T¨¦rmino medio para la censura electr¨®nica
BILL GATESEl autor opta por encontrar un camino intermedio que permita a Internet ser una red abierta pero al mismo tiempo quede al abrigo de abusos.
Son muchos los sentimientos que provoca Internet en todo el mundo: excitaci¨®n, esperanza y algo m¨¢s que peque?as ofensas. As¨ª, ha surgido la controversia sobre la facilidad con'que se accede electr¨®nicamente a cierta informaci¨®n censurable.Comentarios groseros, difamaciones y violaciones de la propiedad intelectual est¨¢n a la orden del d¨ªa. Igual de controvertidas son las medidas adoptadas por ciertos gobiernos para limitar el acceso a determinada clase de informaci¨®n en Internet.
Las objeciones se hacen quiz¨¢ m¨¢s patentes en Estados Unidos, donde ¨²ltimamente los usuarios de Internet se han acostumbrado a ver lazos azules adornando muchas de las p¨¢ginas de la red. Estos lazos son un alegato a favor de la libertad de expresi¨®n en el ciberespacio.
El Congreso de EE UU ha restringido este derecho hasta extremos desafortunados, con la reciente aprobaci¨®n de la dr¨¢stica Acta de Reforma de las Telecomunicaciones. Esta ley ha introducido medidas muy positivas, como la apertura de la industria a una mayor competitividad o el fomento de las inversiones en infraestructura de redes modernas.
Pero la prueba m¨¢s notable de que el Congreso se ha pasado de la raya se encuentra en una parte de las disposiciones de la nueva legislaci¨®n, que lleva por t¨ªtulo Acta de Decencia en Comunicaciones, en la que se califica de delito -sancionado con cinco a?os de prisi¨®n y una multa de 250.000 d¨®lares- el hablar o el proporcionar informaci¨®n detallada sobre temas como el control de la natalidad, la prevenci¨®n del sida o c¨®mo abortar legalmente.
La Administraci¨®n de Clinton se ha comprometido a no hacer cumplir estas previsiones legales, recurridas en la actualidad ante el Tribunal Federal de Filadelfia.
Algunas personas piensan que Internet deber¨ªa estar abierta a todo. Para ellos, las redes interactivas son un mundo aparte, en el que las leyes sobre derechos de reproducci¨®n, calumnias, pornograf¨ªa y derecho a la intimidad no deben aplicarse. Se trata de un sue?o ingenuo, que se niega a reconocer que Internet va camino de convertirse en un elemento clave de nuestras vidas, y no en un reducto en el que reine la ilegalidad.
En el extremo contrario se encuentran aquellos que piensan que Internet debe estar estrechamente controlada. ?stos ser¨ªan capaces de acabar con la red con tal de refrenarla.
Debernos encontrar un t¨¦rmino medio que permita que Internet sea a la vez una red abierta y est¨¦ sin embargo al abrigo de abusos. Una p¨¢gina de la red, adscrita a la campa?a de lazos azules, estaba en lo cierto cuando dec¨ªa: "La voz de la raz¨®n sabe que la. libertad de expresi¨®n no es sin ¨¢nimo de acoso sexual, malos tratos a ni?os y cultivo del odio o de la intolerancia. Insistimos en que todo aquello que sea legal en las librer¨ªas, las bibliotecas p¨²blicas o los peri¨®dicos debe ser legal en la red".
Estados Unidos no tiene sin embargo el monopolio de la represi¨®n. Todos los pa¨ªses son sensibles a determinado tipo de informaci¨®n. China intenta restringir todo tipo de, manifestaciones pol¨ªticas, en nombre de la seguridad y de la estabilidad sociales. Exige a los usuarios de Internet y del correo electr¨®nico que est¨¦n registrados. En el Reino Unido, los secretos de Estado y los ataques personales caen fuera de los l¨ªmites. En Francia, que se enorgullece de contar con una larga tradici¨®n en materia de libertad de prensa, Internet se convirti¨® hace poco en centro de atenci¨®n tra:; la reproducci¨®n electr¨®nica a nivel mundial de un libro sobre el historial m¨¦dico del ex presidente franc¨¦s Fran?ois Miterrand, que hab¨ªa sido prohibido. La reproducci¨®n electr¨®nica de Le grand secret a manos de un tercero no fue, sin embargo, prohibida por el tribunal que hab¨ªa fallado antreriormente que la versi¨®n impresa del libro era ilegal al violar el derecho a la intimidad de Mitterrand. Si hubiera sido prohibida, nada hubiera sido m¨¢s sencillo que poner el contenido del libro en un servidor de la red situado fuera de Francia y, por tanto, fuera de su jurisdicci¨®n.
