"Ya no suscribo el proyecto del PSOE, voy a darme de baja"
Una d¨¦cada despu¨¦s de haber dejado el Gobierno, Miguel Boyer, 57 a?os, recuerda con todo lujo de detalles, como tantas otras cosas, el d¨ªa en que Alfonso Guerra le regal¨®, junto a los dem¨¢s ministros, un libro autobiogr¨¢fico. En la dedicatoria, Guerra escribi¨®: "A Miguel Boyer, c¨ªclope de la econom¨ªa espa?ola". A lo que r¨¢pidamente Boyer le replic¨®: "Con lo de c¨ªclope, ?has querido llamarme gigante o tuerto?".Pregunta. ?Le impact¨® verse en primera p¨¢gina dando la mano, y el apoyo, a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar?
Respuesta. No. A estas alturas me importan m¨¢s las ideas que los carn¨¦s de los partidos.
P. ?Conserva usted el carn¨¦ del PSOE?
R. S¨ª.
P. ?Y lo va a seguir conservando?
R. No. Puesto que ya no suscribo el proyecto del PSOE, voy a darme de baja. Es lo que debo hacer. Lo que pretendo es tener libertad e independencia completas para decir lo que crea que tengo que decir y apoyar lo que me parezca sensato, venga de quien venga. Me es muy dif¨ªcil coincidir completamente con un partido y prefiero ir por libre.
P. Si Aznar le pidiera asesoramiento econ¨®mico, ?se lo dar¨ªa?
R. No creo que me necesite: tiene buenos colaboradores y asesores, que, adem¨¢s, son de su partido. Pero si ¨¦l, o ellos, me pidieran consejo sobre alg¨²n tema que conozca, desde luego no tendr¨ªa ning¨²n inconveniente en d¨¢rselo. Tengo ideas y me gusta contarlas y que me hagan caso, si se creen ¨²tiles para el pa¨ªs. Pero lo har¨ªa en todo caso sin pedir a cambio ni cargos ni nada. Ya lo ver¨¢n los villanos que creen que todos somos de su condici¨®n y van estos d¨ªas insinuando que yo cambio de ideas esperando alg¨²n premio. Que lean mi historia.
P. Sus ambiciones pol¨ªticas, ?est¨¢n colmadas? Su trayectoria como pol¨ªtico, ?est¨¢ terminada?
R. Sin duda. Nunca me he considerado un pol¨ªtico de profesi¨®n y he mantenido una vida profesional y muchas aficiones al margen de la pol¨ªtica. Yo llegu¨¦ ya a lo m¨¢ximo que pod¨ªa desear en pol¨ªtica: formar parte, como ministro de Econom¨ªa, Hacienda y Comercio, de un Gobierno de la Espa?a democr¨¢tica. Y llevo 10 a?os absolutamente satisfecho en mi vida privada. No tengo intenci¨®n de volver a ocupar ning¨²n cargo pol¨ªtico. S¨®lo me propongo usar el derecho de todo ciudadano a decir lo que encuentra bien y lo que encuentra mal, y con m¨¢s raz¨®n en periodo electoral. Seg¨²n algunos pretendidos maestros de ¨¦tica y est¨¦tica, en periodo electoral, lo que hay es que callarse y seguir con las ficciones. Pero son esos fariseos de los que dice Javier Muguerza que, cuando se te acercan y te hablan de ¨¦tica, hay que levantar los brazos y darles cuanto antes la cartera.
P. Felipe Gonz¨¢lez acaba de decir, no se sabe si con ¨¢nimo de disculparle: o de ironizar, que usted "se ha equivocado mucho pol¨ªticamente".
R. S¨ª, he visto que ha dicho eso y tambi¨¦n que me ha rebajado, entre el jueves y el domingo, de "extraordinariamente brillante, desde el punto de vista intelectual", a "bastante brillante". Veremos la semana que viene d¨®nde estamos ya. Es cierto que he cometido errores, pero tengo la costumbre de decirlo abiertamente cuando me doy cuenta, y de rectificar. En pol¨ªtica y en econom¨ªa es bastante f¨¢cil equivocarse y hasta un hombre de la inteligencia de Keynes, tan superior desde luego, a la m¨ªa, tuvo que cambiar de opini¨®n con frecuencia. A alguien que se lo reprochaba, le contest¨®: "Yo cuando creo que me he equivocado, cambio de opini¨®n. ?Usted qu¨¦ hace?".
