Debiliad y delito
LA JUEZ que investiga el presunto caso de corrupci¨®n de menores descubierto en el pub Arny de Sevilla ha de cidido prorrogar durante un mes m¨¢s el secreto del sumario. Al parecer, la investigaci¨®n est¨¢ pr¨¢cticamente concluida, por lo que deben ser otras las consideraciones que han motivado esa decisi¨®n. De un lado, la de proteger la identidad de la treintena de menores que aparecen como denunciantes y v¨ªctimas de la red de prostituci¨®nInfantil; de otro, la de amparar. tambi¨¦n la intimidad de aquellas personas citadas en el sumario pero sobre las que no hay pruebas de su irriplicaci¨®n en tan grave suceso.En cualquier caso, la pr¨®rroga del secreto, sumarial durante algunas semanas apenas cambia los datos del problema. Con secreto sumarial o sin ¨¦l, existen medidas legales de car¨¢cter preventivo para proteger de la curiosidad p¨²blica la identidad de los menores. No sucede lo mismo con las personas que, por las razones que fuere, aparecen en el sumario sin estar vinculadas con la red de prostituci¨®n. Su derecho constitucional a la intimidad y al honor queda de alguna manera en manos del buen sentido y de la responsabilidad de los medios de comunicaci¨®n.. Y, en ¨²ltima instancia, de medidas legales de dudosa eficacia s¨®lo utilizables a posteriori. A la vista est¨¢ que el secreto sumarial no evita ese riesgo, y hasta es posible que lo agudice, al menos en este pa¨ªs y seg¨²n nos dicta la experiencia.El inter¨¦s, m¨¢s o menos morboso, por conocer el nombre de tal o cual presunto implicado -con m¨¢s raz¨®n si es famoso- ha prevalecido sobre la naturaleza del delito: la inducci¨®n de menores de edad a la prostituci¨®n. Se ha visto c¨®mo algunos medios no han tenido reparo en publicar nombres no contrastados, citados exclusivamente en listas policiales y de los que no se tiene constancia de que aparezcan siquiera en la investigaci¨®n sumetrial. Existe el riesgo de causar da?os irreparables a personas no implicadas, pero se?aladas como tales por algunos feroces gendarmes.
Esta reacci¨®n es un s¨ªntoma de que a algunos estamentos de la sociedad espa?ola podere p¨²blicos iglesias, etc¨¦tera- no les preocupa tanto el problema de la prostituci¨®n juvenil como la de car¨¢cter homosexual. Desgraciadamenteja prostituci¨®n de adolescentes, chicos y chicas, est¨¢ lavista de todos en las grandes ciudades -enCalles y horas determinadas- y se ofrece con todo lujo de detalles en los anuncios, sin que se abran mayores investigaciones cuando se trata de mujeres. En Espa?a, Cerca de un 60% de las mujeres que se. dedican a la prostituci¨®n comenzaron a ejercer este oficio antes de alcanzar la mayor¨ªa de edad.
Ese hecho no parece causar tanta conmoci¨®n como cuando este comercio apunta a la pr¨¢ctica de la homosexualidad. Criminalizar esta opci¨®n sexual sigue siendo todav¨ªa para algunos m¨¢s importante que impedir que alguien pueda inducir a adolescentes de no importa qu¨¦ sexo a prostituirse. Las asociaciones de homosexuales han denunciado, no sin raz¨®n, el peligro de que el revuelo informativo que ha originado el sumario de Sevilla termine por desatar una caza de brujas contra la comunidad homosexual.
El C¨®digo Penal no discrimina en raz¨®n del sexo a la hora de penalizar la inducci¨®n de. menores a la prostituci¨®n. Apl¨ªquese. la ley a quienes la, hayan infringido, pero sin ejercicios de hipocres¨ªa. social. El Estado tiene la especial obligaci¨®n de defender al d¨¦bil, y el menor de edad lo es por definici¨®n. Pero no tiene derecho a entrometerse en las opciones sexuales de los ciudadanos.
Ninguna legislaci¨®n -tampoco el nuevo C¨®digo Penal- basta por s¨ª misma para disuadir a quienes hacen negocio mediante la utilizaci¨®n sexual de menores. Pero llama la atenci¨®n que las autoridades andaluzas no tomaran en su momento ninguna medida sobre lo que al parecer era de conocimiento p¨²blico y que incluso desoyeran la petici¨®n, que les hizo hace un a?o la juez que investiga el caso para que se adoptaran medidas de protecci¨®n sobre los menores denunciantes. Lo mismo podr¨ªa decirse de otras instancias gubernativas o judiciales: la prostituci¨®n de adolescentes, hombres y mujeres, est¨¢ al cabo de nuestras calles sin que nadie tome medidas.
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