La poblaci¨®n del Ulster teme que un nuevo atentado reavive la espiral de violencia de los ¨²ltimos 25 a?os
El Ej¨¦rcito Republicano Irland¨¦s (IRA) reivindic¨® ayer con una llamada a la BBC la colocaci¨®n de una bomba en Charing Cross Road, en pleno centro de Londres, el pasado jueves, que fue desactivada por la polic¨ªa. Desde entonces, Scotland Yard ha realizado una treintena de detenciones y asegura contar con nuevas pistas sobre los autores del atentado que el pasado d¨ªa 9 cost¨® la vida a dos personas y heridas a un centenar en los Docklands y puso f¨ªn a casi 18 meses de alto el fuego del IRA. Pero estos peque?os pasos no tranquilizan a nadie, y menos a¨²n a la poblaci¨®n del Ulster que teme que la situaci¨®n en la provincia degenere y la coloque de nuevo en la espiral de violencia que padeci¨® en los ¨²ltimos 25 a?os.
A Ray Mullan se le encogi¨® el coraz¨®n cuando supo que el IRA hab¨ªa reventado cinco edificios, ejemplo de la moderna arquitectura brit¨¢nica, en la zona financiera de Canary Wharf, en Londres. M¨¢s tarde supo de los dos muertos, rescatados entre los escombros casi 24 horas despu¨¦s de la atronadora explosi¨®n que estremeci¨® los edificios en un radio de m¨¢s de un kil¨®metro cuadrado. "Mi principal preocupaci¨®n fue que el Gobierno brit¨¢nico reaccionara exageradamente y volviera a desplegar soldados con fusiles y cascos por el oeste de Belfast". Escuch¨® atentamente los noticiarios sin poder controlar una aguda punzada en el est¨®mago. Oy¨® hablar de soldados, de medidas de seguridad, de controles, y comprendi¨® que el pasado, la tortura de 25 a?os de conflicto, pod¨ªa estar a la vuelta de la esquina. Sentado en su min¨²sculo despacho del Consejo de Relaciones entre Comunidades. -un organismo creado en 1990 y financiado por el Gobierno brit¨¢nico y la Uni¨®n Europea para promover la reconciliaci¨®n en el Ulster-, Ray Mullan, un profesor de 40 a?os, agradece ahora la sangre fr¨ªa demostrada por Londres.Ni en Falls Road, el coraz¨®n republicano de Belfast, ni en Shankill Road, el gueto gemelo protestante, se advierte un nuevo clima policial. S¨®lo en la carretera del aeropuerto han vuelto a aparecer los controles. Pero el, centro de la capital del Ulster sigue manteniendo el inocente aspecto de ciudad de provincias de los meses dorados del alto el fuego y al que sus habitantes no parecen dispuestos a renunciar.
"Hay que hacer lo que sea, rezar, gritar, salir a la calle todos los d¨ªas si es preciso y pedir que la paz se mantenga con todas nuestras fuerzas". Nancy Gracey, de 53 a?os, fundadora de Familias contra la Intimidaci¨®n el Terror (FAIT), est¨¢ dispuesta a hacerlo. Gracey fund¨® FAIT hace cinco a?os, indignada por el castigo inflingido a uno de sus nueve hijos por "gente del IRA". "Le destrozaron las piernas a balazos. Nos hicieron pasar un aut¨¦ntico infierno", recuerda sentada ante su mesa de despacho en la sede, de FAIT. La pared de la habitaci¨®n a espaldas suyas es un collage compuesto por recortes de prensa a cual m¨¢s inquietante. Castigos, palizas, asesinatos, el resumen de 25 a?os de historia del Ulster.
"Mientras no pase nada en el Ulster hay esperanza", dice Mullan, "lo malo es que vuelva a haber asesinatos aqu¨ª". Lo malo es que los paramilitares protestantes desempolven tambi¨¦n sus fusiles y se desencadene la misma tediosa y horrenda espiral. Todo el mundo lo teme pero nadie quiere pensar en ello.
Muriel, casada con un espa?ol, se interroga esc¨¦ptica sobre el futuro. "?Qui¨¦n sabe lo que va a pasar? La vida se hab¨ªa vuelto sencilla para nosotros. Una pod¨ªa dejar a los hijos ir solos al cine, volver a casa desde la oficina sin arriesgarse a cortes de carretera, controles y cosas as¨ª. Queremos una vida normal".
Pero, ?a qu¨¦ precio? "Di¨¢logo, negociaciones, que el proceso avance un poco m¨¢s deprisa", pide Ray Mullan. "Que el Sinn Fein abandone su arrogancia y los partidos unionistas su mentalidad de'sitio". Nancy Gracey le reprocha a Londres falta de imaginaci¨®n, pero defiende el camino de las urnas. "Est¨¢ claro que hay que ir a unas elecciones. No hay otro camino", explica con determinaci¨®n. La suya es una actitud poco extendida entre los cat¨®licos del Ulster. Muchos la miran a ella y a su organizaci¨®n con un punto de incomodidad. Por no hablar de la hostilidad que ha encontrado en las filas del republicanismo radical. "Nos acusan de ser confidentes de la polic¨ªa, de trabajar para el MI 5 [servicio secreto brit¨¢nico]... Mentira", dice Nancy con un gesto de fatiga. "?sta es una organizaci¨®n no pol¨ªtica, no sectaria -aqu¨ª hay de todo, cat¨®licos y protestantes-, que s¨®lo pretende ayudar a la gente a denunciar los casos de abusos, a ofrecerles todo el apoyo, toda la comprensi¨®n y la fuerza que necesitan".
Ni en tiempos de guerra ni en tiempos de paz las cosas han sido nunca sencillas en el Ulster. "No se trata s¨®lo de los 3.000 muertos de nuestros cementerios, sino de los centenares de personas que han recibido palizas, que han sido sometidas a una campa?a de terror hasta que han tenido que decidirse a ernigrar". El miedo sigue estando presente. En el vest¨ªbulo del edificio donde tiene FAIT su cuartel general no hay placa alguna que mencione la sede. Tampoco en la puerta principal figura el nombre de la organizaci¨®n, que funciona gracias a donaciones privadas y a un poco de dinero oficial.
Nunca antes las palabras paz y reconciliaci¨®n se hab¨ªan pronunciado tantas veces en Irlanda del Norte. La gente que ha cre¨ªdo en ellas se niega a ver en la ruptura del alto el fuego del IRA el final de sus sue?os de paz. "Se han hecho muchas cosas. Se han dado muchos pasos en favor de la convivencia", dice Mullan, "y parte del camino que hemos andado ya es irreversible".
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