'Mili', s¨ª, gracias
Los reclutas holandeses piden una compensaci¨®n por la supresi¨®n del servicio militar obligatorio
Los opositores ac¨¦rrimos al servicio militar obligatorio no podr¨ªan creer lo que est¨¢ ocurriendo en Holanda. Cierto es que el anuncio del Gobierno de poner fin antes de lo previsto a la mili se produjo de forma totalmente inesperada. Pero que se fueran a producir reacciones en contra es algo que casi nadie pod¨ªa imaginar. Decenas de ex reclutas est¨¢n cargando las armas para reclamar una indemnizaci¨®n por da?os y perjuicios al Ministerio de Defensa. Y no precisamente por haber tenido que cumplir con el Ej¨¦rcito, sino por todo lo contrario: los mozos se quejan del tiempo que los han tenido esperando para finalmente no llamarlos. Y tienen una raz¨®n de peso. Alegan que mientras aguardaban su incorporaci¨®n han perdido su empleo o no han podido encontrar trabajo.De acuerdo con el calendario inicialmente previsto, el ¨²ltimo reemplazo deber¨ªa haberse incorporado a principios del mes de abril. El Gobierno, con el argumento de que era innecesario prolongarlo m¨¢s, decidi¨® en d¨ªas pasados otorgar el perd¨®n a m¨¢s de un millar de mozos que a¨²n ten¨ªan que incorporarse en los pr¨®ximos meses. Se anunci¨® tambi¨¦n una fecha final: el 31 de agosto, todos los voluntarios tendr¨¢n que entregar el uniforme militar. Para entonces, el pa¨ªs dispondr¨¢ de unas Fuerzas Armadas totalmente profesionales y habr¨¢ desaparecido el ¨²ltimo de los reclutas.
Pero algunos de los mozos que ten¨ªan que ser llamados a filas recibieron con frialdad una noticia de la que s¨®lo tuvieron conocimiento a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n. A Giel Vorstenbosch, de 18 a?os, le avisaron meses atr¨¢s de que a finales de febrero tendr¨ªa que presentarse a cumplir con sus obligaciones militares. "Perd¨ª una oferta de trabajo fijo como camarero", afirma indignado. Dice que lo suyo no es un inter¨¦s especial por hacer la mili, pero se queja de que no le hicieran ninguna comunicaci¨®n oficial y con m¨¢s tiempo de adelanto. Desde que, en septiembre, le hicieron saber que ten¨ªa que incorporarse a filas no ha podido encontrar trabajo.
El caso de Giel no es aislado. Junto a ¨¦l, m¨¢s de 40 j¨®venes han presentado en la ¨²ltima semana protestas ante la Oficina de Defensa del Recluta. La oficina nacional, en coordinaci¨®n con el Consejo Europeo de Organizaciones de Defensa del Soldado, asesora y ayuda a los reclutas en sus problemas y reivindicaciones. Y seg¨²n su presidente, Marc Hulst, "existen muchas posibilidades de que los muchachos puedan resarcirse de las p¨¦rdidas de oportunidades y econ¨®micas que han tenido".
Pero otros han interpretado esta aceleraci¨®n de los planes gubernamentales como una completa victoria en una batalla pr¨¢cticamente ganada desde que, a principios de 1993, se anunci¨® la reducci¨®n a la mitad del Ej¨¦rcito y la desaparici¨®n del servicio militar obligatorio en un plazo de cinco anos. El fin de la guerra fr¨ªa hab¨ªa suprimido la amenaza de un conflicto armado y el Ej¨¦rcito ten¨ªa que adaptarse a las nuevas tareas.
Aunque las cosas se aceleraron m¨¢s de lo previsto. El verano pasado tan s¨®lo eran llamados ya uno de cada diez mozos, mientras que tres a?os atr¨¢s cumpl¨ªan con sus obligaciones militares uno de cada tres. La aceleraci¨®n del proceso supondr¨¢ un importante ahorro al Gobierno holand¨¦s. Cada recluta forzoso cobra en Holanda casi un mill¨®n de pesetas anuales, frente a las alrededor de 12.000 que reciben en Espa?a. La profesionalizaci¨®n va acompa?ada, adem¨¢s, del cierre de decenas de cuarteles y la venta o destrucci¨®n de una buena parte del material militar. No obstante, Holanda mantendr¨¢ intacta su presencia en la Alianza Atl¨¢ntica y en las misiones de paz de la ONU.
Donde no mantendr¨¢ su presencia es en el Consejo Europeo de Organizaciones de Defensa del Soldado. Cumplido el objetivo, su existencia ya no tiene sentido. El Consejo, que parad¨®jicamente tiene su sede en Holanda, se encuentra en busca de nueva ubicaci¨®n. "Ahora habr¨¢ que desplazarse a otro pa¨ªs que a¨²n mantenga el servicio obligatorio", explica su presidente, Hulst, que tiene una especial predilecci¨®n por Espa?a.
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