Juicio de intenciones
RAFAEL SARAZ? PADILLAEl autor, vocal dimisionario del Consejo General del Poder Judicial, se rebela contra quienes interpretan que los votos contra el tambi¨¦n vocal Pascual Estevill buscaban tapar el caso GAL en el Tribunal Supremo
La -llam¨¦mosla- tramitaci¨®n del caso Luis Pascual Estevill en el Consejo General del Poder Judicial podr¨ªa dar lugar a verdaderas cataratas de comentarios, an¨¦cdotas y, lo que es peor, ya est¨¢ ocasionando multitud de cr¨ªticas para este alto ¨®rgano constitucional. Pero no es nuestro prop¨®sito en estas l¨ªneas, escritas ya con cierta serenidad al socaire de la tormenta, "echar m¨¢s le?a al fuego".En verdad que la situaci¨®n es aut¨¦nticamente esperp¨¦ntica para este vocal, no perteneciente a la carrera judicial, excluido, por tanto, del inevitable corporativismo que produce tal extracci¨®n, y venido de una provincia, C¨®rdoba, bastante reposada y serena por la forma de ser de sus habitantes -nos llaman senequ¨ªstas- y por la ausencia de estructuras tan enrarecidas de poder como las que se dan en la Villa y Corte. Pero -repito- no voy a entrar en liza sobre los antecedentes, concomitancias y consecuencias del tan tra¨ªdo y llevado asunto del vocal se?or Pascual Estevill, que ha colmado el vaso de mi paciencia institucional, oblig¨¢ndome a una renuncia del cargo, a disposici¨®n, ya, del presidente del Consejo, y tan s¨®lo a la espera de la constituci¨®n de las nuevas Cortes, para hacerla efectiva inaplazablemente.
Lo que me ha movido a escribir este art¨ªculo o "aviso a los caminantes" es una cierta insistencia en diversos medios de comunicaci¨®n, que dicen tomarlo del denominado sector conservador del Consejo, sobre el verdadero prop¨®sito de quienes apoyamos la moci¨®n presentada por el presidente, se?or Pascual Sala. Porque all¨ª se dice que quienes hemos intentado la remoci¨®n de don Luis Pascual Estevill s¨®lo pretend¨ªamos la designaci¨®n de magistrados para la Sala Segunda -de lo Penal- del Tribunal Supremo que evitasen, de cualquier forma, llegar en el caso GAL hasta sus ¨²ltimas consecuencias.
Se trata, ya, de un juicio de intenciones, y me niego a ser ¨ªnterpretado tan absurda y maliciosamente. Porque, de principio, yo cre¨ªa que todos los jueces y magistrados y si cabe, a¨²n m¨¢s, los de la Sala Segunda de nuestro m¨¢s alto Tribunal, procediesen de donde procediesen y mantuviesen las posturas ideol¨®gicas propias de cualquier ciudadano, llegado el momento de actuar como miembros de esa sala, lo har¨ªan con total honorabilidad y honestidad.
Claro que puede ser que aqu¨ª se repita ese vicio tan gen¨¦rico de apreciaci¨®n, que he sufrido en mis propias carnes, y que consiste en que un profesional que mantenga tesis progresistas o de izquierdas es un ser politizado y como tal carente de la exigible competencia para intervenir en asuntos m¨¢s o menos delicados. Mientras que los de procedente o extracci¨®n conservadora, incluidos aqu¨ª los que se declaran independientes, especimen que en la vida real no se encuentra de verdad, esos s¨ª son objetivos, ecu¨¢nimes y totalmente alejados de planteamientos pol¨ªticos.
Hora es ya de que admitamos el que cada ciudadano tiene -debe tener- sus planteamientos ideol¨®gicos, pero, luego, a la hora de intervenir en cuestiones que no sean del estricto marco de la pol¨ªtica y a¨²n m¨¢s en el ¨¢mbito del tercer poder del Estado, el poder garantista, debe proceder conforme a su propia conciencia. Se me dir¨¢ que esto es una ingenuidad por mi parte: prefiero seguir siendo ingenuo y hacer las cosas como hasta ahora que caer en la perspectiva contraria y morir de depresi¨®n.
Pero hay algo m¨¢s, y muy importante en este tema concreto, y es que se dice -antes lo enunciaba- que los vocales progresistas, o sea todos los que votamos a favor de la propuesta del presidente del Consejo, lo que deseamos es designar dos de la Sala Segunda del Tribunal Supremo que ha de entend¨¦rselas con el caso GAL a quienes estuvieran dispuestos a que no se llegara hasta el final, en ¨¦ste al menos vidrioso asunto...
Yo siento manifestar que, en mi caso concreto, el argumento se cae por los suelos si se observa que la formaci¨®n pol¨ªtica que me propuso para este puesto, o sea Izquierda Unida-Convocatoria por Andaluc¨ªa-Los Verdes, es la que m¨¢s ardientemente defendi¨®, defiende y defender¨¢ en el futuro -estoy seguro- que se haga todo el camino hasta el final.
Independientemente de ello yo mantengo la misma postura, eso s¨ª, dentro del marco judicial y no con juicios paralelos que me parecen totalmente contrarios a la justicia, y menos a¨²n como comentario de personas que quiz¨¢ debieran mantener una m¨¢s que prudente abstenci¨®n en sus opiniones al respecto. Por tanto, esa imputaci¨®n es tan s¨®lo una simple falacia.
Dejemos pues los juicios de intenciones y respetemos a cada ciudadano, interpretando sus actuaciones por sus propios convencimientos. Al menos ¨¦ste es mi caso. Si por otros lares alguien puede pensar otra osa, que se diga, a¨²n m¨¢s, que se demuestre. Por que si en este pa¨ªs verdadera catarsis de limpiar miradas y -quiz¨¢ antes- limpiar intereses espurios, me temo que nuestra democracia, tan duramente conseguida, va a ir al fracaso m¨¢s estruendoso.
Pienso que este asunto dar¨¢ para mucho m¨¢s, pero yo, por ahora, esto es tan s¨®lo lo que deseaba dejar muy claro.
Rafael Saraz¨¢ Padilla es vocal del Consejo General del Poder Judicial.
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