado limitado por el apoyo externo y condicional de la minor¨ªa catalana. Hasta 1993, en efecto, el Gobierno socialista no sab¨ªa evitar el extralimitarse presupuestariamente: por mucho que Econom¨ªa quisiera controlar el gasto, los ministros tecn¨®cratas o populistas forzaban por la v¨ªa de los hechos la m¨¢s ruinosa multiplicaci¨®n del d¨¦ficit. Pues bien, todo esto se acab¨® a partir de la asociaci¨®n de la minor¨ªa catalana al poder: su control condicional permiti¨® ajustar el gasto por miedo a que retirasen su apoyo externo.
De modo que, tras el 3-M, el reparto de esca?os deber¨ªa determinar una nueva coalici¨®n entre la minor¨ªa catalana (pues no cabe imaginar siquiera pacto alguno de gobierno con los anguitistas, que s¨®lo saben hacer de perro del hortelano) y el grupo parlamentario que obtenga la mayor¨ªa relativa (pues no es deseable una coalici¨®n contra el vencedor de las elecciones). ?Pero cu¨¢l convendr¨ªa que fuera ¨¦ste: el PP o el PSOE? Por razones de gobernabilidad y cohesi¨®n social, este papel le corresponder¨ªa mejor a los socialdem¨®cratas (como ellos mismos van a tratar de vendernos), pues la esquizofrenia de los populares, mitad populistas mitad liberales, nos precipitar¨¢ en un oto?o franc¨¦s. Pero los socialistas no merecen volver al Gobierno, pues, de hacerlo, todas sus penosas responsabilidades hist¨®ricas quedar¨ªan impunes. El cuerpo electoral no debe amnistiar al PSOE: al contrario, debe votar por su salida para que pueda retirarse con toda la dignidad posible antes de que, otra conf¨¢bulaci¨®n lo defenestre.
?Debemos, pues, resignarnos al inmerecido y triste sino que cabe esperar si gana Aznar y su gente? Es posible, pero tampoco hay que desesperarse. No hay mal que por bien no venga si ello les exige incorporar al poder a la minor¨ªa catalana, que habr¨¢ de moderarles, pues as¨ª se resolver¨ªa adem¨¢s el contencioso hist¨®rico de la derecha espa?ola, dada su incapacidad para vertebrar su integraci¨®n territorial. Y tampoco hay mal que cien a?os dure: aunque Aznar llegue a gobernar, antes o despu¨¦s el electorado lo retirar¨¢ tambi¨¦n.
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