La pr¨®stata
Francois Miterrand, Telly Savalas, el ayatol¨¢ Jomeini, el rockero Frank Zappa tuvieron una cosa en com¨²n: los cuatro murieron por c¨¢ncer de pr¨®stata. Jerry Lewis, Roger Moore, el general Schwarzkopf y Robert Dole, actual candidato a la presidencia de Estados Unidos, comparten una misma experiencia vital: los cuatro han superado un c¨¢ncer de pr¨®stata.Parecido fen¨®meno al que surgi¨® hace dos d¨¦cadas con el c¨¢ncer de mama est¨¢ produci¨¦ndose ahora con el c¨¢ncer de pr¨®stata, el tercer c¨¢ncer con mayor incidencia de mortalidad en los hombres tras los pulmonares y los g¨¢stricos. De estos dos ¨²ltimos se ha hecho a menudo un fuerte responsable al tabaco y el tumor de pr¨®stata suma entre sus desencadenantes la costumbre de fumar pero tambi¨¦n, de manera notoria, las dietas. Los japoneses o los chinos apenas padecen este mal mientras los norteamericanos o los europeos soportan las cifras m¨¢s altas. De cada 100.000 hombres suizos 45 mueren cada a?o v¨ªctimas de esta dolencia, mientras en Hong Kong la enfermedad s¨®lo asalta a tres de esa agrupaci¨®n. En Espa?a mueren 16 hombres de cada 100.000, la mitad aproximada de los que perecen en el Reino Unido (34), en Francia (33), en Alemania (29), o en Estados Unidos (28). A m¨¢s ingesti¨®n de grasas y menos ingesti¨®n de vegetales y pescado, m¨¢s riesgo de contraer la enfermedad. Si en Jap¨®n ha crecido su incidencia es, en opini¨®n de los expertos, a causa de la occidentalizaci¨®n de sus men¨²s.
Con todo, la edad es lo m¨¢s determinante y el factor que mejor explica la ascensi¨®n del n¨²mero de casos, la extensi¨®n de las campanas preventivas, la publicidad farmacol¨®gica que acude a las revistas en los pa¨ªses desarrollados, la frecuencia de noticias en las publicaciones y suplementos de medicina durante los tres ¨²ltimos a?os, el ¨¦nfasis de la alarma en la portada de Time esta semana.
Cuando los hombres mor¨ªan m¨¢s j¨®venes la pr¨®stata resist¨ªa pr¨¢cticamente inc¨®lume pero ahora, en la medida en que la esperanza de vida asciende, se dilatan las complicaciones. Entre el total de los enfermos espa?oles con esta patolog¨ªa un 9% tienen entre 40 y 60 a?os, pero los sexagenarios representan el 18% del total y los octogenarios el 80%. He aqu¨ª una informaci¨®n en un sentido consoladora, si se quiere. Pero no se quiere. Sea por los modos de vida, por la alimentaci¨®n o tambi¨¦n porque los horribles ya no son lo que eran, el problema ha crecido notablemente aun ponderando el factor edad. Hasta hace poco, la preocupaci¨®n por, otra formas de c¨¢ncer, particularmente el de mama, ha encubierto dolencias masculinas que se han tenido en secreto, en parte por ignorancia y, en parte, por pudor. Mientras las mujeres han aprendido a necesidad de revisiones y mamograf¨ªas, han sido inducidas a la autoexploraci¨®n y han avanzado en conversaciones francas, los hombres han seguido, como en otros aspectos, encastillando su intimidad. El c¨¢ncer de pr¨®stata es una de las patolog¨ªas de sintomatolog¨ªa ambigua que necesitan para su cura una detecci¨®n precoz y, por tanto, visitas m¨¦dicas peri¨®dicas. Las mujeres han aprendido a conseguir tiempo para los chequeos que protejan sus pechos, pero el hombre todav¨ªa parece negar lo que acosa a la peculiaridad de su sexo, tal como si aceptar esa amenaza afincada genitalmente fuera un desdoro. El que alguien tan viril como un James Bond a trav¨¦s de Roger Moore (68 a?os) haya tenido c¨¢ncer de pr¨®stata o que un Oso del Desierto como Norman Schwarzkopf (61) haya pasado por el mismo trance puede contribuir publicitariamente a no implicar las se?as del honor seminal. Ni tampoco la capacidad general. Nunca antes un candidato que hubiera padecido c¨¢ncer podr¨ªa aspirar a la presidencia de Estados Unidos, pero ahora s¨ª. Robert Dole no ser¨¢, probablemente, presidente en las pr¨®ximas elecciones pero no por su salud, sino por su programa; no por el conocimiento de su pasado tumor, sino por la conocida tabarra de su humor pesado.
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