Carta abierta a losescr¨ª9 tores cubanos
El autor es un escritor que vive en Cuba y al que no se le ha permitido viajar a Espa?a para asistir al seminario La ¨ªsla entera, celebrado por la Casa de Am¨¦rica en Madrid. En este texto pone en entredicho a las organizaciones culturales supeditadas al r¨¦gimen de Castro.
A mediados del a?o anterior, un grupo de escritores cubanos recibimos invitaciones respectivas para la participaci¨®n en un seminario sobre el cuento en la literatara cubana. La invitaci¨®n proven¨ªa de la Secretar¨ªa de Estado para la Cooperaci¨®n Iberoamericana, e involucraba a la Universidad Complutense de Madrid y a la Casa de Am¨¦rica como las instituciones culturales donde se desarrollar¨ªan las ponencias y mesas redondas del seminario, que se efectuar¨ªa en el mes de octubre de 1995. Intervendr¨ªan escritores cubanos de "adentro" y de 'afuera", seg¨²n la denominaci¨®n ad usum.R¨¢pidamente las instituciones cubanas lograron que el evento se pospusiera para el mes de enero de 1996, alegando vagas razones organizativas M¨¢s adelante, las instituciones cubanas pidieron a las instituciones espa?olas que las invitaciones fueran cursadas por la llamada "v¨ªa privada". Las instituciones espa?olas no aceptaron este reclamo, pues consideraron las invitaciones firmadas por la secretar¨ªa de Estado como suficientemente leg¨ªtimas y exentas del "impuesto" con que se oficializan en Cuba las invitaciones "privadas".
No es dif¨ªcil percatarse de las verdaderas razones de las instituciones cubanas para desviar el curso de un evento de ¨ªndole cultural hacia la "v¨ªa privada": son, sencillamente, razones pol¨ªticas. Pues el evento, aun con sus peculiaridades culturales, se inscribir¨ªa en una serie de encuentros que desde hace algunos a?os se realizan con la participaci¨®n de cubanos de-todo-el-mundo.
La resistencia del Estado cubano a este tipo de eventos ha sido notoria: el Encuentro de Estocolmo (1993), aunque pudo llevarse a efecto, supuso extensos y eomplicados tr¨¢mites organizativos; el Coloquio sobre poes¨ªa "La isla entera" (Madrid, 1994) peligr¨®, ya que los participantes de adentro" de la isla obtuvieron sus "permisos de salida" apenas 24 horas antes de la partida; al Encuentro de Literatura Cubana de Berl¨ªn (1995) s¨®lo pudieron asistir dos de los invitados de "adentro" luego de sobresaltos y complicaciones que duraron dos meses; el Festival de Nantes (1995), dedicado a la cultura cubana en su m¨¢xima concepci¨®n, a donde fueron invitados cientos de artistas y escritores cubanos y que recibi¨® fuertes cr¨ªticas del gobierno por-haberse-incumplido-determinadas-formalidades-y-acuerdos-organizativos (los organiz¨¢dores ampliaron la participaci¨®n a escritores y artistas poco gratos para el Gobierno cubano), el cual, finalmente, no se llev¨® a cabo.
Las razones del Gobierno cubano y sus instituciones culturales para entorpecer y anular la consecuci¨®n de los encuentros mencionados, sospecho que son las siguientes:
1) El derecho que creen detentar sobre el control absoluto de la Cultura Cubana.
2) Por consiguiente, el control absoluto que creen detentar sobre los escritores y artistas cubanos de "adentro" de la isla, a trav¨¦s de lo que llaman "pol¨ªtica cultural cubana".Ambas razones -convertidas en razones de Estado en nombre de un sujeto revolucionario que Ellos usurparon han obtenido cuerpo gracias a la total institucionalizaci¨®n de la Cultura del pa¨ªs y al sentido, en el orden de la censura, que cobraron las palabras del Gran L¨ªder: "dentro de la Revoluci¨®n, todo; fuera de la Revoluci¨®n, nada".