La pretensi¨®n de ser infalible es simplemente rid¨ªcula. Incluso un dirigente, no con bastante intuici¨®n sino con extraordinaria intuici¨®n pol¨ªtica como es Felipe Gonz¨¢lez, empez¨® en la izquierda dem¨®crata cristiana de Jim¨¦nez Fern¨¢ndez, estuvo luego en el Frente de Liberaci¨®n Popular -que Dionisio Ridruejo defini¨® como un grupo de comunistas cristianos anti-PSOE- y, finalmente, en el PSOE. Supongo que recordar¨¢ que, en el XXVII Congreso, en diciembre de 1976, acept¨® que el PSOE se definiera como partido "marxista, de clase y revolucionario", y en el Congreso Extraordinario de 1979 ¨¦l mismo cambi¨® y forz¨® que se abandonara el marxismo. Y luego vino el error de la "OTAN, de entrada no", y, m¨¢s tarde, cambiamos y nos quedamos. Y hago gracia de enumerar los errores de los ¨²ltimos a?os y lo acertado de reconocerlos y rectificar, porque est¨¢n en la mente de todos.
En cuanto a m¨ª, mis errores son suficientes para que no haga falta exagerarlos, como ha hecho Felipe Gonz¨¢lez en sus recientes declaraciones, sin duda no intencionadamente sino por fallos de memoria. Yo no me he ido del PSOE y no he vuelto a ¨¦l m¨¢s que una vez, y no tres o cuatro como cuenta err¨®neamente Gonz¨¢lez. Fue en febrero de 1977 y precisamente porque, como expliqu¨¦ de modo p¨²blico, no pod¨ªa aceptar la definici¨®n del PSOE de un mes antes, como partido de clase, marxista y revolucionario. Me fui al grupo socialdem¨®crata de Fern¨¢ndez Ordo?ez -gran pol¨ªtico a pesar de que se equivoc¨® con frecuencia, y que yo le suger¨ª a Gonz¨¢lez para ministro en 1982 y 1985-, quien, a los pocos meses decidi¨®, contra mi opini¨®n, integrarse en la UCD cuando ¨¦sta se form¨®. Cre¨ª que deb¨ªa abandonar el grupo, porque una cosa era irme del PSOE y otra encontrarme de jefe a un ex ministro secretario general del Movimiento que, adem¨¢s, iba a jugar con ventaja en las siguientes elecciones. Me equivoqu¨¦, porque Su¨¢rez result¨® mucho mejor que su pasado y de lo que yo esperaba. Y en el 23-F estuvo magn¨ªfico. Volv¨ª al PSOE en septiembre de 1977.En resumen, de mis 57 a?os, he pasado 36, menos ocho meses, en organizaciones socialistas: primero en la Agrupaci¨®n Socialista Universitaria, luego en las Juventudes Socialistas y despu¨¦s en el PSOE. Probablemente, de los espa?oles de mi edad, he sido de los que mas tiempo ha estado en el mismo partido. Y aun creo que acert¨¦ en mi juventud cuando, entre docenas de grupos pol¨ªticos que parec¨ªan m¨¢s brillantes que un PSOE paralizado y reducido a su m¨ªnima expresi¨®n, pens¨¦ que el viejo partido desempe?ar¨ªa un papel clave en la futura democracia espa?ola y que val¨ªa la pena trabajar e ir a la c¨¢rcel por ¨¦l. Como creo que acert¨¦ cuando, contra la opini¨®n de muchos, percib¨ª la val¨ªa de Gonz¨¢lez. como dirigente pol¨ªtico y le apoy¨¦ a tope. En lo esencial, no me equivoqu¨¦ tanto.
P. En 1985 dej¨® el Gobierno, y despu¨¦s de casi once a?os acaba de romper su silencio con una reaparici¨®n espectacular...
