Las 'pastillas' se unen al estrago de la hero¨ªna
Si hay un problema en el que los prejuicios dificultan su resoluci¨®n, ¨¦se es el de las drogas. Abordarlo, de forma premeditada o no, como si los adictos fueran un grupo de viciosos que merecen el castigo de la marginalizaci¨®n puede acarrear consecuencias graves, como ha sido la r¨¢pida extensi¨®n de sida en las metr¨®polis espa?olas. Abordar el tratamiento M adicto a las drogas como el de un enfermo m¨¢s sigue encontrando resistencias, pero se va abriendo paso. En todo caso, el problema de la droga sigue despertando encendidos debates, y por ello ha sido elegido para iniciar la serie que comienza hoy y proseguir¨¢ a lo largo de toda la campa?a electoral dedicada a presentar los temas m¨¢s pol¨¦micos, las posiciones, que adoptan los partidos ante ellos y las propuestas que hacen los expertos. Todo ello, completado con la exposici¨®n de casos concretos que muestren c¨®mo el problema es vivido por la gente afectada.
La lucha contra la droga ha tenido en Espa?a durante dos d¨¦cadas un gran demonio: la hero¨ªna. Y la sociedad espa?ola debe resolver hoy las consecuencias que ha tenido para la salud la tard¨ªa respuesta pol¨ªtica y social dada para reducir sus. riesgos. Pero afronta tambi¨¦n un nuevo reto: la reaparici¨®n de un patr¨®n de drogadicci¨®n casi olvidado desde los a?os sesenta, el regreso de las drogas sint¨¦ticas.Los heroin¨®manos son viejos de 30 a?os, dicen las estad¨ªsticas; los nuevos adictos son casi adolescentes que acaban de descubrir el LSD y las anfetaminas de la psicodelia, junto a nuevas sustancias de dise?o, de efectos tan diversos como sus nombres de guerra: cat, ghb, tapones, tanques, delfines, p¨¢jaros, cacharros... Todo bien regado con alcohol los fines de semana. En medio, el consumo de coca¨ªna, que tuvo su explosi¨®n al inicio de los ochenta y afecta en Espa?a a m¨¢s personas que en otros pa¨ªses europeos; y el de cannabis, tan extendido -casi el 21% de los j¨®venes lo han consumido alguna vez- como silente en sus posibles efectos.
Si el volumen de decomisos es un indicador del consumo, el problema de la droga es grave. El aumento de los nuevos t¨®xicos es espectacular. En 1995 se aprehendieron 739.510 dosis de ¨¦xtasis y 15.437 de LSD, m¨¢s del doble que en 1994 en ambos casos. Los decomisos de hero¨ªna y coca¨ªna est¨¢n estabilizados, igual que los de cannabis, con la salvedad de que las aprehensiones en Espa?a, m¨¢s de 200 toneladas al a?o, superan a las de todo el resto de la Uni¨®n Europea.
Espa?a, y en menor medida Italia y Francia, pagan hoy el tiempo perdido en la lucha contra los efectos devastadores de las drogas inyectadas por v¨ªa intravenosa. A diferencia de lo que hicieron pa¨ªses como el Reino Unido, hasta 1989 no se implantaron programas orientados a reducir el riesgo, como el reparto de jeringuillas entre los heroin¨®manos. El uso de la metadona como sustitutivo por v¨ªa oral de una droga que pod¨ªa portar el sida en cada pinchazo compartido se ha extendido muy tarde.
La consecuencia ha sido que Espa?a ostenta hoy la tr¨¢gica marca de ser el pa¨ªs europeo con mayor tasa de sida entre la poblaci¨®n toxic¨®mana y, por extensi¨®n, entre la poblaci¨®n en general. Ha sido esta epidemia y la constancia, finalmente, de que otras enfermedades como la tuberculosis o la hepatitis no se quedan recluidas. en los colectivos marginados, lo que ha propiciado un tratamiento serio del problema. Por solidaridad, o simplemente por pura supervivencia social, el drogadicto ha pasado de ser considerado un delincuente apestado a ser visto como una persona enferma.
Miembro de la asociaci¨®n de madres contra la droga de Vigo ?rguete (Levante)
A ellas, a las madres de hijos en prisi¨®n por culpa de la droga, como Josefa Rom¨¢n, empacadora de pescado de Vigo, importa si los traficantes cumplen la pena ¨ªntegra o no, asegura. "Lo que queremos es que de una vez por todas les saquen todo lo que ganan con la droga, el dinero que nos robaron a nosotros y a la sociedad". Aunque no a todos igual. A los pobres, dice, les toca la peor parte. "La justicia deber¨ªa distinguir entre un traficante y un toxic¨®mano que vende papelinas para poder seguir pinch¨¢ndose". ?stos van a la c¨¢rcel, como su hijo, "y los presos no se curan; en la c¨¢rcel se enganchan m¨¢s". ?Ad¨®nde ir? "Nuestros hijos no tienen centros para dengancharse. Los que hay son privados". Con un sueldo de 80.000 pesetas m¨¢s la jubilaci¨®n de su marido, "?c¨®mo pagar las 150.000 pesetas que cuestan?", se pregunta.
M¨¦dico especializado en el tratamiento de toxicoman¨ªas
"Contra la droga, lo primero es plantear objetivos realistas. No existen soluciones definitivas ni m¨¢gicas", advierte de entrada Carlos Dulanto. Y plantea para el futuro: "Admitiendo que la represi¨®n de la oferta es necesaria, el mayor gasto de energ¨ªas y recursos debe destinarse a prevenir la demanda. Solucionar el problema supone que los pol¨ªticos trabajen sobre cuatro a?os vista, y los t¨¦cnicos, con perspectivas de 10, 15 o 30 a?os".Potenciar la colaboraci¨®n entre los recursos p¨²blicos y los privados "para no desperdiciar energ¨ªas", formar m¨¢s especialistas y dar prioridad a la investigaci¨®n sobre las drogas son propuestas concretas de este profesional de la medicina, cuya experiencia le lleba a formular un ruego: "Que los toxic¨®manos, dejen de ser pacientes de segunda clase. Son enfermos que necesitan un trato especial".
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