Varios de los nuestros
CasinoCon su lujoso empaque de filme de gran presupuesto, su kilom¨¦trica duraci¨®n (casi tres horas), actores de primera fila y el nombre de su prestigioso director por bandera, Casino se dir¨ªa una de esas grandes superproducciones dispuestas a convertirse en claves en la evoluci¨®n de un g¨¦nero, en este caso el melodrama criminal.Una vez vista la pel¨ªcula, la sorpresa es grande, porque aunque presente personajes en ca¨ªda (como en Taxi driver o en Toro salvaje), despiadados mafiosos on work (como en Uno de los nuestros) y se pretenda la cr¨®nica violenta de los a?os en que Las Vegas dej¨® de ser propiedad privada de la mafia que controlaba el juego, entre finales de los setenta y los primeros ochenta, lo cierto es que su principal inter¨¦s es narrar una historia amorosa que la protagonista, Sharon Stone (quien, por cierto, jam¨¢s ha estado tan bien), defini¨® con justeza como "una especie de ?Qui¨¦n teme a Virginia Woolf?".
Direcci¨®n: Martin Scorsese
Gui¨®n: Nicolas Pileggi y M. Scorsese. Fotograf¨ªa: Robert Richardson. Dise?o de producci¨®n: Dante Ferretti. Producci¨®n: Barbara de Fina. EE UU, 1995. Int¨¦rpretes: Robert de Niro, Sharon Stone, Joe Pesci, James Woods, Don Rickles, Alan King, Kevin Pollack. Estreno en Madrid: Avenida, Canciller, Juan de Austria, Vel¨¢zquez.
Se trata, en efecto, de una historia crudamente pasional, hist¨¦rica y desmelenada que se sostiene por un trabajo actoral extraordinario, y que confirma la querencia de Scorsese por personajes en el l¨ªmite.
Casino cuenta la historia de un hombre que, a pesar de estar en condiciones para controlar su vida, no comprende el giro de las reglas de Juego que se opera a su alrededor. Implacable y meticuloso, aunque corro¨ªdo por una inseguridad profunda, Ace (espl¨¦ndido Robert de Niro) se desgarrar¨¢ interiormente entre un objeto de deseo inaprehensible y la idea misma de la traici¨®n, que le sobrecoge.
Plasmar la violencia
En el retrato de este personaje obtiene Scorsese los mejores dividendos de un trabajo, por otra parte, menos interesante del que cabr¨ªa augurar. En lo dem¨¢s, en la forma de plasmar la violencia del comportamiento mafioso, en la aceleraci¨®n impactante de la narraci¨®n a medida que el punto de vista se desplaza hacia un personaje presa de las drogas, se aprecia el saber hacer de un cineasta que, no obstante, hab¨ªa ya dado id¨¦nticas, si no mejores, muestras de su talento para plasmar este tipo de conflictos, sin ir m¨¢s lejos, en Uno de los nuestros.
Toda la pel¨ªcula reposa en una narraci¨®n a dos voces, vocalizada una veces en Ace y otras en su amigo/ rival Nicky, que desde el off sonoro van desgranando la historia. Pero en realidad lo que la pel¨ªcula va transmitiendo al espectador es una vaga sospecha de que ninguno de los dos es quien verdaderamente est¨¢ narrando: al comienzo, parece que estamos ante un filme de focalizaci¨®n aparentemente imposible -como El crep¨²sculo de los dioses, de Billy Wilder, cuya peripecia era contada por un cad¨¢ver-, y cuando la pel¨ªcula acabe, llegaremos a saber, que igualmente una de las voces es, en efecto, una voz imposible.
Esta ambig¨¹edad dota al filme de una extra?a indefinici¨®n, que no logra esconder la sensaci¨®n de d¨¦j¨¤ vu que transpiran sus im¨¢genes y que en realidad s¨®lo terminan reforzando la opci¨®n de Scorsese-autor: en la manera de ordenar las im¨¢genes, en la b¨²squeda de una suerte de documental de ¨¦poca superador de los propios personajes, Casino termina siendo un encorsetado discurso autoral, una r¨ªgida reflexi¨®n sobre Las Vegas como met¨¢fora del propio capitalismo y de su cruda, brutal b¨²squeda del beneficio, tan l¨²cida como previsible.
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