El Estado cubano tiene dos maneras b¨¢sicas de operar -la Cultura tambi¨¦n es un campo de operaciones para el Estado cubano- en aras de entorpecer encuentros de este tipo. La primera, negar tajantemente los "permisos de viaje" a los participantes de "adentro"; la segunda, enviar a los participantes a las "v¨ªas privadas" que-e
stablece-la-Ley. (Esta segunda manera tiene dos ventajas: lanza al interesado a un vaiv¨¦n burocr¨¢tico de estirpe kafkiana y hace que el Estado aparezca "ajeno" a la naturaleza de la invitaci¨®n).Para entender estas complicaciones, que a cualquier ciudadano de un Estado democr¨¢tico parecer¨ªan absurdas y rid¨ªculas, es preciso explicar, aunque sea grosso modo, los caminos legales con que cuenta un "ciudadano" en Cuba, y por extensi¨®n un escritor cubano, para sus tr¨¢mites de inmigraci¨®n. (Todo este entramado habr¨ªa que explicarlo, tambi¨¦n, mediante la sociolog¨ªa y la psicolog¨ªa, pues "el viaje", en nuestro pa¨ªs, es m¨¢s un trauma nacional que un simple expediente legal y topogr¨¢fico).Para ser exactos de una vez: en Cuba existe un ominoso "permiso d¨¦ salida" concedido por el Ministerio de Interior, que determina el tiempo de permanencia del ciudadano cubano fuera del pa¨ªs; dicho cu?o se estampa en el pasaporte. Salta a la vista el car¨¢cter totalitario de tal regulaci¨®n, que se acepta como Ley. Uno porta dicho cu?o como quien porta un estigma. Adem¨¢s, el "permiso de salida" se concede cuando, despu¨¦s de haber sido aprobada la "salida" del interesado la invitaci¨®n es "legalizada" por medio del pago de un impuesto bastante caro en los consulados cubanos. Para los funcionarios del Estado cubano, as¨ª como para los escritores, artistas y profesionales respaldados por sus respectivas instituciones, disminuyen las mencionadas trabas burocr¨¢ticas irracionales. Para estos "permisos" no existir¨ªan los mismos impuestos, y se conceder¨¢n de manera r¨¢pida.El Gobierno ha creado, as¨ª, diferencias muy eficaces entre el ciudadano "com¨²n" y el amparado por la Instituci¨®n. Los estamentos de artistas, escritores, funcionarios y profesionales, gozan, de este modo, de consideraciones que hacen de su naturaleza de v¨ªctima, una v¨ªctima m¨¢s privilegiada que "los otros". ?C¨®mo no sentirse mejor dentro de esos estamentos? Pero los privilegios de este tipo se pagan de una manera f¨¢cil: los estamentos han de cumplir las reglas que el Estado y sus instituciones les dictan. El murmullo subliminal que el Estado sopla en las orejas de sus estamentos de funcionarios, profesionales e "intelectuales" rezar¨ªa mas o menos as¨ª: "les damos a ustedes determinadas facilidades que los colocan en una posici¨®n ventajosa respecto a los otros, siempre y cuando ustedes cumplan con las reglas de juego que les hemos impuesto".
Es simple: un Estado totalitario hace de la condici¨®n de ciudadano una nominaci¨®n t¨¢ctica y no un valor estable.
Otro aspecto del problema es el papel de la Uni¨®n Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, y por reflejo condicionado la Asociaci¨®n de J¨®venes Escritores y Artistas.Ambas instituciones fueron creadas, presuntamente, con el objetivo de responder a los intereses y proyectos de los artistas y escritores del pa¨ªs. Pero en la realidad, no son m¨¢s que derivaci¨®n del aparato del Estado. Desde "el caso Padilla", hasta la reciente reacci¨®n contra los escritores que firmaron la llamada "Carta de los Intelectuales" -reacci¨®n que propici¨® la expulsi¨®n de los firmantes y legitim¨® a trav¨¦s de una carta firmada por cientos de escritores y artistas, una infame informaci¨®n al pueblo sobre la condici¨®n civil de los expulsados de la UNEAC-, la Asociaci¨®n Nacional de Artistas y Escritores Cubanos, se ha revelado como parte incondicional del mecanismo del Estado. Lo cual explica lapostura ambigua en cuanto a los encuentros mencionados. Las paradojas saltan a la vista: ?C¨®mo la UNEAC niega el apoyo franco a sus propios miembros? ?Qui¨¦nes deciden en la UNEAC que se apoye a no determinados eventos culturales de complejidad ideol¨®gica? Es claro que estas decisiones son tomadas por la nomenclatura de la UNEAC en combinaci¨®n con los organismos que rigen, la pol¨ªtica del Estado. Sus miembros no tienen ninguna participaci¨®n en esas decisiones. Todo esto ocurre en el seno de una organizaci¨®n cuyo fundamento, por su presumible filiaci¨®n liberal, ser¨ªa la democracia sin restricciones.
La ra¨ªz de la situaci¨®n relatada estriba, simplemente, en la desaparici¨®n del intelectual en Cuba. Anulado el espacio institucional necesario para su existencia -sociedad civil revistas y peri¨®dicos aut¨®nomos, libertad de opini¨®n, ausencia de censura pol¨ªtica, etc¨¦tera- desaparece el intelectual. As¨ª, los "pol¨ªticos" y "funcionarios de las ideas", tienen. el campo libre, sinti¨¦ndose, entonces, como los ¨²nicos facultados en dirimir el futuro del pa¨ªs.
Tristemente hemos visto, en Cuba, transcurrir m¨¢s de una generaci¨®n de artistas, escritores y profesionales de humanidades y ciencias, en, la ignorancia o la aceptaci¨®n de una condici¨®n que les ha sido arrebatada por el Estado: la condici¨®n de contribuir, con la mayor libertad, en el debate de la pol¨ªtica y las ideas, sin que intervengan los juegos de poderes de las instituciones, la censura y la intromisi¨®n represiva del Estado.
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