Una ¨¦tica de la felicidad humana
En oposici¨®n a una ¨¦tica coactiva, suma de deberes impuestos, tiran¨ªa sobre la voluntad libre, Aranguren sostiene que la verdadera ¨¦tica es totalidad sim¨¦trica de la existencia, pues el conjunto de actos que realizamos es lo m¨¢s grave y decisivo para el destino individual. Descubre los valores fundamentales de la ¨¦tica en la esfera de lo cotidiano, y nos propone vivir ampliamente, sintiendo la belleza omnicomprensiva, el encadenamiento progresivo de la existencia. La ¨¦tica no es s¨®lo ardor vital, tambi¨¦n raz¨®n l¨²cida de las conductas: "El hombre antes de ejecutar un acto cualquiera tiene que considerar sus posibilidades", afirma.La finalidad ¨¦tica es el bien propio, y lograrlo presupone la felicidad, b¨²squeda dif¨ªcil, azarosa nos advierte, porque el hombre est¨¢ siempre insatisfecho y la adquisici¨®n de eso que desea le suscita nuevos apetitos. De aqu¨ª surge el sue?o de un bien infinito, de que todos y cada uno pueden disfrutar. Su concepto de la felicidad es una utop¨ªa, un todav¨ªa no es, siempre una aspiraci¨®n y nunca una realidad concreta, pero alimentamos la esperanza porque "hay posibilidades m¨²ltiples y totalmente diversas de ser feliz", dice. El trabajo, cumplimento de la tarea que nos realiza, el amor, materializaci¨®n de un sue?o, son algunas de sus formas, y hasta los que no hacen nada, pero se entretienen mirando gozosos cuanto les rodea, porque el trabajo agobia y deprime.
La concepci¨®n optimista de Hegel, "toda exteriorizaci¨®n es una realizaci¨®n", Marx sostiene que es falsa, pues el trabajo aliena y deshumaniza. Aranguren analiza el concepto de alienaci¨®n y descubre que es autoenajenaci¨®n, sufrimiento voluntario que causa el trabajo o cualquier acci¨®n humana. En realidad -dice- con el sistema capitalista nadie escapa a la alienaci¨®n. La originalidad de nuestro fil¨®sofo es desvelar que en la diversi¨®n, supuesta escapatoria de la alienaci¨®n, se da un proceso paralelo enajenante: salida de s¨ª mismo y ca¨ªda en el aturdimiento o aburrido hast¨ªo que hunde en el pozo de la angustia.
En su planteamiento de encontrar la felicidad en la diversi¨®n y el trabajo, se?ala muy acertadamente las diferencias que separan el humanismo cl¨¢sico ocioso-contemplativo, pero inerte, y el humanismo disciplinado moderno, activo que hace el trabajo una norma ¨¦tica y ha convertido la ciencia en t¨¦cnica dominadora del mundo. Las insuficiencias de uno y otro le llevan a sugerir, como soluci¨®n, que el ocio sea cultura, examen de conciencia del hombre sobre sus actos, convirti¨¦ndose as¨ª en ¨¦tica existencial, y el trabajo en conocimiento humano para no seguir produciendo sin fin ni sentido. Propone un nuevo camino: realizar una verdadera democracia cuya plena efectividad elimine los poderes f¨¢cticos que la coartan, siendo necesaria la "participaci¨®n de todos en un poder, que por lo mismo habr¨ªa de dejar de escribirse con may¨²scula, es el ideal de la democracia", pero a?ade: "No existe en el mundo un modelo satisfactorio de democracia social aut¨¦ntica".
La felicidad individual no es posible mientras estemos rodeados de miseria e infelicidad. "?Qu¨¦ hacer?", se pregunta Aranguren. Limitarla al placer de vivir, el goce del amor, la amistad, el di¨¢logo, la hermosa y viva comunicaci¨®n humana, hay que seguir luchando para liberarnos de las necesidades materiales que la coartan. Entonces los hombres, ya due?os y se?ores de s¨ª mismos, podr¨¢n desarrollar plenamente la "producci¨®n espiritual" que anticipa Marx. Este es el gran mensaje de esperanza que nos deja el humanismo de toda su obra.
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