Votar la URSS
EL VIERNES pasado, la Duma (Parlamento ruso) vot¨® masivamente la anulaci¨®n de otra votaci¨®n, aquella que en 1991 ratificaba la desaparici¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y su descomposici¨®n en la quincena de rep¨²blicas constituyentes; entre ellas, la propia Rusia. La votaci¨®n no puede surtir ning¨²n efecto pr¨¢ctico ni te¨®rico, pero eso es lo de menos, ya que sus promotores, comunistas y nacionalistas, s¨®lo pretend¨ªan arrinconar al presidente Bor¨ªs Yeltsin ante los comicios del 16 de junio, en los que se pone en juego la primera magistratura del pa¨ªs.Con el voto, el l¨ªder comunista Guennady Ziug¨¢nov favorito para la apuesta de junio, obtiene dos beneficios inmediatos. El primero, recordar a un sector del electorado que lamenta la ca¨ªda en picado del peso internacional de Rusia y padece el deterioro de las condiciones de vida en el proceso de establecimiento de una sociedad capitalista y liberal, que su partido propone la reconstrucci¨®n del antiguo espacio sovi¨¦tico, y segundo, forzar a Yeltsin a desautorizar al Parlamento, como ya ha hecho, al afirmar que la votaci¨®n es s¨®lo meras palabras. De esta forma, Yeltsin, que, de forma mucho m¨¢s mitigada, trata de rehacer tambi¨¦n un remedo de URSS, se ve obligado a defraudar al electorado patri¨®tico, puesto que sus compromisos con Occidente le impiden que adopte un lenguaje directamente nacionalista.
El l¨ªder comunista reforzaba ayer el car¨¢cter electoral de la resoluci¨®n parlamentaria al hacer p¨²blico su programa para las presidenciales. Ziug¨¢nov repet¨ªa que entre sus prioridades figuraba el restablecimiento de la antigua URSS, "aunque sin utilizar para ello la violencia", y la consolidaci¨®n de un sistema econ¨®mico que, a falta de mayores precisiones por su parte, habr¨ªa que calificar de fuertemente mixto, puesto que en el mismo, aun salv¨¢ndose la propiedad privada, se subrayaba la necesidad de que el Estado controlara los recursos naturales del pa¨ªs y se prohibiera la compra y venta de la tierra. En ese mismo contexto, no se sabe si de estudiada vaguedad o de desconocimiento frontal, aseguraba que se trabajar¨ªa para acabar con las disputas ¨¦tnicas, pero siempre d¨¢ndose por descontado que jam¨¢s se aceptar¨ªa la secesi¨®n de Chechenia, en cuyo honor se hac¨ªan tan escuetas previsiones.
La victoria de Ziug¨¢nov, que hoy parece francamente veros¨ªmil ante la desuni¨®n de los candidatos reformistas -es decir, liberales- y el descr¨¦dito creciente de Yeltsin, no parece que pudiera conducir al restablecimiento puro y simple de la URSS, pero no deja de ser materia de preocupaci¨®n para los hoy vecinos, antes forzados compatriotas. ?C¨®mo, si no con la violencia, podr¨ªa Mosc¨² recrear hoy la URSS? ?Acaso los Estados b¨¢lticos -Letonia, Estonia y Lituania- pueden ser persuadidos con amor y compa?a a volver all¨ª donde nunca quisieron estar?
Otra cosa es que el pr¨®ximo presidente de Rusia, comunista o centrista, tenga buenas probabilidades de reconstruir pac¨ªficamente y paso a paso un espacio granruso capaz de extenderse a parte de las cinco rep¨²blicas asi¨¢ticas de la antigua URSS. Pero no s¨®lo los b¨¢lticos, m¨¢s armenios, moldavos, azer¨ªes y georgianos, sienten cualquier cosa menos entusiasmo por volver a ser sovi¨¦ticos, sino que la segunda gran naci¨®n eslava del pasado sovi¨¦tico, Ucrania, se opone a, fundirse de nuevo en el abrazo ruso. Y sin Ucrania, con sus m¨¢s de 50 millones de habitantes, no hay. reconstituci¨®n posible de nada que se parezca a la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Por eso preocupa no s¨®lo en el vecindario, sino tambi¨¦n en Occidente, la cabalgada de Ziug¨¢nov hacia la presidencia de Rusia. No tanto por el comunismo como por el nacionalismo.
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