Los cinco quioscos de la 'rambla' floral gitana de Ciudad Lineal llevan meses cerrados
El proyecto naci¨® en un pleno municipal de 1992 con un prop¨®sito ambicioso: crear una rambla de las flores parecida a la de Barcelona como salida para madres de familia gitanas sin empleo. Pero, tras mucho insistir, el Ayuntamiento de Madrid s¨®lo ofreci¨® cinco puestos en Ciudad Lineal, que abrieron en junio de 1994 y cerraron un a?o despu¨¦s. La asociaci¨®n de mujeres gitanas Rom¨ª Sersen¨ª, promotora de este plan, apoyado por el anterior gobierno regional socialista, cree que los quioscos han fracasado porque las ubicaciones no eran comerciales y tramita su traslado.
Los puestos, dos en la confluencia de las calles de Alcal¨¢ y Misterios, uno en Hermanos Garc¨ªa Noblejas y otros dos en Arturo Soria, comenzaron a cerrar a los seis meses de su apertura. En el oto?o pasado ninguno segu¨ªa abierto.Amara Montoya, presidenta de Rom¨ª Sersen¨ª, tiene claro el porqu¨¦ de este fracaso: "Las mujeres lo intentaron, pero como no sacaban ni para cubrir gastos tuvieron que dejarlo". "Hubo tantos problemas para que el Ayuntamiento cediese ubicaciones que al final se concedieron unos lugares sin posibilidades", a?ade.
"Ten¨ªamos una gran lista de espera, pero ?para qu¨¦ ¨ªbamos a conceder a otra persona un puesto que no es comercial?", apostilla. "Ahora intentamos trasladarlos a otros barrios; ya hemos conseguido que la Junta de Tetu¨¢n acepte uno, y estamos tramit¨¢ndolo con Puente de Vallecas. En la concejal¨ªa de Servicios Sociales hemos encontrado apoyo", concluye."Dejar de correr"
M. J., una madre de familia de 30 a?os con dos hijos, uno de ellos minusv¨¢lido por una par¨¢lisis, y vecina del poblado chabolista del Cerro de la Mica (Latina), fue la titular del quiosco situado en Arturo Soria, frente al hospital del Aire. "El proyecto me gust¨®, era una forma de poder dar de comer a mis hijos dejando de correr delante de los guardias por vender a salto de mata", explica esta mujer con el marido en paro.
"Ped¨ª dinero prestado para comprar las flores y trat¨¦ de dar a conocer mi puesto en el hospital y en la zona, pero como no hay movilidad ni mercados, y el hospital no tienen maternidad, fuimos a pique", a?ade. "Cuando vend¨ªa mil pesetas de flores me iba contenta, y hab¨ªa que pagar aut¨®nomos, y los impuestos municipales, y reponer la mercanc¨ªa, que a menudo se estropeaba", apostilla.
"Durante ocho meses iba todos los d¨ªas; despu¨¦s, viendo que la cosa fallaba, empec¨¦ a faltar. Intent¨¦ trasladar el puesto, fui a varias juntas, pero no lo consegu¨ª y me di de baja cuando se cumpl¨ªa el a?o justo", concluye esta mujer que ha vuelto a la venta ambulante por las calles. "Cuando no me requisan la mercanc¨ªa, saco m¨¢s que en el puesto", dice.
Nieves Alonso, responsable del Ingreso Madrile?o de Integraci¨®n (IMI) en la Comunidad de Madrid, hace una valoraci¨®n positiva de este proyecto que su departamento subvencion¨® con doce millones de pesetas en 1992, aunque reconoce que a nivel laboral los objetivos no se han cumplido- de la forma prevista. "Sirvi¨® para apoyar el despegue de la primera asociaci¨®n de mujeres gitanas, algo importante por el papel que tienen las madres en la educaci¨®n de los hijos y la integraci¨®n de la familia", explica.
"El problema es que el Ayuntamiento, durante mucho tiempo, no ofreci¨® ubicaci¨®n alguna; despu¨¦s se habl¨® de la estaci¨®n del AVE, y ah¨ª fue Renfe quien se ech¨® para atr¨¢s. Al final no hubo ni rambla ni nada, s¨®lo cinco puestos en el ¨²nico distrito que acept¨® acogerlos", apostilla.
En un principio se habl¨® de hasta 60 quioscos, que despu¨¦s pasaron a 16 y por ¨²ltimo se quedaron en 5. Las ubicaciones deseadas eran Cibeles, la Castellana o la cuesta de Moyano, pero el consistorio no apoy¨® esos lugares. La Asociaci¨®n de Floristas nunca vio con buenos ojos este proyecto porque desconfiaba de que las vendedoras pagasen sus impuestos y realizasen un trabajo profesional.
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