El tiempo ha pasado para el Madrid
El Sporting aprovech¨® su oportunidad ante un rival decepcionante,
Este partido se jug¨® en el caf¨¦ de Rick. El viejo Sam toc¨® otra vez El tiempo pasa y el juego se impregn¨® de la melancol¨ªa de la canci¨®n. Todo fue lento y desganado en un encuentro que volvi¨® a poner en evidencia al Madrid, preso de una galbana considerable, eso que se llama astenia primaveral y que deja l¨¢nguidos por igual el alma y el cuerpo. El p¨²blico, que perdi¨® la confianza en el equipo hace bastante tiempo, asisti¨® apesadumbrado a la segunda derrota consecutiva del Madrid en su estadio. No hubo crispaci¨®n, ni mucho dolor, s¨®lo los abucheos de rigor para Luis Enrique, que sirven fundamentalmente como terapia para la hinchada que descarga su frustraci¨®n contra un futbolista y luego se va a casa sin molestar.La lectura del encuentro result¨® sencill¨ªsima. El Madrid es vulnerable ante cualquiera. A partir de ah¨ª, ocurre que el Sporting pasa por Chamart¨ªn y se lleva la victoria sin demasiado sufrimiento. Aprovech¨® el desaliento madridista en el primer tiempo, marc¨® un gol y luego se acoraz¨® en su ¨¢rea. Se dir¨ªa que el mayor enemigo del Sporting fue el Sporting. Cuando tom¨® conciencia del resultado, sufri¨® un ataque de p¨¢nico que complic¨® seriamente sus posibilidades de ganar. Pero el Madrid no est¨¢ para nada. Durante diez minutos acorral¨® a su rival y tuvo algunas oportunidades, frustradas casi siempre por Ablanedo.
En esta ¨¦poca de tristeza, el Madrid ni tan siquiera puede ganarse el derecho a celebrar el partido 400 de Michel, un futbolista grandioso que est¨¢ en la recta final de su carrera. A Michel le silbaron cuando fue retirado por Arsenio. La gente no se detuvo a pensar en el respeto que merece la trayectoria de un gran futbolista, que ha dado tardes gloriosas. Fue un acto de desagradecimiento, que no merece Michel ni el f¨²tbol, pero la hinchada ha perdido la memoria de los buenos tiempos, cuando Michel era una de las m¨¢ximas esperanzas de juego, goles y alegr¨ªa. Ahora no puede, porque los a?os y su lesi¨®n de rodilla han quebrantado su f¨ªsico, pero Michel es uno de los grandes patrimonios en la historia del madridismo. Pero es dif¨ªcil saltarle a la gente con la historia y el respeto en medio de un partido irrespetuoso con la historia del Madrid.
Durante una hora, el Madrid jug¨® al pasito. La pelota viaj¨® mustia de un pie a otro. "Ten, d¨¢mela, ah¨ª te va otra vez". Pero todo con mucho cuidado, no se fueran a romper. Era un equipo desvitalizado, persuadido de su calamidad. En alg¨²n momento, Ra¨²l se decidi¨® a buscar por libre el gol, dispuesto a saltarse como fuera aquella gerontocracia futbol¨ªstica. El resto paseaba la pelota sin sentido ante la desaprobaci¨®n del. p¨²blico, que se tem¨ªa un gol del. Sporting en cualquier contragolpe porque el Madrid no pod¨ªa jugar, ni correr, ni organizarse.
El gol lleg¨® temprano y fue prologado por la mejor ocasi¨®n del. Madrid. Ra¨²l dej¨® el camino libre a Laudrup con un pase espl¨¦ndido. Laudrup tuvo tiempo para pensar diez formas diferentes de batir a Ablanedo, pero no se le ocurri¨® ninguna. En el mano a mano, sac¨® un tiro blandito que confirm¨® sus problemas en esta clase de jugadas. La respuesta del Sporting fue inmediata, un contragolpe por la derecha que encontr¨® a Velasco sin oposici¨®n en la defensa y bati¨® a Ca?izares.
Las posibilidades de modificar el resultado fueron casi inexistentes. Dos remates de Zamorano inquietaron algo a Ablanedo, pero el asunto estaba muy feo para el Madrid. Junto a las cosas de Ra¨²l, el otro protagonista era Soler, que se salt¨® las reglas del partido para hacer un aparatoso despliegue atl¨¦tico. Recorri¨® la banda con una persistencia japonesa, pero finalmente su esfuerzo recordaba la soledad del corredor de fondo. Su admirable ejercicio f¨ªsico apenas produjo f¨²tbol en la banda izquierda. En la derecha, Luis Enrique capitul¨® ante rechazo de los aficionados. Sus d¨ªas como jugador del Madrid llegan al final.
El Sporting se dej¨® llevar por el tibio curso del partido. Lo hizo con mucho gusto. No tuvo la peIota ni la dej¨® de tener. No atac¨®, ni defendi¨®. No jug¨® bien, ni mal. Durante la primera parte, observ¨® la progresiva erosi¨®n del Madrid y ech¨® cuentas. Con el tiempo, su emoci¨®n por el resultado pudo traerle muchos problemas. El Sporting se retras¨® y comenz¨® a defenderse en su ¨¢rea. Lo hizo mal, como casi todos los que deciden atrincherarse por las buenas. Entonces sali¨® Michel y entr¨® Rinc¨®n. Y un poco despu¨¦s se fue Fernando Sanz, que hab¨ªa generado una buena jugada en un pase que dej¨® correr Laudrup para Ra¨²l, que resolvi¨® mal en el tiro.
La sustituci¨®n de Sanz por Quique modific¨® el viejo esquema de Arsenio por aquel 4-4-2 de la ¨¦poca Valdano. Pero el partido ya ten¨ªa muy mala cara para el Madrid, a pesar de su insistencia y de algunos intentos de Laudrup, el mejor del partido. Y probablemente ¨¦sa fue la sensaci¨®n final del partido: un equipo que se deshace y se despide de una ¨¦poca. Lo sa6en los jugadores y el p¨²blico, que est¨¢ deseando ver otras caras, otro equipo y otro juego, no ¨¦se que se vio ayer en el caf¨¦ de Rick, con Sam al piano: el tiempo ha pasado para el Madrid.
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