?Hasta problemas en el cine!
Deseo transmitir, del modo m¨¢s escueto posible, la sensaci¨®n de indefensi¨®n e impotencia que tengo ante el abuso y desconsideraci¨®n del que he sido objeto junto con mi familia y otras 10 personas que tambi¨¦n, fueron enga?adas y menospreciadas. Los hechos tienen lugar en la tarde d¨¦ Navidad, cuando, con mi esposa y tres hijos (adultos) decidimos asistir a la sala 1 de cine Canciller,_en su sesi¨®n de las 20.30Una vez en posesi¨®n de las correspondientes entradas, pagadas a raz¨®n de 675 pesetas cada una, accedimos a la sala unos quince minutos antes del comienzo del pase de la pel¨ªcula. No obstante, en ese momento se estaba proyectando algo. en la pantalla, por lo que las luces estaban apagadas, sin que hubiera persona alguna encargada de la colocaci¨®n de los espectadores. Aparentemente al menos, todo estaba ocupado, sin posibilidad alguna de poder satisfacer nuestros deseos.
Ante la situaci¨®n creada solicitamos hablar con el encargado del local, haci¨¦ndosenos esperar m¨¢s de quince minutos para llevamos a, la puerta del despacho del citado se?or, donde esperamos otro cuarto de hora. La pel¨ªcula, en ese momento, deber¨ªa llevar al menos veinte minutos de proyecci¨®n.
Durante la espera, los cinco miembros de la familia se encontraron acompa?ados de otras 10 personas que, con id¨¦ntico problema, esperaban alguna soluci¨®n.
Dentro de un tono de absoluta seriedad, pero en todo momento correcto, se le apunt¨® al representante del cine la posibilidad de recibir entradas para la siguiente sesi¨®n o incluso para sesiones del d¨ªa siguiente o sucesivos.
Naturalmente, tambi¨¦n se le brind¨® la posibilidad de devolvernos el importe de las 15 entradas (en total) no utilizadas por problemas de disponibilidad de plazas libres.
Ninguna de nuestras propuestas fue aceptada, brind¨¢ndose el ¨²nico canal de formular nuestras quejas en el libro de reclamaciones, y siempre con la pueril amenaza de avisar a la polic¨ªa para que depusi¨¦ramos nuestra actitud y abandon¨¢ramos el local.
Como puede suponerse, nuestras reclamaciones fueron recogidas en el citado libro, en el que pudimos comprobar que ya exist¨ªan diversas denuncias. previas similares a la nuestra. Tambi¨¦n exigimos la presencia en el local de la polic¨ªa para que, actuando en conciencia, pudi¨¦ramos tener una clara prueba de los hechos acontecidos.
Los servicios del 091 se limitaron a comprobar los hechos y a redactar la oportuna acta, aconsej¨¢ndonos formular denuncia" en la correspondiente comisar¨ªa del distrito, no ocult¨¢ndonos su temor a que nuestra denuncia no prosperara por no alcanzar el importe total de las entradas las 30.000 pesetas, que, seg¨²n parece, es la cantidad m¨ªnima que ha de estafarse a un sujeto para que pueda ser atendido.
La denuncia es presentada en comisar¨ªa, donde, al tiempo que se nos confirma la gran duda; por parte del funcionario, del ¨¦xito de nuestra petici¨®n, se nos recomienda que formulemos una queja paralela en la Oficina para la Defensa del Consumidor del Ayuntamiento de Madrid.
En este momento, la denuncia en la Oficina del Consumidor est¨¢ formulada al menos por siete personas de las- 15 afectadas, pero mi des¨¢nimo es total al ser informado de los tr¨¢mites que se van a seguir:
- El Ayuntamiento va a mandar un inspector al cine. Dudo mucho de que el citado inspector pueda comprobar unos hechos ya pasados, que, por otra parte, ya fueron comprobados en tiempo y lugar por la polic¨ªa.
- El inspector va a recomendar al cine la devoluci¨®n del importe de las entradas. Naturalmente, los responsables del cine Canciller aceptar¨¢n o no la propuesta , que en ning¨²n caso sera de obligado cumplimiento por no tener fuerza alguna las autoridades municipales.
Ante los hechos comentados y ante la imposibilidad de encontrar alg¨²n estamento oficial realmente ejecutivo que pueda adoptar decisiones, para evitar actuaciones que van, claramente contra los intereses de los ciudadanos, no puedo por menos que hacerme el siguiente planteamiento:
Si al terrorista que indiscriminadamente asesina se le aplican, en el peor de los casos para ¨¦l, penas que no cumple en su totalidad, facilit¨¢ndosele la reinserci¨®n en nuestra sociedad; si delincuentes comunes que son detenidos con las manos en la masa son puestos de inmediato en libertad, dando lugar a reincidencias, con la correspondiente desmotivaci¨®n de las fuerzas policiales; si estamos m¨¢s pendientes de juzgar a autoridades policiales, militares o pol¨ªticas por supuestas acciones realizadas en la frontera de la permisividad; si se toleran -o por lo menos no se act¨²a tajantemente- hurtos, violaciones, abusos como el que ha sido objeto de mi carta y en ning¨²n caso existe definido organismo o autoridad capaces de atajarlos de inmediato, no puedo por menos que pensar que algo est¨¢ fallando en mi pa¨ªs.
El ciudadano medio, trabajador y contribuyente, es obligado solidariamente a cumplir normas, a aceptar leyes, a pagar impuestos. Todo ello es imprescindible para levantar nuestro pa¨ªs, pero ?qui¨¦n protege al ciudadano de un modo r¨¢pido y eficaz? ?Qui¨¦n le defiende de actuaciones abusivas y prepotentes como las detalladas? ?Es ¨¦sta la democracia que todos queremos y a?oramos? Ante esta situaci¨®n muchos vivimos con la esperanza de un cambio, pero ?el cambio ser¨¢ para mejorar?.-
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