La privatizaci¨®n que no llega
Amato promovi¨® convertir las cajas en sociedades an¨®nimas
Las cajas de ahorro italianas, que tienen el 27,48% de los dep¨®sitos de uno de los cuatro mayores sistemas bancarios nacionales de Europa, han sufrido en los ¨²ltimos seis a?os un importante proceso de reconversi¨®n. La transformaci¨®n en sociedades an¨®nimas de todas las entidades y la posterior simplificaci¨®n del sistema, a trav¨¦s de fusiones y asociaciones, son los principales resultados de dicho proceso. S in embargo, porrazones de mercado y, sobre todo, por la resistencia que ha encontrado en medios pol¨ªticos, el Ministerio del Tesoro y el Banco de Italia han fracasado, hasta ahora, en el objetivo de que las cajas se privaticen.Los or¨ªgenes de la reforma se remontan a los a?os ochenta y radican en las, preocupaciones suscitadas por el. anuncio de la creaci¨®n en, 1992 del mercado ¨²nico banicario europeo. La necesidad de recapitalizar las cajas, escasamente rentables, para que pudieran hacer frente a la competencia y satisfacer los exigentes coeficientes de recursos propios impuestos por las directivas europeas chocaban con unas estructuras jur¨ªdicas que imped¨ªan el acceso al mercado de capitales.
En ese contexto, la llamada Ley Amato de 1990, impulsada en a?os anteriores por Giuliano Amato, ministro socialista del Tesoro y, luego presidente del Gobierno), promovi¨® la transformaci¨®n en sociedades an¨®nimas de las cajas. Primero con car¨¢cter voluntario y luego de modo obligatorio, el proceso se desarroll¨® a trav¨¦s de la segregaci¨®n de las actividades bancarias, por el que las cajas propiamente dichas se convirtieron en sociedades an¨®nimas, quedando sus acciones en manos de fundaciones de derecho privado, regidas por los entes p¨²blicos propietarios.
La Ley Amato excluy¨® la privatizaci¨®n efectiva de las cajas, al imponer fuertes restricciones a su salida a Bolsa y exigir que las cesiones de participaciones mayoritarias por parte de las fundaciones fueran aprobadas por el Gobierno. Debido a la resistencia de los pol¨ªticos, la norma permiti¨® que, al menos con car¨¢cter provisional, los gestores de las fundaciones y los de las cajas pudieran seguir siendo los mismos.
Adem¨¢s de la transformaci¨®n en sociedades an¨®nimas, la reforma produjo una concentraci¨®n incentivada con exenciones fiscales. De las 84 cajas que hab¨ªa en 1990, quedan hoy 73, pero muchas de est¨¢n ligadas por participaciones cruzadas o se encuadran en una docena de holdings controlados, de hecho, por las entidades mayores, como la Caja de Florencia, la de Lombard¨ªa .(Cariplo), el Monte del Paschi y Siena, o el Banco de Roma, que absorbi¨® la caja del mismo nombre.
La reforma Amato no resolvi¨® el problema de la recapitalizaci¨®n. El fracaso est¨¢ relacionado con la escasa rentabilidad de las cajas, que ha generado dos desarrollos: por un lado, las cajas no se han planteado ampliar capital, al no disponer las fundaciones propietarias. Por otro, la escasa rentabilidad de las acciones de las cajas atrae poco a los inversores.
Frente a ese punto muerto, Lamberto Dini, siendo ministro del Tesoro de Silvio Berlusconi, opt¨®, en 1994, por incentivar la privatizaci¨®n de las cajas a trav¨¦s de una serie de ventajas ofrecidas a las fundaciones que reduzcan la participaci¨®n en su entidad hasta menos del 50%. La medida, con vigor hasta 1999, no ha surtido efecto.
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