R. Yo he ido evolucionando hacia ideas cada vez m¨¢s liberales -aunque no creo haber llegado tan lejos como Hayek o Popper, que tambi¨¦n fueron socialdem¨®cratas primero-, pero me he mantenido en un distanciamiento discreto, aunque notorio, de todas las actividades del PSOE, para no agitar las aguas y crear dificultades a los amigos. Hace a?os que Felipe Gonz¨¢lez y yo no charlamos, ni pasamos de saludarnos cordialmente en las recepciones. Pero creo que 10 a?os de cuarentena, autoimpuesta despu¨¦s de salir del Gobierno, son suficientes y, adem¨¢s, cuando hay que manifestar lo que se piensa es, precisamente, antes de unas elecciones generales decisivas, como son las del 3 de marzo. Me parece dif¨ªcil que se pueda presentar, con verosimilitud, mi trayectoria pol¨ªtica como oportunista. He pasado la mayor parte de mi vida en la oposici¨®n, primero a la dictadura -me cost¨® seis meses de c¨¢rcel luego a la UCD, y si, me hubieran interesado los altos cargos por los altos cargos habr¨ªa podido seguir en el Gobierno de Gonz¨¢lez, porque me insisti¨® mucho para que siguiera. Ahora, repito, siguen sin interesarme.
P. ?Qu¨¦ ha encontrado en el programa del PP que ha merecido su respaldo p¨²blico?
R. Es un programa que tiene orientaci¨®n liberal -que es lo que conviene ahora a la situaci¨®n econ¨®mica espa?ola- y que aborda con ideas nuevas una reforma de la gesti¨®n, del gasto y de los ingresos p¨²blicos. El programa del PSOE es pr¨¢cticamente continuista y no atiende bien a las prioridades de la etapa actual.
P. ?Por qu¨¦ hoy le parece un valor negativo la "continuista" pol¨ªtica econ¨®mica ofrecida por el Gobierno y cuando usted se fue del Ministerio de Econom¨ªa recomend¨® una pol¨ªtica "continuista", que adem¨¢s puso en manos de su amigo Solchaga?
R. Porque lo que conviene ahora, para una etapa distinta, es algo distinto. En mi ¨¦poca, por ejemplo, no quedaba m¨¢s remedio que realizar una reconversi¨®n industrial y eso exig¨ªa una intervenci¨®n del Estado y aceptar un mayor d¨¦ficit. Hoy el Estado debe ser retirado de muchas de las tareas ineficientes que hace y que no debe hacer.
P. ?Sabe hoy Aznar m¨¢s de econom¨ªa que lo que Gonz¨¢lez sab¨ªa cuando lleg¨® al Gobierno o ve a Aznar igual de necesitado de algunas ense?anzas, como las que usted transmiti¨® a Gonz¨¢lez?
R. No conozco apenas a Aznar, y, en otros tiempos, conoc¨ªa muy bien a Felipe Gonzalez. Pero Aznar tiene una carrera pr¨®xima a la econom¨ªa, lo que dice de econom¨ªa me parece sensato y cuenta con un equipo muy competente.
P. En ese equipo, ?qui¨¦n le merece especial confianza?
R. Conozco s¨®lo a una parte de los economistas del PP y si hiciera una selecci¨®n cometer¨ªa errores.
P. ?A usted no le desconcierta que destacados dirigentes del PP anuncien, e incluso cuantifiquen, una bajada de las cotizaciones a la Seguridad Social y luego eso no aparezca siquiera en su programa electoral?
R. La rebaja de las cotizaciones sociales no me parece una medida oportuna. Es m¨¢s importante la reforma del gasto, la reforma de otras partes del sistema fiscal. Pienso que tanto el Pacto de Toledo, que es un acuerdo valioso, como la preocupaci¨®n por mantener el sistema p¨²blico de pensiones han llevado al PP a una mayor prudencia sobre la reducci¨®n de las cotizaciones sociales.
P. ?Cu¨¢l es la verdad sobre las reformas que ah¨ª es preciso acometer y que probablemente hoy ni el PP ni el PSOE se atreven a concretar para no perder votos?
R. Encuentro muy acertada la l¨ªnea del Pacto de Toledo de mantener el sistema p¨²blico de pensiones y, a la vez, favorecer que se complete con un sistema basado en la capitalizaci¨®n. Hay que estimular con ventajas fiscales a quienes se encuentran en los niveles m¨¢s bajos de renta para que vayan creando con sus ahorros ese sistema complementario. Las pensiones deben ser m¨¢s proporcionales a lo que se ha cotizado. Y, en cuanto se pueda, hay que ir retrasando la edad de jubilaci¨®n. Yo creo que el sistema es sostenible si se hace ese tipo de cosas y si se logra rebajar el desempleo sustancialmente.
