?Encadenados?
RAIMON OBIOLSEl autor invita a que surjan Ias "fuerzas y las personas" capaces de romper la que califica de preocupante simplicidad pol¨ªtica espa?ola, que obliga al partido ganador de las elecciones generales, sea cual sea, y a Jordi Pujol a vivir mutuamente encadenados.
Existe una "paradoja Aznar". En la reciente campa?a electoral, muchos comentaristas nacionales e internacionales han coincidido en pintar al candidato del PP como un regalo de los dioses para los socialistas. Lo menos que se puede decir es que, casi un¨¢nimemente, se le regatean las cualidades. Sin embargo, con no menor unanimidad, se le reconoce un m¨¦rito: haber aglutinado en un solo bloque un amplio espacio pol¨ªtico, desde el centro hacia la derecha.Este art¨ªculo sostiene una tesis diametralmente opuesta. Y no para ensalzar las cualidades del se?or Aznar. ?l no se presta, ni siquiera despu¨¦s de su victoria. Recu¨¦rdense sus inefables comentarios postelectorales (por ejemplo, aquel "hemos avanzado con paso corto, firme y seguro", que suscit¨® en m¨ª, lo confieso, un automatismo tonto: descubr¨ª que siempre hab¨ªa visto a Aznar, incoscientemente, como un bersagliere al trote, de negro casco emplumado).
Hay que decir que cualquier descalificaci¨®n prematura es deshonesta, que hay que esperar a ver cu¨¢les son las cualidades del se?or Aznar como gobernante. Y a?adir, a continuaci¨®n, que aquello que se reconoce como m¨¦rito o ¨¦xito del l¨ªder del PP (su labor de unificaci¨®n pol¨ªtica del centro-derecha y la derecha) tiene y va a tener, si no se le pone remedio, unos efectos especialmente desastrosos.
Se ha hablado, despu¨¦s del 3M, de que Espa?a entraba en una situaci¨®n pol¨ªticamente muy compleja. Se ha hablado incluso de "italianizaci¨®n". Nada m¨¢s lejos de la realidad. Estamos en una situac¨ª¨®n muy dif¨ªcil precisamente como consecuencia de su extrema y r¨ªgida simplicidad.
Gracias, principalmente, al m¨¦rito aglutinante del se?or Aznar y de su equipo, el paisaje pol¨ªtico espa?ol es de una sencillez tan extrema, que aqu¨ª no hay combinazioni que valgan. Aqu¨ª se ha instalado una pauta que, si no cambia, va a hacer que elecci¨®n tras elecci¨®n, hasta donde llega la vista, el partido ganador, si no supera el dificil¨ªsimo list¨®n de la rnayor¨ªa absoluta, queda encadenado al se?or Pujol. Y ¨¦ste y su partido quedan encadenados al partido ganador.
El se?or Pujol, al que creo conocer un poco, no es este ¨¢vido mercader que cierta subliteratura pol¨ªtica ha querido pintar. Hombre de convicciones, nacionalista a veces gesticulante pero siempre moderado, es el l¨ªder de una coalici¨®n que desde 1977, de manera constante y sin excepci¨®n, ha dicho al electorado catal¨¢n, en todas las elecciones generales, que su voto ser¨ªa "decisivo en Madrid". Con la misma constancia y sin excepci¨®n alguna, ha perdido todas y cada una de estas elecciones generales, que han sido ganadas por el PSC. En las ¨²ltimas, por cierto, con 10 puntos de distancia, que son muchos. Catalu?a ha dicho siempre, en todas las elecciones generales desde 1977, que quiere un Gobierno socialista en Espa?a.
Sin embargo, la coalici¨®n del se?or Pujol ha ido efectivamente convirti¨¦ndose en parlamentariamente decisiva. Empez¨® a serlo el 1993. Ahora lo es de una manera m¨¢s dram¨¢tica. Y parece que va a seguir si¨¦ndolo en un futuro previsible, si no yerran quienes se?alan que ha terminado en Espa?a la ¨¦poca de las mayor¨ªas absolutas.
La unificaci¨®n pol¨ªtica y electoral del espacio del centro a la derecha (el "¨¦xito" de Aznar); la extinci¨®n del centro (la UCD y despu¨¦s el CDS) y la subsistencia de una IU antisocialista, confieren a la coalici¨®n que preside Pujol un sino obligatorio: establecer las mayor¨ªas de gobierno en Espa?a.
No s¨¦ si nos damos cuenta exactamente de lo que esto significa. En mi opini¨®n, este encadenamiento forzoso no es bueno para Catalu?a, ni para Espa?a, ni para ning¨²n partido. Especialmente l¨²gubre es esta perspectiva para CiU, encadenada a su destino de ¨²nico partido bisagra. No teniendo un pelo de tonto, Pujol sabe que en este r¨ªgido proceso va a perder plumas de ambas alas. Las perdi¨® en su ala derecha en las ¨²ltimas auton¨®micas (10 diputados menos, a causa de su acuerdo con el Gobierno socialista). Las perder¨¢ en su ala izquierda, en igual o superior cuant¨ªa, si establece ahora un pacto con el PP.
Habr¨ªa que italianizar un poco el paisaje pol¨ªtico espa?ol, para superar su peligrosa simplicidad. Hallar el punto de equilibrio entre el barroco italiano y nuestra monacal austeridad escurialense. No deja de ser parad¨®jico que fuera Miquel Roca, el entonces n¨²mero dos de Pujol, quien intentara, con cuantiosos apoyos materiales y ostensible ineficacia, reconstruir un centro que pudiera actuar de charnela. A destiempo y chapucera, la "operaci¨®n reformista" fue un estent¨®reo fracaso. Pero la asignatura sigue pendiente. O esto, o instalarse en el fatalismo, malo para Espa?a y p¨¦simo para Catalu?a, de que, sea cual sea el resultado de las urnas, el ganador de unas elecciones en Espa?a amanecer¨¢ al d¨ªa siguiente encadenado al se?or Pujol. Mal asunto para ¨¦l, sin duda buen fajador pero no lo suficiente para soportar tan pesada carga para el resto de su vida pol¨ªtica. Pero sobre todo mal asunto para todos, condenados as¨ª a navegar sin fin entre los t¨¦mpanos de los "agravios comparativos" y las "tensiones interterritoriales", con su secuela de t¨®picas y peligrosas instrumentalizaciones.
En Espa?a deben surgir las fuerzas y las personas que tengan la lucidez, la generosidad y la ambici¨®n suficientes para superar esta situaci¨®n. Que erijan un monumento conmemorativo a Roca y que se pongan a trabajar. Los socialistas, entre tanto, debemos contribuir a que la situaci¨®n no empeore. La receta es simple: evitar a toda costa repetir mim¨¦ticamente lo que el PP dijo e hizo, con una irresponsabilidad monumental (que hoy paga con un no menos monumental rid¨ªculo) durante los a?os de colaboraci¨®n entre el Gobierno socialista y la coalici¨®n del se?or Pujol.Raimon Obiols es primer secretario del PSC.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.