Ofertas de mili
LA MILI, el servicio militar y su obligatoriedad, se han convertido en uno de los productos m¨¢s atractivos del mercado electoral desde que el antiguo partido del ex presidente Adolfo Su¨¢rez -el Centro Democr¨¢tico y Social- lo presentara como cuesti¨®n estrella de su programa en las elecciones legislativas de junio de 1986. Pero el debate sobre el modelo de Fuerzas Armadas debe trascender la mera oferta electoral partidista y cuajar en un proyecto asumido en sus l¨ªneas generales por el conjunto de los grupos pol¨ªticos m¨¢s representativos.La llamativa propuesta del PP a favor de una mili de seis meses y de una paga mensual de 30.000 pesetas por recluta tiene ante todo el m¨¦rito de alimentar este debate. El resto de las fuerzas pol¨ªticas se han apresurado a presentar o actualizar sus respectivas propuestas. El PSOE ha decidido mantener tal cual el actual modelo mixto de Fuerzas Armadas -mitad soldados profesionales, mitad soldados de reemplazo de aqu¨ª al a?o 2000 y mili de nueve meses-, pero algunos de su dirigentes -Alfonso Guerra se?aladamente- se preguntan si no ha llegado el momento de propugnar la supresi¨®n de la mili y apostar por un Ej¨¦rcito profesionalizado. Izquierda Unida y CiU se han pronunciado claramente por esto ¨²ltimo.
La evoluci¨®n de la sociedad -la mayor¨ªa se manifiesta a favor de la desaparici¨®n de la mili, y los j¨®venes, de forma abrumadora-, las tendencias demogr¨¢ficas a la baja, el aumento de objetores e insumisos y las exigencias tecnol¨®gicas de la defensa apuntan cada vez con m¨¢s fuerza hacia la profesionalizaci¨®n del oficio militar y de las Fuerzas Armadas. Cualquier propuesta que mantenga la mili obligatoria, aun con una duraci¨®n m¨¢s reducida, corre el riesgo de llegar con retraso. El PP est¨¢ obligado a explicar, en todo caso, cu¨¢l es el coste de la suya y en qu¨¦ medida la reducci¨®n del tiempo de mili por debajo de nueve meses afecta a la viabilidad del vigente modelo de Fuerzas Armadas.
Del elenco de argumentos barajados tradicionalmente contra la opci¨®n del Ej¨¦rcito profesional s¨®lo el econ¨®mico mantiene hoy d¨ªa su virtualidad. Pero es imposible determinar cu¨¢l es el coste real de un Ej¨¦rcito profesional sin evaluar previamente sus efectivos. ?Qu¨¦ Fuerzas, Armadas necesita Espa?a para que su defensa sea disuasoria en tiempos de paz y eficaz en los de guerra, as¨ª como para llevar a cabo dignamente sus compromisos internacionales en el marco de la ONU y de la OTAN? Es seguro que el contribuyente espa?ol no puede sufragar un Ej¨¦rcito profesional del tama?o del actual -incluso reducido al m¨¢ximo de 180.000 hombres previstos para el a?o 2000-, pero no lo es tanto que no pueda hacerlo con otro m¨¢s ajustado a esos objetivos. Algunos estudios, e incluso propuestas electorales -la de CiU, en concreto-, sit¨²an ese ajuste en tomo a los 100.000 hombres. Canad¨¢, con un potencial econ¨®mico parecido al de Espa?a, mantiene unas Fuerzas Armadas profesionalizadas de unos 80.000 hombres.
Es posible que el coste de un Ej¨¦rcito m¨¢s reducido y profesionalizado no supere en demas¨ªa al mixto de hoy. La viabilidad de este ¨²ltimo depend¨ªa de un factor esencial: el incremento progresivo de los gastos de defensa hasta alcanzar el 2% del PIB en el entorno del a?o 2000. Sin embargo, desde 1991, en que fue aprobado por mayor¨ªa en el Parlamento, no s¨®lo no se produce ning¨²n incremento en el gasto militar, sino que se ha reducido desde el 1,74% del PIB en aquella fecha hasta el 1,19% en 1995. La conclusi¨®n es clara: o el esfuerzo presupuestario en defensa alcanza ese 2% del PIB o se va hacia la quiebra financiera del actual modelo. Incluso si se decide optar claramente, con prudencia, meticulosa planificaci¨®n y estricto ajuste de efectivos, funciones y necesidades estrat¨¦gicas, por la profesionalizaci¨®n total de las Fuerzas Armadas, el nivel de gasto actual en defensa podr¨ªa ser insuficiente. Francia acaba de decidirse por esta opci¨®n y ha se?alado el a?o 2002 como fecha tope para llevarla a efecto, tal como anunci¨® ayer Chirac. No tiene, pues, ya sentido la advertencia del canciller alem¨¢n, Helmut Kohl, a Aznar de que Espa?a no desencadene unilateralmente una reforma que pueda afectar a otros socios en la Alianza. Porque la reforma se hace inevitable, imprescindible.
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