Torearon la ratita
Arauz / Joselito, Ponce, Cordob¨¦sDos toros -1?y 2?- de Arauz de Robles (tres rechazados en el reconocimiento, uno devuelto por inv¨¢lido), anovillados e inv¨¢lidos. Tres de Hermanos Tornay, Y y Y anovillados impresentables e inv¨¢lidos; 4?, terciado, cumpli¨®. 6? sobrero de Antonio Ord¨®?ez, terciado, noble. Joselito: estocada trasera ca¨ªda y rueda de peones (ovaci¨®n y salida al tercio); aviso antes de matar y estocada ladeada (oreja). Enrique Ponce: estocada, rueda de peones y descabello (silencio); estocada corta; se le perdon¨® un aviso (oreja). El Cordob¨¦s: dos pinchazos y estocada corta baja (silencio); estocada, rueda de peones y descabello (oreja). El peon Juan Rivera se clav¨® una banderilla en la pierna; herida superficial de pron¨®stico reservado. Plaza de Valencia, 17 de marzo. ll? corrida de feria. Lleno.
JOAQU?N VIDAL,
Anunciaron toros y lo que torearon los tres fen¨®menos de la naturaleza fue la ratita. Bueno, siempre se exagera; torear, lo que se dice torear, no es muy seguro, pues uno miraba atento aquello y no encontraba la torer¨ªa por parte alguna. Si se trataba de pegar pases, ¨¦sa ya es distinta cuesti¨®n: los pegaron. Y no uno: dos mil.
Muchas ¨ªnfulas sacaban los fen¨®menos de la naturaleza entre pase y pase y quiz¨¢ no fuera para menos. Torear la ratita tiene su m¨¦rito; torear la ratita tiene su intr¨ªngulis y su busilis. Una ratita no la torea cualquiera. La ratita se come el queso y, puesta, hasta es capaz de devorar un silo entero.
Los chinos (sin ir m¨¢s lejos) tienen un respeto enorme a la ratita. La tienen un respeto reverencial. Precisamente el a?o en curso -que en China empez¨® hace un mes- se lo han dedicado a la ratita, y no por capricho sino porque su experiencia y su sapiencia les ense?an que las ratitas es mejor tenerlas contentas que cabreadas.
Joselito, Ponce, Cordob¨¦s tuvieron las ratitas de cara y no parecieron apreciarlo: las pegaban pases mas sin templanza, armon¨ªa y ligaz¨®n. Eso les ocurre por no ser chinos. De haber nacido en China, se habr¨ªan cruzado) con ellas, las habr¨ªan embarcado con las de parar-templar-mandar y, tras el trincherazo y un poco de coba, las habr¨ªan metido en el saco.
Cortaron orejas rateras Joselito, Ponce, Cordob¨¦s, no por nada sino porque el p¨²blico estaba empe?ado en que las cortaran. Al p¨²blico valenciano toro o rata, toreros o pegapases, arte o desastre, le traen sin cuidado. Al p¨²blico valenciano que le den m¨²sica primero, orejas despu¨¦s, y ya tiene hecha la fiesta.
A¨²n no hab¨ªa pegado ni medio pase un torero y ya estaba la gente pidiendo m¨²sica. La ped¨ªa en tres versiones, seg¨²n gustos e ideolog¨ªas: mediante lagura y calderones -?M¨²sicaaa!-, a ritmo sincopado -?M¨².-si-ca, m¨²-si-ca!- o con estricta sujeci¨®n a los c¨¢nones -?M¨²sica, maestro!_
En las tres primeras ratitas no son¨® la m¨²sica en absoluto y como la banda se gan¨® un broncazo fenomenal por su intolerable absentismo, decidi¨® en las tres siguientes no parar de tocar. De poco se muere asfixiado un m¨²sico, pues las faenas se sab¨ªa cu¨¢ndo empezaban pero no cu¨¢ndo terminaban. En realidad parec¨ªa que no iban a acabar nunca. Cada una de ellas sobrepas¨® los reglamentarios diez minutos, que ya son, y a¨²n segu¨ªan y segu¨ªan...
La cantidad pretend¨ªa disimular la mediocridad. Joselito hab¨ªa muleteado,sin temple ni reposo a su primero; Ponce no, hab¨ªa podido sacar partido a un inv¨¢lido que se quedaba en la suerte; no calaron demasiado los rodillazos y las pataletas de El Cordob¨¦s ante una ratita borreguita reducida a su m¨ªnima expresi¨®n. El remedio a semejantes frustraciones que allegaron para la segunda vuelta consisti¨® en ponerse a pegar pases hasta el infinito.
Los pases de Joselito -medios pases en realidad- compusieron una faena inconexa que se vino abajo y la volvi¨® arriba cobrando una estocada. Igual trayectoria tuvo la de Ponce y la recompuso tir¨¢ndose de rodillas. El Cordob¨¦s, que brind¨® el sobrero a sus compa?eros de terna, seguramente no les dijo "Caballeros, sus voy a dar un ba?o", pero se lo dio: hizo as¨ª, lig¨® una tanda de naturales, otra de derechazos, y ya ten¨ªa hechos una sopa a los colegas nada chinos cuando perpetr¨® el salto de la rana, con gran alborozo de la afici¨®n. A lo mejor el chino era El Cordob¨¦s; un chino camuflado que sabe cu¨¢nto puede dar de s¨ª la ratita.
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