Vuelta al medievo
IRAK ACABA de ser escenario de uno de los m¨¢s crueles episodios de enga?o y violencia protagonizados en nuestro tiempo. Es un acto ins¨®lito de crueldad e ignominia, cuyo responsable est¨¢ perfectamente identificado por muchas versiones de venganzas tribales y justicia de clan que presenten las f¨¢bricas de mentiras que son los medios oficiales iraqu¨ªes. El asesinato de los dos yernos de Sadam Husein al d¨ªa siguiente de regresar a Irak tras seis meses de exilio en Jordania, en la convicci¨®n de que su suegro les hab¨ªa perdonado, es una tragedia propia de otros tiempos. Irak ha retrocedido bajo Sadam a esa fosa tenebrosa en la que no hay m¨¢s ley que el capricho y la venganza de los poderosos.Los ¨²ltimos cr¨ªmenes de Sadam Husein entroncan directamente con el periodo de b¨¢rbaro tribalismo ¨¢rabe anterior a la difusi¨®n por Mahoma del mensaje cor¨¢nico; un mensaje que predica la necesidad de que la umma o comunidad de los fieles administre justicia a trav¨¦s de magistrados y tribunales que aplican las leyes.
La miseria moral demostrada una vez m¨¢s por Husein no tiene paliativo. Ni la especificidad religiosa, usada abusivamente en otros casos de supuesta aplicaci¨®n de leyes isl¨¢micas dictadas al menos por tribunales. Otra cosa es que, en efecto, las tradiciones precor¨¢nicas hayan subsistido en el mundo ¨¢rabe y que Sadam. Husein, un jefe tribal m¨¢s que un dirigente pol¨ªtico, haya estimado que el mejor modo de asentar su tiran¨ªa sobre el pueblo iraqu¨ª sea efectuar una nueva demostraci¨®n de su doblez y su bestialidad. En ese sentido, el tirano ha conseguido su objetivo inmediato: los iraqu¨ªes saben que Sadam Husein sigue castigando con la muerte inmediata cualquier disidencia o deserci¨®n.
Es imposible saber si Sadam Husein sopes¨® el hecho de que su nuevo crimen, magnificado por el asesinato de familiares directos de los yernos desertores, da?a seriamente la campa?a diplom¨¢tica que sus ministros m¨¢s presentables realizan para mitigar o levantar las sanciones de la ONU que pesan sobre Irak desde su invasi¨®n de Kuwait en 1990. Unas sanciones que provocan terribles sufrimientos cotidianos al pueblo iraqu¨ª, y en particular, a los ni?os, las mujeres, los ancianos y los enfermos. Debi¨® estimar que reafirmar su poder en Bagdad le resultaba mucho m¨¢s urgente que intentar mejorar su imagen internacional, reactivar la desfalleciente econom¨ªa iraqu¨ª y aliviar los padecimientos materiales de cientos de miles de iraqu¨ªes.
Sadam rige los destinos de Irak con l¨®gica propia. Su tiran¨ªa se inscribe en un universo ancestral y violento en el que las leyes y los tribunales han sido reemplazados por la arbitrariedad suprema y el desprecio total a la vida. Que su r¨¦gimen subsista se debe en gran parte a consideraciones estrat¨¦gicas occidentales al final de la guerra del Golfo, cuando estuvo a merced de las fuerzas aliadas. Hoy muchos, entre ellos el m¨¢ximo mandatario de aquellas fuerzas, el entonces presidente norteamericano George Bush, lamentan no haber acabado con este despreciable r¨¦gimen. Se hubieran evitado muchos sufrimientos al pueblo iraqu¨ª y se hubiera evitado esta ¨²ltima verg¨¹enza.
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