P. Usted se ha atrevido a apuntar la conveniencia de una nueva reforma laboral, que Aznar ni siquiera se atreve a mentar.
R. En la actual segmentaci¨®n del mercado de trabajo es muy nociva y parece urgente cambiar figuras de contratos que incitan a las empresas a despedir a una persona, aunque se est¨¦ contento con ella, para evitar al t¨¦rmino de su contrato temporal que su vinculaci¨®n con la empresa se convierta en el contrato indefinido cl¨¢sico.
P. ?En qu¨¦ soluciones ha pensado usted?
R. Me reprimo de dar mis ideas, para que no nazcan encasilladas, cosa que en Espa?a es mala. Pero el pesimismo sobre la capacidad espa?ola para generar empleo no est¨¢ justificado y as¨ª lo expuse, ampliamente, en EL PA?S, en noviembre el a?o pasado, en un art¨ªculo que hoy [por ayer] glosa el secretario de Estado Manuel Conthe, que cree, err¨®neamente, ver una contradicci¨®n entre las causas del paro que yo analic¨¦ para el pasadoy me temor a que adoptar la moneda ¨²nica en el futuro sea negativo para el crecimiento y el empleo. Quiz¨¢ si hubiera desarrollado la supuesta contradicci¨®n, en vez de dedicar todo su art¨ªculo a copiar y repetir el m¨ªo -modestamente, reconozco que lo merec¨ªa-, habr¨ªa podido entenderle y contestarle mejor.
P. ?Por qu¨¦ le parece un error el reparto del tiempo de trabajo?
R. Me parece un error intentar forzar de golpe el proceso de reducci¨®n del tiempo del trabajo, que viene produci¨¦ndose de modo continuo desde el siglo XIX, acompas¨¢ndose a la evoluci¨®n de la productividad. La sustituci¨®n de un n¨²mero de trabajadores por un n¨²mero doble trabajando la mitad de horas -o cualquier otra combinaci¨®n que d¨¦ el mismo producto- encarecer¨ªa el coste del factor trabajo y reducir¨ªa la demanda global del mismo y el empleo. Y ello, incluso, aunque los asalariados aceptaran, que no creo, reducir proporcionalmente sus salarios.
P. ?Es posible bajar los impuestos y el d¨¦ficit?
R. Es posible bajar y simplificar la tarifa del impuesto sobre la renta y recaudar m¨¢s, en los pa¨ªses que no tienen un alto grado de cumplimiento fiscal. Se consigue, sobre todo si eliminan a la vez deducciones para los niveles altos de renta y vericuetos legales que pueden utilizarse para tributar menos, porque se reducen el incentivo a eludir y los caminos para hacerlo. Tributa m¨¢s gente que antes lo hac¨ªa, pero cada uno paga menos. En todos los pa¨ªses en que se ha introducido una reforma as¨ª, seg¨²n la OCDE, ha aumentado en proporci¨®n al PIB la recaudaci¨®n por IRPF, con la excepci¨®n del Reino Unido, en el que baj¨®, tanto porque el tipo m¨¢ximo se redujo muy dr¨¢sticamente -del 83% al 40%- como porque el pa¨ªs ten¨ªa ya un alto grado de cumplimiento fiscal. Esa es la experiencia observada en Estados Unidos -se equivoc¨® Gonz¨¢lez al citarlo como ejemplo en contrario-, donde la recaudaci¨®n pas¨® de 9,5 al 10,3 puntos del PIB, aunque el tipo m¨¢ximo baj¨® del 70% al 50% entre 1975 y 1988. Ocurri¨® lo mismo en Italia, Irlanda y Grecia.El PSOE tambi¨¦n ha repescado en su programa una propuesta de bajar el tipo m¨¢ximo de IRPF del 56% al 50%, que ya hab¨ªa hecho el Ministerio de Econom¨ªa y Hacienda en 1990, cuando mandaba en ¨¦l Solchaga, pero que finalmente fue rechazado por el Grupo Socialista en el Congreso. Supongo que este cambio y repesca electoral de la propuesta no la har¨¢ para favorecer a unos pocos ricos.