Esto supone un verdadero problema para los gobiernos. Alemania, por ejemplo, quiere mantener la propaganda neonazi fuera del alcance de sus ciudadanos, a pesar de que la informaci¨®n proviene de un servidor establecido en Canad¨¢, lo que es completamente legal. Hace ya mucho tiempo que los gobiernos intentan mantener fuera de sus fronteras toda aquella informaci¨®n que les resulta indeseable.
En Jap¨®n, hasta hace muy poco, se consideraba tab¨² pr¨¢cticamente cualquier fotograf¨ªa o v¨ªdeo en donde se mostrara un desnudo integral. Miles de amas de casa armadas con papel de lija eran contratadas para rayar las fotograf¨ªas objeto de censura de las revistas importadas como Playboy.
Pero las costumbres han cambiado tanto que, en la actualidad, muchos semanarios conocidos japoneses incluyen fotograf¨ªas de desnudos femeninos. El arte de la lija pasar¨¢ presumiblemente a la historia.
En el mundo naciente de las redes interactivas no se puede pedir a las empresas que distribuyen paquetes de informaci¨®n electr¨®nica que filtren el contenido de lo que transportan, como tampoco se le pide a la compa?¨ªa telef¨®nica que se responsabilice de todo aquello que se dice por v¨ªa telef¨®nica.
Entonces, ?c¨®mo pueden las autoridades, incluyendo a los padres de cualquier pa¨ªs, filtrar de forma eficaz el acceso a la informaci¨®n en Internet? La mejor soluci¨®n que se me ocurre es que sean organizaciones autorizadas las que revisen, clasifiquen y eval¨²en el contenido de las p¨¢ginas de la red, de manera que se pueda filtrar por medio del software (o soporte l¨®gico) todo lo que se considere inadecuado.
La idea de proceder a una clasificaci¨®n no es en absoluto nueva. Las pel¨ªculas se clasifican en muchos pa¨ªses, aunque sea atendiendo a criterios diferentes. S¨®lo en Canad¨¢ hay siete sistemas de clasificaci¨®n, y algunas provincias tienen incluso el suyo propio. En Estados Unidos, donde el Congreso ha ordenado que las televisiones vayan dentro de poco provistas de un chip V (antiviolencia) que permita a los padres bloquear los programas no recomendables, las redes comerciales van camino de un sistema de evaluaci¨®n.
Las evaluaciones van a llegar muy pronto a Internet. El nuevo servicio WOW de Compuserve permite que los padres limiten el acceso de sus hijos a los servidores de Internet que hayan superado la prueba. Microsoft es una de las compa?¨ªas que prestan su apoyo al sistema de clasificaci¨®n para los pr¨®ximos programas de red selectivos. Los padres podr¨¢n configurar los programas para recibir informaci¨®n ¨²nicamente desde servidores que hayan sido clasificados como aceptables.
Distintos sistemas de clasificaci¨®n ofrecer¨¢n distintas respuestas a preguntas clave para poder proporcionar as¨ª a los padres y a los gobiernos un abanico de estrategias a elegir. Por ejemplo, una de las preguntas puede ser si se tienen o no que evaluar los anuncios, para que puedan ser bloqueados o no. El b¨¦isbol televisado puede ser bueno para los ni?os, pero quiz¨¢ no lo sean los anuncios de pel¨ªculas violentas que se emiten junto con ¨¦l. El contenido editorial de un servidor de Internet puede ser apto para los ni?os, aunque no lo sea la publicidad difundida.
Ning¨²n modelo de evaluaci¨®n es perfecto, y siempre habr¨¢ informaci¨®n censurable que logre pasar a trav¨¦s de ¨¦l. Pero es un sistema que funcionar¨¢ bien la mayor parte del tiempo y, en mi opini¨®n, es la mejor manera para no chocar frontalmente con los grandes beneficios de Internet.
Deber¨ªamos rechazar medidas demasiado dr¨¢sticas. Si las autoridades no se andan con cuidado, acabar¨¢n con muchas de las cosas buenas que tienen los medios interactivos, al intentar arrancar de ra¨ªz todo lo malo.
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