Ma?ana resucita el Sarajevo unificado
La federación croato-musulmana va a ocupar la tierra quemada de Grbavica," el últirno barrio tnansferido en Dayton
Marina, de 31 a?os;. su marido Zoran, de 33 a?os, y su hija Anja, de 10, viven semiescondidos desde el lunes pasado en un destartalado apartamento de Dobrinja 4, un barrio de Sarajevo. No tienen agua corriente ni luz, y las ventanas están cubiertas con plásticos. No hay un solo cristal. En la calle siguen en pie las impresionantes barricadas con coches y autobuses despanzurrados que se levantaron durante el cerco de Dobrinja, uno de los barrios de Sarajevo más castigados durante la guerra. Un cu?ado y un primo de Marina se ocultan en el mismo piso, propiedad de un amigo de HercegNovi. Todos son serbios. Huyeron de Ilidza el día antes de que aquel barrio pasara a ser administrado por la federación croato-musulmana. Ninguno cree que la reunificación de Sarajevo, que debe culminar ma?ana, martes, significará para ellos vivir en una ciudad abierta.
Dobrinja 4 y Dobrinja 1 -junto al aeropuerto- son los dos únicos sectores de la antigua villa olímpica de Sarajevo que han estado controlados por los serbios desde el comienzo de la guerra. Sus habitantes han aumentado durante las últimas semanas con la llegada de numerosos fugitivos de los barrios serbios transferidos a la federación. Unas 12.0 00 personas se hacinan en viviendas maltrechas que dan cobijo, como media, a dos familias cada una.
Casi todos los apartamentos del edificio donde vive Marina están repletos de serbios que se marcharon de Ilidza, muchos de ellos familiares de soldados muertos. Desconfían de la policía de la federación croato-musulmana, pero no quieren estar lejos de sus casas porque no renuncían a regresar a ellas. Ahora viven un tenso compás de es pera hasta el día D de la reunificación de Sarajevo. "Si viene aquí la policía de la federación, me voy a Jahorina [en territorio controlado por los serbobosnios], donde tengo muchos amigos", exclama Marina. Y advierte que puede haber incidentes: "Aquí todo el mundo tiene armas y algunos opondrán resistencia". Es gente dispuesta a jugarse la vida por defender un techo, bajo el que cuesta creer que pueda vivir un ser humano.
Marina lo resume con pocas palabras: "No nos importan las actuales condiciones de vida.
Lo más importante es que la guerra ha terminado. Aquí la, gente tiene pánico, porque la gran mayoría no tiene adónde ir. Yo no siento odio, sólo tengo miedo". Zoran, su marido, era miembro de la policía serbia, razón suficiente para ha berse marchado de Ilidza. Al menos de momento. A pesar de que Marina repite que fue movilizado por la fuerza, que nunca hizo da?o a nadie, y que jamás tuvo nada que ver con la milicia serbia. Mijo y Koviljka, los padres de Zoran, siguen en Ilidza y nunca han pensado en marcharse. Todos sus vecinos, menos dos musulmanes, son serbios. El padre conserva su negocio de aluminio y asegura mantener buenas relaciones con todo el mundo, sin importarle lo más mínimo la nacionalidad. Kovi1jka y su nuera Marina no tienen ninguna duda de que la mayor responsabilidad en el éxodo serbio de los barrios de Sarajevo recae en la propaganda de los medios de comunicación manejados desde Pale, desde los que se sembró el pánico entre la población al dibujar un cuadro de revancha sangrienta cuando llegara "la policía musulmana". "La televisión de Sarajevo ha sido más sutil a la hora de lanzar amenazas. La idea más difundida era todo el mundo puede quedarse en Ilidza, pero todo aquel que haya empu?ado un arma, mejor que se vaya", dice Koviljka. Para muchos serbios que se han ido o siguen en los barrios, el gran culpable "que traicionó a su gente es Mojmilo Krajisnik", presidente del Parlamento serbobosnio y el líder de la República Srpska (RS) que más aparece en público desde que Radovan Karadzic figura en la lista de los presuntos criminales de guerra.
