Pastor en Am¨¦rica
CUANDO EL Papa visit¨® Am¨¦rica Central por primera vez, en 1983, encontr¨® un panorama, al menos en lo superficial, diferente del que ha conocido ahora en su segunda visita a la zona, que se ha completado este fin de semana en Venezuela. Pero en lo fundamental -la pobreza, la desesperanza, la desarticulaci¨®n de unas sociedades- sigue igual o peor que entonces.Hace 13 a?os, un sandinismo de cariz revolucionario recibi¨® al Pont¨ªfice entre abucheos y ataques por su oposici¨®n a la teolog¨ªa de la liberaci¨®n; en Guatemala, la situaci¨®n dejaba todo que desear en una m¨ªnima pr¨¢ctica. democr¨¢tica; en El Salvador se libraba una terrible guerra civil, y en Venezuela no fue poco el embarazo del Papa cuando la amante del presidente Lusinchi quiso asistir a alguna de las ceremonias, para lo que hubo cort¨¦smente que disuadirla.
En Managua gobierna ahora, en cambio, una presidenta catolic¨ªsima, Violeta Chamorro; en Guatemala se celebran regularmente elecciones y, al menos en lo formal, el pa¨ªs. parece encarrilado en los procedimientos de la democracia; en El Salvador se firm¨® en 1992 un acuerdo de paz con la guerrilla, y en Venezuela, el venerable presidente Caldera batalla por poner orden en un pa¨ªs que trata de restablecerse de la ca¨ªda ?le Carlos Andres P¨¦rez, bajo graves acusaciones de corrupci¨®n.
Nicaragua, sin embargo, no logra recuperarse de los a?os de plomo que marcaron el mandato sandinista, y el pa¨ªs se sume en una pobreza que las recetas neoliberales no parecen capaces de mitigar; Guatemala no realiza progresos visibles en la integraci¨®n nacional de una mayor¨ªa desheredada de cerca del 75% de indios; en El Salvador, el subdesarrollo y la inseguridad hacen afirmar al obispo de la capital, Gregorio Rosa Ch¨¢vez: "Firmamos una paz, pero no vivimos en paz, sino en la violencia, el desempleo y la pobreza m¨¢s extrema"; y en Venezuela, el caos econ¨®mico y nacional parece largamente superior a las fuerzas del octogenario presidente.
Ante ese panorama, el Papa no ha podido m¨¢s que dibujar una fr¨¢gil imagen de esperanza, plagada de exhortaciones a la justicia social y, sobre todo, al rearme moral frente a la pujanza de una multitud de sectas protestantes, de origen norteamericano, que crecen sin cesar en todos esos pa¨ªses. Pero el ¨²nico mensaje de la recatolizaci¨®n no puede ser respuesta a los males de la regi¨®n. Los problemas centroamericanos y de otros pa¨ªses en Am¨¦rica Latina son pol¨ªticos, sociales y econ¨®micos. Bien est¨¢ que el Papa piense en las almas. Pero de los cuerpos, ?qui¨¦n se ocupa?
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