Consejos
El tipo, visto de espaldas, no parec¨ªa gran cosa, parado en una carretera secundaria, junto a un auto; seg¨²n le ve¨ªas de cerca, mejoraba un poco, ten¨ªa un hacha en la mano y, a su alrededor, esparcidos por todas partes, se ve¨ªan trozos ensangrentados de la ocupante del coche, una chica rubia a juzgar por los restos. La m¨²sica sub¨ªa entonces en intensidad, la c¨¢mara se acercaba, el tipo volv¨ªa la cabeza, y en el lugar de la cara ten¨ªa una calavera con cuatro pelos ralos. Qu¨¦ gusto, suspir¨¦, y segu¨ª sorbiendo una bebida light, tumbada en el sof¨¢ con la almohadilla el¨¦ctrica bajo las cervicales. Al fin, un poco de terror tranquilizante.
Por si les sirve de algo, les voy a dar mi receta para sobrevivir durante estos d¨ªas de ruido y furia manteniendo las neuronas m¨¢s o menos sanas, lo bastante sanas para que el domingo, cuando vayan ustedes a realizar ese bonito gesto que consiste en meter una papeleta en una urna y decidir el futuro inmediato, lo hagan con normalidad y no sientan que tienen una recortada en la nuca, ni que est¨¢n llegando, arrastr¨¢ndose como un personaje de vi?eta por un desierto plagado d¨¦ cactus, hasta un oasis seco al borde del abismo. Es muy sencillo: al terminar el d¨ªa, v¨¦anse una -o dos, si pueden permit¨ªrselo- pel¨ªcula de psic¨®patas.
Griten ante el estrangulador, estrem¨¦zcanse con el serial killer, horrip¨ªlense gracias al que se lo hace con una momia inca, desciendan a las profundidades del averno con cualquier suced¨¢neo de Annibal Lecter, abr¨¢cense al coj¨ªn ante el asalto de los muertos vivientes, asistan con pavor a la conversi¨®n del hombre en mosca. Pero, en la vida, intenten hacer lo que intento yo: salir de casa, cada ma?ana, canturreando. Y no tengan miedo, ni ahora, ni durante, ni despu¨¦s.
Y no hagan caso de consejos: ni siquiera de los m¨ªos.
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