Las recetas caseras caducaron al descanso
El Madrid gana al Caja San Fernando tras el desastre sevillano en la segunda parte
No conviene olvidarse, de vez en cuando, de las recetas caseras. Y en un deporte que sufre de obsesiones presudocient¨ªficas deben ser recibidas con alivio. Enti¨¦ndase por receta casera construir un equipo con tres negros bien musculados. Sea tambi¨¦n un remedio sencillo aplicarle al rival la cuenta de la vieja. Algo de eso hizo ayer el Caja San Fernando para aplicarle disciplina al Real Madrid. A fin de cuentas, el resultado cumpli¨® con el pron¨®stico, pero por el camino el equipo andaluz vivi¨® un buen pu?ado de minutos sin perder la esperanza.De recetas caseras se alimenta buena parte de la Liga ACB, por lo que el caso del Caja San Fernando no es una excepci¨®n. Desprovisto para la Copa de su estrella local, el alero Ra¨²l P¨¦rez, no le qued¨® m¨¢s remedio al irascible Alexander Petrovic que tirar de manual: los tres negros a la cancha (Anderson, Scott y Kidd), un par de consejos para andar por casa y a confiar en la divina providencia. La estratagema, si as¨ª puede llamarse a lo que es mero instinto de supervivencia, le sirvi¨® medio tiempo. Margen suficiente para irritar a su odiado Obradovic. Ya se sabe, uno es croata y el otro serbio y, para m¨¢s se?as, muy mal avenidos.
Con Anderson m¨¢s Scott m¨¢s Kidd y la discreta compa?¨ªa de Montes y Grau, el equipo sevillano se dispuso a hurgar en la eliminatoria. Anderson, negro musculado de peque?a estatura, es el t¨ªpico base-ca?¨®n dotado de un notable salto. Su radio de acci¨®n alcanza hasta la propia base de la canasta, donde se entretiene en malabarismos que gustan al respetable mientras los gigantes se desploman a su alrededor. Scott, otro negro musculado de regular tama?o, -es un jugador de media distancia no exento de fortaleza. Y, Kidd, cachas tambi¨¦n, tiene por costumbre alcanzar por el aire todo lo que encuentra. La suma de m¨²sculo, velocidad, rebotes y cierto tino, dieron consistencia al Caja San Fernando durante 20 minutos. El Madrid lleg¨® a perder la paciencia en alg¨²n instante (20-26) y necesit¨® del descanso para recapacitar (37-36). Los tres americanos del Caja San Fernando hab¨ªan sumado 31 de los 36 tantos del equipo.
Al Madrid se le hab¨ªa indigestado una sencilla treta: coloc¨¢rle dos guardaespaldas a Arlauckas y dejar libre de marcaje a uno de los jugadores, fundamentalmente a Santos. Ese dos a uno dej¨® en evidencia durante algunos minutos la capacidad ofensiva de los madridistas. De tanto estar solo Santos resultaba m¨¢s escandaloso c¨®mo el Madrid no era capaz de aprovecharse de la circunstancia. La t¨¢ctica, por burda y arriesgada, termin¨® siendo ciertamente perversa. Obradovic se vio obligado a jugar con dos bases, aunque s¨®lo fuera por disimular.
Pero todo este sencillo entramado se desplom¨® en la segunda parte. Michael Anderson no ten¨ªa su d¨ªa. Y cuando Anderson no tiene su d¨ªa termina conduciendo a sus huestes al abismo. As¨ª de cruda es la realidad de estos equipos caseros. El base, un hombre que suele promediar los 20 tantos, cerr¨® su estad¨ªstica con dos canastas y un buen n¨²mero de tiros libres fracasados. Con Anderson en ninguna parte, el esquema de Alexander Petrovic se deshizo sin demasiado ruido es cierto.
Enfrente, el Madrid hab¨ªa cerrado un poco mejor su defensa y aprovechaba sus primeros contraataques. Lo justito para poner tierra de por medio sin demasiados alardes. El Madrid no est¨¢ hecho para este tipo de partidos. Le falta oficio para poner los puntos sobre las ¨ªes a su debido tiempo y eso explica que la mala tarde de Anderson fuera m¨¢s determinante que cualquier otra cosa que hicieran los madridistas. Reducido el Caja San Fernando a Scott y Kidd, la desventaja era tan descomunal que el partido termin¨® convirti¨¦ndose en un aburrido tr¨¢mite.
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