El Reino Unido y Suecia se enfrentan al resto de la UE por el nuevo Sistema Monetario Europeo
El Reino Unido y Suecia se oponen al dise?o de un nuevo Sistema Monetario Europeo como mecanismo regulador de las relaciones cambiarias entre los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea (UE) que accedan a la uni¨®n monetaria en el primer pelot¨®n (los in) y los que queden relegados para un momento posterior (los out). Creen que para conseguir la estabilidad monetaria basta respetar un objetivo determinado de inflaci¨®n. El nuevo sistema monetario es el objetivo central de la reuni¨®n informal que los ministros de Econom¨ªa de los Quince tratar¨¢n ma?ana y pasado en Verona.
Los 15 ministros de Econom¨ªa pretenden poner la primera piedra del mecanismo que debe relacionar a los in y a los out. Pero el desacuerdo inicial es completo.El presidente del Instituto Monetario Europeo (IME), Alexandre Lamfalussy, manifest¨® el pasado d¨ªa 2 que contaba "con el apoyo de todos los gobernadores" de los bancos centrales para la propuesta que realizar¨¢ ma?ana y el s¨¢bado. Su idea es que el SME-bis sea un calco del SME, pero referido al euro, con bandas de oscilaci¨®n anchas -hoy son del 15% por arriba y por abajo-, pues considera que pese a su laxitud, ha funcionado bien desde la crisis de agosto de 1992. Casi nadie quiere correr el riesgo de poner al IME, que se transformar¨¢ en Banco Central Europeo (BCE) al nacer el euro, ante el disparadero de un exceso de intervenci¨®n en los mercados provocado por bandas demasiado estrechas.
Sin embargo, los representantes de los ministros del Reino Unido y de Suecia -tambi¨¦n de Finlandia, aunque menos- se opusieron el martes, en el ¨²ltimo Comit¨¦ Monetario, a la idea mayoritaria de crear un nuevo SME obligatorio para todos los pa¨ªses de la Uni¨®n. El Reino Unido cuenta con una cl¨¢usula de exclusi¨®n -opt out- reconocida en Maastricht y Suecia considera que tambi¨¦n le beneficia a ella, contra el criterio de sus socios. Su alternativa, un mero techo com¨²n de inflaci¨®n, es considerada "insuficiente" por los dem¨¢s, como ayer recalc¨® el comisario de Asuntos Monetarios, Yves-Thibault de Silguy. "A veces los mercados rechazan resultados macroecon¨®micos suficientemente exitosos", ilustr¨®.
Los padres del SME-bis son Francia y Alemania. Los ministros Theo Waigel y Jean Arthuis acordaron a final de marzo en Laval un esquema de cuatro patas. Primera: la relaci¨®n entre el euro y las monedas de la UE que no accedan a ¨¦l debe orquestarse mediante un esquema de cambios flexibles similar al del actual SME. Segunda: este esquema ser¨¢ "solidario", esto es, el BCE deber¨¢ intervenir en los mercados financieros en favor de las monedas ligadas al euro pero no integradas en ¨¦l, aunque s¨®lo cuando sufran "ataques injustificados" de los especuladores. Tercera: esas intervenciones no podr¨¢n ser "ni ilimitadas, ni autom¨¢ticas". Y cuarta: el esquema se asentar¨¢ sobre el "pacto de estabilidad", que incluye sanciones autom¨¢ticas a los pa¨ªses incumplidores de rigor presupuestario.
Estos grandes ejes responden a una triple urgencia: que la zona euro se vea rodeada de un ¨¢rea de estabilidad cambia-ria; que los excluidos del euro no atenten contra la coherencia del mercado interior mediante devaluaciones competitivas; que la pol¨ªtica de convergencia se profundice.
Casi todos los dem¨¢s est¨¢n de acuerdo en el planteamiento. Con matices. Holanda y Austria propugnan que el SME-bis obligue a todos a mantener unas bandas m¨¢s estrechas con el euro que las actuales del SME. Espa?a -pa¨ªs que podr¨ªa quedar inicialmente excluido- no encuentra inconvenientes en un SME-bis, aunque eso le supusiera pechar con las mismas obligaciones que los in, sin las ventajas que comporta estar dentro del euro. "No ser¨ªa muy diferente a lo actual. Las intervenciones son hoy te¨®ricamente ilimitadas, pero en la pr¨¢ctica cuando el Bundesbank las considera excesivas se procede a un realineamiento", dice el Ministerio de Econom¨ªa.
Maastricht y el d¨¦ficit cero
Otro asunto estrella del Ecofin de Verona ser¨¢ el "pacto de estabilidad" propuesto por el ministro alem¨¢n de Finanzas, Theo Waigel. En s¨ªntesis, ese pacto, lanzado el pasado oto?o, pretende que la pol¨ªtica de convergencia de los d¨¦ficit p¨²blicos hacia el 3% se convierta desde la instauraci¨®n del euro en m¨¢s rigurosa, cambi¨¢ndose el objetivo del d¨¦ficit moderado en las finanzas p¨²blicas por el del equilibrio presupuestario, es decir, un d¨¦ficit cero. Para asegurarse de que todos los pa¨ªses se tomar¨¢n en serio ese prop¨®sito, la propuesta se acompa?a de una panoplia de sanciones de imposici¨®n autom¨¢tica. La principal es la retenci¨®n de un dep¨®sito equivalente al 0,25% del PIB por cada punto de d¨¦ficit que exceda el techo m¨¢ximo del 3%, que al cabo de dos a?os se convertir¨ªa en multa por el mismo importe.El problema de este pacto es que, en parte, topa con el Tratado de Maastricht. Los expertos del Comit¨¦ Monetario consideran que "sin tocar el texto del Tratado" se puede convertir el objetivo de moderaci¨®n presupuestaria en objetivo de equilibrio presupuestario. Bastar¨ªa para ello con modificar por unanimidad el Protocolo anejo sobre los d¨¦ficit excesivos, porque el Tratado s¨®lo menciona el objetivo de rigor presupuestario, y se remite al Protocolo para fijar el umbral o tope concreto deseado. Igual que ¨¦ste es ahora del 3%, puede sustituirse por el 0%. Tambi¨¦n el procedimiento sobre d¨¦ficit excesivos,' que permite imponer sanciones econ¨®micas -sobre todo a los pa¨ªses beneficiarios de la cohesi¨®n: Espa?a, Irlanda, Portugal y Grecia-, aunque tras un proceso largo y contradictorio, podr¨ªa adecuarse al nuevo objetivo, mediante un reglamento comunitario.
Pero donde no hay manera de sortear el Tratado de Maastricht es en el automatismo de las sanciones, automatismo que sus redactores no incorporaron al texto. Y sin embargo, ¨¦ste es el elemento clave de la propuesta de Waigel: es el que tiene efectos disuasorios contra las tentaciones de laxismo presupuestario. Y en ¨¦l conf¨ªa Bonn para tranquilizar a la opini¨®n p¨²blica alemana en el sentido de que el sustituto del marco no ver¨¢ mellada su credibilidad en el mercado por la contaminaci¨®n de pa¨ªses con finanzas p¨²blicas desordenadas.
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