Un torero con toda la barba
Rafael de Paula vuelve al toreo con ilusil¨®n y ambici¨®n de triunfo
Irrumpi¨® Rafael de Paula en el hotel de Sevilla donde hab¨ªamos concertado la cita, y era un personaje decimon¨®nico: hecho un figur¨ªn y bien barbado, el paso solemne, la nada, altiva, mostrando al mundo o quiz¨¢ pavoneando su dignidad de torero. ?Torero y barbado? Pues por la faz parec¨ªa tambi¨¦n un espada dieciochesco, salido de las l¨¢minas *argumentadas, emotivas y entra?ables de los ilustradores que reproduc¨ªan los personajes y los lances originarios de la fiesta. -La barba me trae suerte -explica Rafael de Paula-. No es la primera vez que la llevo. Se me ocurri¨® hace anos, contemplando desde mi casa un amanecer en la desembocadura del Guadalquivir.
Est¨¢bamos fuera de temporada, claro, y me dio suerte. Y ahora, que la necesito especialmente, he vuelto a hacer lo mismo. Me afeitar¨¦ cuando vuelva a torear.
-?Quiere decir que contin¨²a en activo? En algunos mentideros comentan que est¨¢ retirado.
-No s¨¦ de d¨®nde habr¨¢ salido semejante falsedad, pues ni siquiera se me ha pasado por la cabeza retirarme. Al contrario, estoy con m¨¢s ilusi¨®n y con m¨¢s ganas de triunfo que nunca.
-Supongo que durante el tiempo que permaneci¨® en prisi¨®n meditar¨ªa largamente sobre su futuro profesional.
Rafael de Paula ingres¨® en la prisi¨®n de Jerez en diciembre de 1994, permaneci¨® all¨ª 35 d¨ªas, estuvo luego algo m¨¢s de un a?o en. r¨¦gimen abierto; ahora se encuentra en libertad condicional, y dentro de cuatro meses obtendr¨¢ la libertad definitiva. Fue una dolorosa experiencia -seg¨²n su propio testimonio- y la verdad es que no quiere hablar de ello.
-Le agradecer¨¦ que dejemos aparte el tema. Aquello pas¨®, y quiero olvidarlo totalmente. Las circunstancias de la vida a veces nos (desbordan, por m¨¢s voluntad que queramos echarle -comenta el torero Yo acabo de pasar -una experiencia que me ha afectado per sonal y profesionalmente, y me ha impedido tener esa lucidez de ideas y esa ilusi¨®n que hacen que un profesional pueda realizarse. Pero eso no quiere decir, como algunos pretenden, que no vaya a remontar, la mala racha. Me encuentro ilusionado y capaz, pienso en torero, me en treno a diario, estoy en forma y dispuesto a torear como si fuera el primer d¨ªa.
D¨®nde, es el problema. Han salido los carteles, de las principales ferias, y no est¨¢ en ellos Rafael de Paula. Ni siquiera la de Sevilla, plaza en la que tiene muchos partidarios. Las gestiones de su apoderado, Antonio V¨¢zq¨²ez, con el empresario del coso sevillano, Diodoro Canorea, no llegaron m siquiera a un somero planteamiento de negociaci¨®n. "Ya hablaremos", - le dijo Canorea. Y hasta hoy.
-Hasta hoy -repite Paula- La actitud de Canorea conmigo es incomprensible. ?Tiene sentido que yo lleve siete a?os sin pisar el ruedo de la Maestranza?
Es cierto que, en cualquier feria, el solo anuncio de Paula suscita gran expectaci¨®n.
-En Sevilla, en Madrid y en otras plazas importantes -ratifica el torero- me consta que es as¨ª. Los aficionados quieren verme. Y noto desde hace varias temporadas que las empresas intentan cerrarme las' puertas. ?Y sabe por qu¨¦? Porque hay muchos intereses creados en el actual mundillo taurino. No obstante, tambi¨¦n estoy dispuesto a romper ese cerco. Yo s¨¦ (pues as¨ª ha ocurrido, los aficionados son testigos) que con 20 pases que ligue a un toro desde mi forma de concebir el toreo le doy radicalmente la vuelta a esta situaci¨®n.
Hay una diferencia, evidentemente. ?xitos o fracasos aparte, Paula es de los poqu¨ªsimos toreros actuales que atesoran la pureza del arte de torear.Ahora el toreo ha cambiado hasta extremos que dos d¨¦cadas atr¨¢s habr¨ªan sido inimaginables.
Paseamos por el parque de Mar¨ªa Luisa al sol, que ya marcea, y la gente se para a mirarle; algunos transe¨²ntes le saludan. Entramos en un colmado, y en las paredes hay enmarcadas fotos de sus mejores lances en tardes inspiradas. Paula es todo un personaje. Le agrada sentirse conocido; s¨¦ le nota en el brillo de la mirada, en la sonrisa con que corresponde a la amabilidad de las gentes. Pero separa con firmeza la popularidad de su condici¨®n de torero ¨ªntegro:
-Soy torero y quiero que se me juzgue como torero. Creo que por mi trayectoria art¨ªstica merezco el cr¨¦dito de la afici¨®n, a la que a¨²n puedo ofrecer mucho, porque si bien es verdad que ya no tengo 20 a?os [tiene 56], poseo la madurez y la sabidur¨ªa que da la edad y me encuentro en condiciones ¨®ptimas para salir a una plaza a triunfar plasmando en plenitud, mi concepci¨®n del, toreo. ?Qu¨¦ me da este ¨¢nimo? El amor propio, el orgullo de ser torero, la ilusi¨®n de sentir j¨®ven el coraz¨®n.
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