F¨²tbol y C¨®d¨ªgo Penal
El f¨²tbol espa?ol ha entrado en una senda peligrosa. No es casualidad que, en tan breve plazo lo que hace a?os eran excesos verbales, hayan alcanzado niveles de alarma social. Jugador pega a presidente, presidente ara?a a jugador, presidente agrede a gerente... Ya no sirven los comit¨¦s de competici¨®n, ahora se habla de juzgados de guardia y comisar¨ªas de polic¨ªa. Los dirigentes ya no discuten por un penalti dudoso, actualmente en los asuntos a debate entra en acci¨®n el bolsillo de cada cual. Y el calibre de los conflictos alcanza otras proporciones.En los despachos hay m¨¢s ofertas multimillonarias por derechos audiovisuales que canales de televisi¨®n. Entra en escena la avaricia. Y el f¨²tbol espa?ol, insolidario por naturaleza, se ha vuelto violento. La Liga se ha roto y la dial¨¦ctica en vigor tiene un tono perverso, grandes contra peque?os, ricos contra pobres. No hay mas perspectiva entre los clubes que recaudar millones.
En esta espiral nada nos puede sorprender. No ser¨ªa extra?o que, ante una pr¨®xima asamblea, el presidente de la Liga ordene instalar un detector de metales a la puerta y disponga una antesala para dar all¨ª acomodo a los guardaespaldas. Es de imaginar que unos entretendr¨¢n la espera comentando asuntos propios de sus b¨ªceps y es posible (por qu¨¦ no) que alguno prefiera guarecerse cerca de la pared para as¨ª tener un mejor ¨¢ngulo de visi¨®n (una escena t¨®pica para introducir al f¨²tbol como nuevo argumento para una pel¨ªcula de serie negra). ?Veremos a los jugadores con espinilleras y a los presidentes con chalecos antibalas? Si ese es el f¨²tbol que nos espera, la disciplina deportiva acaba de dar paso al C¨®digo Penal. Por cierto, un nuevo c¨®digo penal que lleg¨® tarde para reprimir los excesos xen¨®fobos de un presidente que suele desear la muerte (coloquialmente, suponemos) a todo el que no coincida con sus gustos o sus opiniones.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.