Koviljka cree que su hijo no tiene motivos para vivir como un fugitivo, pero reconoce que todavía hay bandas de incontrolados "que andan por ahí". Varios testigos de los recientes sucesos, ocurridos en Ilidza aseguran que el lunes, un día antes de su retirada, las autoridades serbias dieron carta blanca a bandas procedentes de fuera que llegaron a Ilidza para robar o destrozar todo lo que tuvieron a su alcance. Aseguran que la maquinaria de varias factorías yace ahora esparcidas en los campos de la RS o a orillas del río Drina. "Destruye y llévate lo que puedas", era el lema.
Un día después, cuando los últimos dirigentes y policías serbios se habían marchado y poco antes de la entrada de los primeros agentes federalesss, numerosass personas procedentes de las proximidades de Ilidza (hrasnica, Pazaric, Tarcin) se dedicaron durante unas horas al pillaaje de lo poco que quedaba en pie en el interior de las casas.
La escena tenía todos los visos de una acción organizada: centenares de personas con un destornillador en la mano que escridri?aban puertas y ventanas. Mirjana Borisavaaajevic dudó hasta el último minuto entre quedarse o irse. Milan, su marido, el hijo mayor, de 22 a?os, estudia en Belgrado, y Jelena, de 16, está en Banja Luka con un tío. Los 800 marcos (70.000 pesetas) mensuales que le ofrecieron en la policía internacional para trabajar como intérprete acabaron de decidir a Mirjana. Se quedó en Ilidza llena de miedo. A las once de la ma?ana del martes, cuando la policía federal ya estaba en la calle, Mirjana llamó por teléfono a sus vecinos para preguntar si habían visto algo raro. "Todo está en orden", fue la respuesta. Diez minutos después, una llamada al coche policial en el que trabajaba MirJana informaba de que su apartamento había sido robado. "Cuando llegué no quedaba nada", dice Mirjana con lágrimas, mientras muestra la llave de su casa: "Esto es todo lo que me queda".
"Lo primero que han hecho en Ilidza ha sido cambiar los nombres de todas las calles", se queja Mirjana. Las milicias serbias hicieron lo mismo cuando ocuparon el barrio en 1992, al comienzo de la guerra. "El resultado es que cuando la policía internacional recibe una denuncia de urgencia, la patrulla de turno tarda muchísimo en llegar porque no sabe orientarse".
Los robos y la actuación de "incontrolados" fue mucho menor en Vogosca, otro de los barrios que han pasado a manos de la Federación croato-musulmana en los últimos días. El nuevo alcalde, Mohamed Kozadra, explica que la nueva administración apenas encontró algún documento en la sede del gobierno municipal. El alcalde serbio, Rajko Koprivica, se marchó sin querer hablar con su sucesor. "Hicimos el traspaso de poderes sin un solo representante de la anterior administración civil serbia".
Desde el exterior, Vogosca está menos destruido que Ilidza o Grbavica, donde han ardido y arden numerosos edificios. "Por dentro, los apartamentos están vacíos", subraya el nuevo alcalde. Se llevaron todo. Ha habido muy pocos incendios, porque no había nada que quemar". Según el censo provisional realizado por el nuevo Ayuntamiento, entre los 1.500 habitantes que hay unos 700 serbios se han quedado en Vogosca. Día a día van llegando antiguos vecinos del barrio para reparar las casas.
Los últimos serbios de Grabavica observaban ayer impotentes cómo el fuego destruía el principal mercado del barrio. Una ola de incendios provocados recorrió el distrito, el más cercano al corazón de la capital bosnia, mientras los bomberos y policías serbios ignoraban aparentemente los siniestros. Tan sólo agunos agentes de la policía internacional de la ONU intentaban extinguirlos. Tropas de la Ifor (de aplicación del acuerdo de Dayton) detuvieron ayer a 9 serbobosnios acusados de saqueo y de provocar incendios en el barrio.
Las industrias de todos estos barrios han sido totalmente arrasadas. Las fábricas de automóviles y bicicletas Pretis y Tas, de Vogosca; la de material militar TRZ, de Hadzici, o la fábrica de Energoínvest, dé Ilidza, únicamente podrían servir para levantar un inmenso monumento que impidiera olvidar hasta dónde puede llegar la irracionalidad humana.
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