Terror con rostro
SUS VECINOS de la peque?a localidad de Lincoln, en los bosques de Montana, le llamaban el eremita de la colina, puesto que viv¨ªa en la mayor pobreza en una caba?a de 12 metros cuadrados, sin agua y sin electricidad. Tras haber estudiado matem¨¢ticas y ejercido como profesor de esa materia en las universidades de Harvard, Michigan y Berkeley, rechazaba todos los avances de la ciencia y la tecnolog¨ªa, que consideraba culpables de la deshumanizaci¨®n del mundo. Ten¨ªa todo el derecho a pensar y actuar as¨ª, y nadie le hubiera molestado si no hubiera sido porque, seg¨²n afirma el FBI, pretendi¨® imponer sus ideas al mundo desde un cobarde anonimato y el ejercicio del terror. El FBI, que acaba de detenerle, sospecha que Theodore John Kiczyinski, el eremita de la colina, es tambi¨¦n Unabomber, el individuo que, a trav¨¦s del servicio postal a¨¦reo, envi¨¦, desde 1978 un total de 16 paquetes bomba a otros tantos investigadores universitarios, que causaron la muerte de tres personas y provocaron heridas a 23 m¨¢s.El de Unabomber se hab¨ªa convertido en uno de los m¨¢s misteriosos casos criminales de los ¨²ltimos a?os en Estados Unidos. El pasado septiembre, el entonces desconocido terrorista hab¨ªa conseguido que los dos diarios estadounidenses de m¨¢s prestigio, The New York Times y The Washington Post, publicaran, bajo la amenaza de que se producir¨ªan m¨¢s env¨ªos de paquetes bomba si no lo hac¨ªan, un interminable manifiesto en el que ped¨ªa una "rebeli¨®n mundial" contra el "sistema tecnol¨®gico-industrial" que despoja a los seres humanos de su "autonom¨ªa" y su "dignidad".
El caso Unabomber no es el ¨²nico que prueba que Estados Unidos, pa¨ªs de vanguardia en materia de derechos humanos y conquistas cient¨ªficas y tecnol¨®gicas, tambi¨¦n est¨¢ sacudido por la fiebre milenarista. Estos d¨ªas, unos milicianos ultraderechistas que se hacen llamar Freemen -Hombres libres-, est¨¢n atrincherados en un rancho de Montana, en una repetici¨®n del drama de los davidianos, que estremeci¨® al mundo. M¨¢s que angustiarse por la llegada de inmigrantes hispanos, creando as¨ª el clima que provoca palizas contra espaldas mojadas como la reci¨¦n protagonizada por la polic¨ªa de Los ?ngeles, las autoridades y los l¨ªderes de opini¨®n norteamericanos deber¨ªan interrogarse sobre la fuerza en su propia sociedad de esta enfermedad que crea monstruos sin entra?as como el protagonista del caso Unabomber.
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