P. Usted dice que la moneda ¨²nica es una trampa pol¨ªtica que tiene un precio econ¨®mico muy alto.
R. Lo vengo diciendo desde hace m¨¢s de un a?o y lo saben muchos economistas. Pero, curiosamente, el debate ha estallado ahora en toda Europa. Existe una preocupaci¨®n porque se acerca la fecha del examen, y corrigiendo la par¨¢bola de Luis ?ngel Rojo, el examen es tan poco realista que, a dos d¨ªas vista del mismo, no aprueba ni el profesor, que es Alemania. Pero como Rojo, adem¨¢s de un gran profesional de la econom¨ªa, es un hombre intelectualmente muy honesto, reconoce en su conferencia [en la APD] que no se pueden evaluar si las ventajas econ¨®micas de la moneda ¨²nica superan a sus costes y que el debate intelectual que ha habido no es concluyente. Me pareci¨® que apoya la uni¨®n monetaria porque es una pieza de la uni¨®n pol¨ªtica europea y porque le preocupan mucho las consecuencias de quedarse fuera. Me parece bien que se reconozca que el principal argumento es pol¨ªtico y no el de las ventajas netas econ¨®micas.El otro argumento, que llamo negativo, es el de que quien se quede fuera pasar¨¢ mucho fr¨ªo. Yo creo que, si hay moneda ¨²nica, la mayor parte de los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea -que ser¨¢n 25 en cuanto doble el siglo- no va a estar dentro. Y si se hace una pol¨ªtica rigurosa se puede vivir tranquilamente fuera. Se dice que esa posici¨®n es la de los economistas thacherianos; pero en ella coinciden pr¨¢cticamente todos los economistas de centro izquierda de Estados Unidos y de Europa, como Samuelson -que fue el que dijo: "adoptando la misma moneda que Alemania se van a meter ustedes en la cama con un gorila, les deseo mucha suerte"-, Modigliani, Dorribusch, Blanchard, Wyplosz.. . Todos est¨¢n en contra de la uni¨®n monetaria y son de izquierda moderada. Aunque con los calores de la campa?a, un candidato del PSOE ha dicho que los tipos de cambio variables son "consevardores". Va a resultar que lo de izquierdas es el patr¨®n-oro o recomendar una recesi¨®n de caballo para corregir una desviaci¨®n en precios del 19% y en costes laborales del 26%, como la que se produjo entre 1987 y 1992.
Volviendo a la par¨¢bola del colegio, tampoco me gusta porque es f¨¢cil malinterpretarla y considerar a los pueblos como ni?os irresponsables. Alguien podr¨ªa deducir que la democracia y la sensatez econ¨®mica no son compatibles.
P. Pero no estar en la moneda ¨²nica provoca menor credibilidad, menos inversiones, aumento del riesgo-pa¨ªs y, en definitiva, aumento de los tipos de inter¨¦s...
R. La inversi¨®n es atra¨ªda a un pa¨ªs por su competitividad, por el crecimiento, incluso aunque tenga alg¨²n riesgo de cambio. Y lo prueba que en Espa?a hemos tenido una gran inversi¨®n extranjera en los ochenta con tipos variables y, con ellos, exportaciones e importaciones crecen enormemente. Si se hace una pol¨ªtica seria no pasa nada anormal. Lo m¨¢s importante es ser competivivo, crecer y tener un d¨¦ficit y una deuda p¨²blica bajos.
P. ?Se opone a los plazos de convergencia o tambi¨¦n a la moneda ¨²nica?
R. Los plazos fijos me parecen un error y los criterios de Maastricht ni son todos necesarios ni, lo que es peor, son suficientes. B¨¦lgica y Holanda est¨¢n en una uni¨®n monetaria de facto con Alemania desde hace mucho y su deuda p¨²blica es muy alta. Tener que converger a fecha fija y por los pelos, sin que la convergencia sea suficiente y estable, y luego embarcanos irreversiblemente en la moneda ¨²nica me parece imprudente. Yo objeto al prop¨®sito y al calendario de los que admiten el objetivo. Creo que es un error que pa¨ªses como Espa?a tengan prisa por incorporarse a la moneda sin una larga preparaci¨®n. Alemania y los pa¨ªses del Benelux y Austria llevan experimentando bastante tiempo y est¨¢n adaptados y en uni¨®n monetaria de facto. La inc¨®gnita es Francia, que lo va a tener muy dif¨ªcil. Para los dem¨¢s pa¨ªses, un plazo tan corto es arriesgado. Quiz¨¢ la intenci¨®n del Bundesbank sea que un grupo peque?o de pa¨ªses constituya la uni¨®n monetaria. Eso s¨ª, lo que har¨¢ es someter a las monedas de los dem¨¢s a mantenerse en bandas estrechas para que los del primer c¨ªrculo no pierdan competitividad.
