La Comisi¨®n asume que la decisi¨®n sobre la moneda ¨²nica ser¨¢ "pol¨ªtica"
La Comisi¨®n Europea reconoci¨® ayer p¨²blicamente que la decisi¨®n final sobre qu¨¦ Estados ingresan en la moneda ¨²nica ser¨¢ "una decisi¨®n pol¨ªtica". Aunque formalmente el Ejecutivo de la Uni¨®n Europea contin¨²a y continuar¨¢ defendiendo el "cumplimiento estricto" de los criterios de convergencia de Maastricht, Bruselas ha empezado a evolucionar hacia su interpretaci¨®n flexible, a cambio de no tocar la fecha de inicio de la tercera fase de la uni¨®n monetaria (1 de enero de 1999). Es la tercera v¨ªa que se abre camino, entre los enemigos del euro y la interpretaci¨®n restrictiva del Tratado, reiterada ayer por Bonn.
La decisi¨®n sobre la criba de los pa¨ªses que ingresar¨¢n en el euro la tomar¨¢n los 15 jefes de Estado o de Gobierno en un Consejo Europeo o cumbre especial a principios de 1998. Hasta ahora, Alemania, el Ecofin, la Comisi¨®n y el Instituto Monetario Europeo (IME) se manten¨ªan cerrados en banda en la interpretaci¨®n ultraortodoxa o restrictiva del Tratado de la Uni¨®n, sobre todo en lo referente al techo permitido de d¨¦ficit, el 3% del PIB, y se negaban a asumir que la decisi¨®n final de los Quince ser¨¢ pol¨ªtica m¨¢s que matem¨¢tica, contra lo que defendi¨® uno de los partidarios de la tercera v¨ªa, Carlos Solchaga, en el simposio reci¨¦n clausurado en Bruselas.Pero ayer Klaus Van der Pas, portavoz del presidente de la Comisi¨®n, Jacques Santer, reconoci¨® que el veredicto ser¨¢ pol¨ªtico, y lo justific¨® diciendo que "como toda decisi¨®n que toma el Consejo Europeo, es una decisi¨®n pol¨ªtica". Incluso en ¨¦l sinuoso lenguaje comunitario, una decisi¨®n pol¨ªtica es aquella en cuya formaci¨®n no s¨®lo entran en juego los datos econ¨®mico-matem¨¢ticos a palo seco, sino tambi¨¦n otras consideraciones.Balones fuera
El portavoz ech¨® balones fuera al ser interrogado sobre si Santer compart¨ªa la propuesta flexibilizadora lanzada el jueves por otro de los cabecillas de la tercera v¨ªa, Val¨¦ry Giscard d'Estaing, con sistente en detraer del c¨¢lculo del d¨¦ficit, final el impacto de una eventual recesi¨®n. "No se puede jugar con los criterios de convergencia, hay que respetarlos, no se puede interpretarlos de cualquier manera, porque eso ser¨ªa abrir la caja de Pandora y crear el caos", dijo. Otros altos funcionarios de la Comisi¨®n confirmaron que su c¨²pula ha iniciado una evoluci¨®n hacia la interpretaci¨®n flexible. Pero dudan de que ni Santer ni el comisario de Asuntos Monetarios, Yves-Thibault de Silguy, lo reconozcan p¨²blicamente, por lo menos hasta que se acerque en el tiempo la decisi¨®n final, para evitar que ello induzca a una relajaci¨®n en las pol¨ªticas nacionales de rigor presupuestario.
La nueva convicci¨®n m¨¢s pol¨ªtica y m¨¢s flexible del ejecutivo comunitario se basa en que, aunque Alemania defiende que el cumplimiento de los criterios es m¨¢s importante que el calendario, en el ¨²ltimo minuto cambiar¨¢ de posici¨®n. El argumento decisivo es que, si fracasara la unificaci¨®n monetaria, se disparar¨ªa la cotizaci¨®n del marco, con grave perjuicio para las exportaciones alemanas.
De modo que si el grado de convergencia "es suficiente" -que prosiga la reducci¨®n del d¨¦ficit aunque un candidato no consiga bajarlo al 3% por unas pocas d¨¦cin¨ªas-, el canciller Kohl antepondr¨¢ su inter¨¦s econ¨®mico de fondo y tambi¨¦n su aspiraci¨®n pol¨ªtica de convertirse en el padre de la unificaci¨®n monetaria europea. El precedente es la uni¨®n monetaria interalemana, al tipo de un marco occidental por uno oriental, aprobada por motivos pol¨ªticos contra las objeciones t¨¦cnicas del Bundesbank.
Pero mientras llegue el momento de la verdad, el Gobierno de Bonn mantendr¨¢ la ortodoxia a marchamartillo. El ministro de Exteriores alem¨¢n, Klaus Kinkel, respondi¨® ayer a las propuestas de Giscard y a la "parada de reloj" sugerida y luego rectificada por su colega espa?ol Carlos Westendorp, aunque sin mencionarles: "Suavizar los criterios o posponer el inicio de la tercera fase tendr¨ªa efectos pol¨ªticos y econ¨®micos drarn¨¢ticos". Kinkel dijo que su pa¨ªs est¨¢ preparado para una uni¨®n monetaria con pocos pa¨ªses, pero a?adi¨® que Francia deber¨ªa estar entre ellos.
Ocurre sin embargo que la propuesta de Giscard ha levantado las orejeras de muchos. Hasta ahora se reconoc¨ªa que el criterio de deuda era flexible y se aprob¨® a Irlanda porque a¨²n incumpliendo el techo del 60% se hab¨ªa aproximado a ¨¦l. Pero Giscard es el primero en destacar que el art¨ªculo. 104-C del Tratado tambi¨¦n permite la flexibilidad para ,el criterio de d¨¦ficit por Causas excepcionales.
La relevancia de la nueva actitud de fondo de la Comisi¨®n, aunque p¨²blicamente s¨®lo la insin¨²e i estriba en que la cumbre de 1998 tomar¨¢ su decisi¨®n en base a dos informes, uno suyo y otro del IME. El presidente de ¨¦ste, Alexandre Lamfalussy, manifest¨® al Frankfurter AlIgemeine que no habr¨¢ peligro de divisi¨®n monetaria "si son s¨®lo uno o dos los pa¨ªses que no acceden inicialmente a la moneda ¨²nica". Lamfalussy a?adi¨® que el aplazamiento de la UEM ser¨ªa "un shock pol¨ªtico y econ¨®mico" y pondr¨ªa en peligro la credibilidad de todo el proceso de integraci¨®n europea.En un foro internacional sobre pol¨ªtica agr¨ªcola, Lamfalussy se opuso a que se haga responsable al Tratado de Maastricht de las secuelas dolorosas de la consolidaci¨®n fiscal en los pa¨ªses de la UE. "El regreso a una s¨®lida pol¨ªtica presupuestaria", afirm¨®, "urge tambi¨¦n sin Maastricht. Cargar sobre generaciones futuras las deudas de hoy se ha convertido en una pr¨¢ctica enormemente extendida que no tiene ya justificaci¨®n". Para el presidente del IME, son tres los desaf¨ªos: La correcta selecci¨®n de los pa¨ªses que formar¨¢n parte de la moneda ¨²nica, la relaci¨®n entre los pa¨ªses que queden fuera y la prevenci¨®n de conflictos entre la pol¨ªtica econ¨®mica y la fiscal.
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