Escaso riesgo de guerra
No existen razones de peso para pensar en el peligro de un conflicto inminente en la pen¨ªnsula coreana. Uno de los argumentos m¨¢s utilizados para alertar de ese riesgo ha sido el de la crisis pol¨ªtica y econ¨®mica en Corea del Norte. Kim Jong II, aparentemente cuestionado por algunos mandos del Ej¨¦rcito, todav¨ªa no ha podido asumir la jefatura del Estado y el liderazago del partido. Al mismo tiempo, distintos informes han coincidido en que la escasez de comida y de petr¨®leo ha alcanzado niveles dram¨¢ticos en el pa¨ªs.Estos son, sin embargo, elementos que tambi¨¦n sirven para descartar la posibilidad de una guerra. "Es impensable que un pa¨ªs sin gasolina ni liderazgo pol¨ªtico se meta en un conflicto que no puede ganar", opina un diplom¨¢tico occidental.
Corea del Norte no s¨®lo carece de combustible y de presidente, sino tambi¨¦n de aliados. China, que combati¨® junto a los norcoreanos en la guerra de secesi¨®n, se ha distanciado del r¨¦gimen estalinista de Pyongyang, y es dudoso que lo respaldase en una aventura militar.
En realidad, los ¨²nicos, aparte de la prensa internacional, que hicieron sonar los timbres de alarma en la pen¨ªnsula de Corea fueron los equipos propagand¨ªsticos de los Gobiernos del Norte y del Sur. En Pyongyang, con el claro objetivo de entrar en la agenda de preocupaciones de EE UU. En Se¨²l, con el fin de aumentar la popularidad del presidente Kim Young Sam, quien, efectivamente, obtuvo en las legislativas del pasado jueves mejor resultado que el que su discutida gesti¨®n hac¨ªa pensar.
Estados Unidos nunca cay¨® en esa trampa propagand¨ªstica ni su reacci¨®n pas¨® de llamar a Corea del Norte a respetar los t¨¦rminos del armisticio. Ayer mismo, el secretario de Defensa norteamericano, William Perry, asegur¨® en Tokio que el prop¨®sito del movimiento de tropas norcoreanas no era provocar una guerra sino forzar la negociaci¨®n con Washington de un tratado bilateral.
La situaci¨®n ser¨¢ de nuevo discutida hoy por Bill Clinton y el presidente Kim durante la escala que el presidente norteamericano har¨¢ en la isla surcoreana de Cheju. Clinton ratificar¨¢, sin duda, la decisi¨®n de EE UU de permanecer en Corea del Sur para proteger a este pa¨ªs frente a cualquier intento agresivo del Norte.
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