Se?ales

Esos encapuchados que disparan contra la poblaci¨®n cohetes festivos con cabezas de hierro, o que prenden fuego a los autobuses con la gente dentro, a lo mejor se convierten un d¨ªa en ministros de Justicia o subsecretarios de asuntos religiosos. Hay gente que empieza as¨ª y termina en un despacho firmando sentencias de muerte o leyes contra el aborto. Valent¨ªn Lasarte se paseaba por San Sebasti¨¢n como un subsecretario, a pesar de haberse cargado a siete u ocho personas. Viv¨ªa en una clandestinidad transparente y lo cogieron comprando bicicletas en un h¨ªper.Uno ha visto muchas pel¨ªculas americanas y sab¨ªa que los encapuchados del Ku-Klux-Klan que prend¨ªan fuego a los negros por la noche eran de d¨ªa respetables empresarios, polic¨ªas modelo o generosos jueces. Viv¨ªan desdoblados para guardar las apariencias y a lo mejor ni siquiera sus hijos conoc¨ªan estas perversiones abrasadoras. Los ni?os ve¨ªan la capucha detr¨¢s de la puerta, junto al sombrero con el que su padre iba a la oficina, y sospechaban que la familia llevaba dentro de s¨ª una bestia, pero cre¨ªan que era una bestia metaf¨®rica, puesto que s¨®lo trabajaba cuando ellos dorm¨ªan.

Los de ETA han tomado la capucha de la cultura fascista americana, pero, como no han le¨ªdo a Stevenson, tampoco entienden la cosa de la dualidad, as¨ª que van con ella a todas partes. Algunos, como Valent¨ªn Lasarte, han dado un salto cualitativo para ahorrar tela y s¨®lo la llevan en el alma, como una dulce faja ideol¨®gica. En la utilizaci¨®n masiva y diurna de este gorro se advierte que los que queman autobuses con gente dentro est¨¢n ¨ªntimamente convencidos de que van para subsecretarios; en eso, y en que al ser detenidos gritan su nombre, lo que es un modo de decir: "No sabe usted con qui¨¦n est¨¢ hablando".