Ligues al aparato
Una discoteca instala 36 tel¨¦fonos en las mesas para que los clientes se llamen
La mujer se sienta en una mesa, iluminada con una peque?a l¨¢mpara. En la pantalla hay pintado un n¨²mero, el 25. Y un tel¨¦fono que imita a madera antigua. En la pista de la discoteca varias parejas cimbrean la cintura a ritmo de salsa. La mujer est¨¢ sola. Apenas saborea un par de tragos, y el aparato empieza a sonar. "?S¨ª?". Una voz de hombre susurra por el auricular: "Hola, me llamo Obdulio, ?te apetece bailar?".Ella responde desconcertada:
S¨ª. Pero, ?qui¨¦n eres? ?D¨®nde est¨¢s?. Mira a su alrededor y busca a su pretendiente entre el resto de las mesas. Varios hombres est¨¢n enganchados al tel¨¦fono. Dif¨ªcil lo tiene. ?l intenta jugar y poner un poco de misterio: "?Qu¨¦ m¨¢s te da? Yo s¨¦ qui¨¦n eres y me apetece bailar contigo". Ella insiste: "Dame una pista. T¨² llevas ventaja". Obdulio cede: "Est¨¢ bien. Mira enfrente, en la mesa 29".
Este mismo juego, o parecido, se repite desde el mes de septiembre en 36 de las 125 mesas con tel¨¦fono de la discoteca Palace en una esquina, de la plaza de ?pera.
Suena un merengue y la pareja sale a bailar. Entre paso y paso y cara a cara, Obdulio explica, un tanto ruborizado, que es la primera vez que marca un tel¨¦fono con tanto atrevimiento. "Me ha tra¨ªdo un amigo, que viene a menudo a esta discoteca.Yo soy muy t¨ªmido y as¨ª puedo conocer chicas sin pasar tanta verg¨¹enza", cuenta este hombre de Colmenar Viejo.
Los tel¨¦fonos de Palace s¨®lo tienen un fin acortar distancias entre los t¨ªmidos y solitarios de discoteca. Lo cuenta el director de la sala, Jos¨¦ Antonio Jerez,, que, copi¨® el invento de un bar de Alemania: "La gente es muy cortada y he notado que gracias al tel¨¦fono se siente mucho m¨¢s segura de s¨ª misma. No le da tanta verg¨¹enza sacar alguien a bailar o invitarle a una copa. El p¨²blico que viene aqu¨ª es muy noble, no es nada grosero".
Alguien vuelve a marcar de nuevo el n¨²mero 25. Pero esta vez el caballero prefiere mantenerse oculto. "Prefiero no decir qui¨¦n soy. S¨®lo quiero hablar contigo un rato. ?Es la primera vez que vienes? No te he visto antes", cuenta el hombre, que dice llamarse Rafael y ser asiduo de la discoteca. "Me gusta con el tel¨¦fono se mantiene el misterio. Parece que eres otra persona", sigue explicando a trav¨¦s del aparato.
Pasada la medianoche, la discoteca se alborota, La orquesta Santiago desde el escanario entona canciones, mel¨®dicas. Los tel¨¦fonos no paran de sonar. Y en la pista de baile las parejas intentan conocerse mejor. "Los fines de se mana hay pelea por coger m esa, sobre todo de mujeres. Ellas son mucho m¨¢s atrevidas y toman la iniciativa% dice el responsable. En cuanto a los requisito para acceder a la sala, adem¨¢s de pagar la entrada, entre las 500 y las 1.500 pesetas dependiendo de si es d¨ªa laborable o festivo, s¨®lo uno: "Ir bien vestida".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.