P. ?Se le puede aplicar la frase de Keynes, que mencion¨® al principio, en su cambio de opini¨®n sobre la moneda ¨²nica, ya que usted form¨® parte del Comit¨¦ Delors que la propugnaba?
R. S¨ª. Yo fui uno de los tres expertos -no de los Siete Sabios, como dijo Felipe Gonz¨¢lez, que esos eran los de Grecia-, que, con los 12 gobernadores de bancos centrales y Delors, formamos aquel Comit¨¦ en 1989. Pero despu¨¦s vinieron los acontecimientos de 1989 a 1993, con las devaluaciones que, forzadas por los mercados, nos devolvieron afortunadamente a la realidad y con el hundimiento final del Sistema Monetario Europeo. Dice Solchaga -que, como ¨¦l bien recuerda, ha cambiado tambi¨¦n diametralmente de opini¨®n respecto a la moneda ¨²nica, pero en sentido inverso al m¨ªo- que las devaluaciones las hacen los mercados, no los Gobiernos. Esto es precisamente lo que yo defiendo: que los mercados puedan corregir el tipo de cambio cuando un pa¨ªs se desv¨ªe a la media, en precios o en salarios, en vez de que los Gobiernos mantengan artificialmente alta la paridad, como entre 1989 y 1992. Si no hubieran sido posibles las devaluaciones -como ocurrir¨¢ con la moneda ¨²nica- habr¨ªa sido necesario una fuerte recesi¨®n para hacer el ajuste.
P. Cuando ha le¨ªdo que algunos socialistas dicen que usted ha cambiado de vida y eso le ha hecho cambiar de ideas ?qu¨¦ pensado: que es un doctrinarismo que recuerda a Marx o que hay algo de cierto en que el ¨¦xito cambia la vida de una persona y tambi¨¦n su mentalidad?
R. S¨ª, aciertan ustedes, me ha recordado a Marx, doblemente. Primero porque esa no es la doctrina de Marx, que se refer¨ªa a las clases sociales, cuya ideolog¨ªa queda determinada por su funci¨®n en el proceso econ¨®mico, pero que no cre¨ªa posible explicar as¨ª lo que hacen los individuos aislados. Esta ¨²ltima tesis no es de Marx -como mucho es de los hermanos Goncourt- y cuando todav¨ªa se estudiaba a los cl¨¢sicos la conoc¨ªamos como la defini¨® Engels: "marxismo vulgar". Marx habr¨ªa dejado de escribir lo que escrib¨ªa cuando, a ra¨ªz de la sustanciosa donaci¨®n que le hizo Engels, se compr¨® una villa de dos plantas en Londres, y daba bailes de gala, para casar bien a las hijas.
Descendiendo de las cumbres, yo siempre viv¨ª bastante bien, con el nivel de la clase media alta y, sin embargo, para hacer lo que pude contra Franco no me apunt¨¦ a mon¨¢rquico de Don Juan ni a democristiano, sino que eleg¨ª el PSOE.Cuando he hablado de la uni¨®n monetaria y he apoyado el programa econ¨®mico de Aznar esperaba, naturalmente, una fuerte pol¨¦mica y que se me criticara y rebatiera con dureza. Pero s¨ª me duele que a los argumentos que expongo no se contesta de la misma manera racional, sino con descalificaciones personales y con vilezas. Parece que Espa?a sigue sobrada de actitudes totalitarias, injuriantes, incapaces de respetar las discrepancias, y ahora ya no s¨®lo por parte de la derecha m¨¢s ultra. Por eso, tambi¨¦n me he acordado de lo que dec¨ªa Enrique Tierno Galv¨¢n que, indudablemente, ten¨ªa experiencia: "?Caray, qu¨¦ suerte perder a ciertos compa?eros!".
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