Incertidumbre y subordinaci¨®n
Los documentos de la negociaci¨®n conocida entre el PP y los nacionalistas podr¨ªan simplificarse mediante un proceso riguroso que eliminara los elementos redundantes, carentes de valor informativo alguno. Se tratar¨ªa en principio de suprimir todos los enunciados cuya redacci¨®n opuesta fuera por completo inaceptable. El¨ªjase, por ejemplo, el cap¨ªtulo econ¨®mico y compru¨¦bese la inutilidad de las proclamaciones favorables a la reduci¨®n de la inflaci¨®n, del d¨¦ficit p¨²blico y del desempleo, habida cuenta de que ninguno de los potenciales signatarios del pacto que se busca en estos d¨ªas aceptar¨ªa propugnar el incremento de cualquiera de las anteriores variables. Otro tanto suceder¨ªa en el cap¨ªtulo auton¨®mico, donde las invocaciones de acendrado respeto constitucional, las manifestaciones de pleno cumplimiento, y preferente impulso al desarrollo de los Estatutos de Autonom¨ªa, as¨ª como la voluntad de acelerar las transferencias pendientes, ser¨ªan tambi¨¦n irrelevantes, puesto que cualquier propuesta en sentido contrario adquirir¨ªa perfiles impracticables para los fines que se persiguen.Adem¨¢s, la exhibici¨®n de redundancias insepultas encierra el peligro de dar a entender lo contrario de lo que expresan. Exam¨ªnese para comprobarlo dos casos de diferente distancia: ?por qu¨¦ Puerto Rico se llama Estado Libre Asociado? o ?porqu¨¦ el presidente Juan Jos¨¦ Lucas olvida reiterar que son castellano-leoneses todos los que viven y trabajan en Castilla Le¨®n? Por tanto, volviendo al documento del pacto que se negocia entre el PP y los nacionalistas catalanes moderados, s¨®lo habr¨ªa que atender como significativas a las cuestiones que restaran despu¨¦s de someter el texto inicial a la anterior prueba del algod¨®n. Pero, si se quisiera obtener una idea m¨¢s exacta de la situaci¨®n habr¨ªa que considerar tambi¨¦n otros acuerdos que siempre carecen de registro escrito y fijarse en las evidencias previas que habr¨¢n de ofrecerse mutuamente los l¨ªderes acerca del control ejercido sobre las fuerzas propias y sobre los entusiastas afines.
Sabemos por las confidencias -con las que a veces nos distinguen quienes han permanecido a?os en las altas responsabilidades del poder- que a esas c¨²spides se llega sin ambici¨®n alguna, s¨®lo impulsados por la m¨¢s exigente vocaci¨®n de servicio y que la entrega requerida es tan grande como para sacrificar su propia libertad por mejor preservar la nuestra, la de los ciudadanos de a pie. Pero esas contrapartidas dolorosas s¨®lo, se ponen de manifiesto despu¨¦s de un inicial estado de gracia, de una luna de miel con el cargo. Cuentan quienes regresan a tierra despu¨¦s de haber estado en ¨®rbita, que entre las primeras experiencias placenteras del acceso al poder figura la capacidad de ofrecer sorpresas y de pulverizar los pron¨®sticos del com¨²n de la plebe e incluso de los m¨¢s engre¨ªdos periodistas.
Las sesiones constitutivas del Congreso y del Senado han ofrecido a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar una primera oportunidad para el disfrute de esas delicias. La sustituci¨®n en la presidencia de la C¨¢mara Alta de la preconizada Esperanza Aguirre por el insospechado Juan Ignacio Barrero, la vicepresidencia del Congreso asignada al cantado ministrable Enrique Fern¨¢ndez Miranda, o la designaci¨®n de Luis Grandes como portavoz del grupo parlamentario han proporcionado otras tantas ocasiones de gozo pol¨ªtico inefable. Adem¨¢s, esos ejercicios, m¨¢s all¨¢ del placer suministrado por la sorpresa, adquieren carga de funcionalidad porque en la medida en que acrecientan la incertidumbre refuerzan la subordinaci¨®n en las propias filas. Ya se sabe que! el confort del l¨ªder es una funci¨®n resultante de las incomodidades de sus huestes y que los jefes suelen tender a reclamar lealtades pero se abstienen de la reciprocidad para profesar las m¨ªnimas y conservar el m¨¢ximo grado de libertad.
As¨ª las cosas, cae por su propio peso el acuerdo con el profesor David Lyon, quien en su interesante libro aparecido dentro de la colecci¨®n Tecnolog¨ªa Econom¨ªa y Sociedad, de Alianza Editorial, dirigida por Manuel Castells, reconoce la deuda de todos nosotros con Foticault por su teor¨ªa de la vigilancia, donde aborda los dos aspectos del poder: la acumulaci¨®n de informaci¨®n y la supervisi¨®n directa de los subordinados. Aqu¨ª, como en la mili, la clave reside en ver sin ser vistos, pero se recomienda no incurrir en maximalismos patol¨®gicos como los del pan¨®ptico avanzado por Bentham al que ahora podr¨ªan a?adirse muchas mejoras por las nuevas posibilidades surgidas de la electr¨®nica.
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