Historia de dos fracasos
Las dos grandes coaliciones -el Polo y el Olivo- llegan frustradas a las elecciones de ma?ana
?sta es la historia de una doble campa?a fracasada. Ni el centroderecha de Silvio Berlusconi ni el centro-izquierda de Romano Prodi han logrado hacer la campa?a que quer¨ªan. Ambos llegan relativamente frustrados a los comicios de ma?ana, aunque las ojeras, que no disimula un dedo de plastilina televisiva, del l¨ªder del Polo, en contraste con la ser¨¢fica bonhom¨ªa del jefe del Olivo, son el comentario de todos. Berlusconi se mira al espejo y teme reconocer a Dorian Gray.La campa?a del Polo ha fracasado porque quiso hacer de ella un refer¨¦ndum sobre el presidencialismo; la reforma de la Constituci¨®n para transformar el actual r¨¦gimen parlamentario de manera que el jefe del Estado fuera elegido por voto popular, Ese hombre, que ser¨ªa Berlusconi, tendr¨ªa todos los poderes para cambiar Italia. Al cabo de sus siete meses de Gobierno, el industrial televisivo ha querido vender la idea de que "no le dejaron gobernar", que los partidos, sobre todo el federalista Bossi, que le abandon¨® dej¨¢ndole sin mayor¨ªa en las C¨¢maras, torpedearon su esfuerzo reformista. Como si se creyera De Gaulle.
Y los conservadores no consiguieron su prop¨®sito porque el l¨ªder izquierdista del Olivo, Massimo d'Alema, les coopt¨® la idea, admitiendo de salida que lo mejor ser¨ªa ir a un r¨¦gimen semipresidencialista, lo que Dios sabe qu¨¦ quiere decir. Esa es la mejor forma a la italiana de frustrar los designios del pr¨®jimo: darle la mitad de la raz¨®n y dejar que el tiempo remate la obra demoledora del olvido.
Pero el Olivo tampoco ha logrado colocar su planteamiento de que son "los mejores, los hombres nuevos, la renovaci¨®n en todos los polos". Para ello ten¨ªan buenas bazas. El l¨ªder que cre¨® el PDS, Achille Occhetto, pero no pudo con Berlusconi en las elecciones de 1994, daba paso a un brillante y sereno D'Alema, m¨¢s convincente como socialdem¨®crata que el Mois¨¦s que hab¨ªa hecho la traves¨ªa del desierto; ficharon, a ese fin, al cat¨®lico Prodi, veterano de la DC, pero no gastado pol¨ªticamente como profesor y funcionario que fue durante la ominosa I Rep¨²blica. Y se les hab¨ªa sumado Lamberto Dini, ex director general del Banco de Italia, un gran t¨¦cnico, en funciones de centro. Pod¨ªan decir incluso que en el reparto de democristianos en el que han participado todos los partidos supervivientes y nuevos de f¨¢brica tras la hecatombe del r¨¦gimen anterior ellos se hab¨ªan agenciado los n¨²meros uno, mientras que al Polo le quedaban las sobras: Pierferdinando Casini y Rocco Buttiglione, que si no hubiera sido decapitada la DC hist¨®rica hoy estar¨ªan todav¨ªa llevando la cartera a Giulio Andreotti.
Mas, con la ampliaci¨®n del Olivo, el centro constitu¨ªa una contradicci¨®n en s¨ª misma con estos objetivos. En cuanto hubo que dar entrada en la coalici¨®n a Maccanico (laico) con Bianco (democristiano), sus segundos y terceros con los que llenar las listas eran ya la vieja dama de la DC en persona. Y para coronar la obra, Ciriaco de Mita, el principal de los antiguos l¨ªderes que no ha sido atrapado por los tribunales, ha logrado presentarse, bien que. formalmente como independiente, todos saben que lo hace con el apoyo del Olivo, aunque D'Alema y Prodi se tuvieran que tapar la nariz.
El diminuto tercero en discordia, el federalista del Norte Umberto Bossi, ha elaborado por su parte un discurso que merece figurar en las antolog¨ªas del teatro del absurdo; su campa?a est¨¢ bien resumida con esta frase; no exenta de prote¨ªnas: "El hombre no es un bist¨¦", con lo que alude en met¨¢fora de altos vuelos al actual fracaso del comunismo y futuro del neoliberalismo.
La doble campa?a frustrada se basa en una asimetr¨ªa. La nueva derecha italiana no tiene pedigr¨ª. La derecha francesa de Chirac procede de un antifascismo, el del general De Gaulle, y la brit¨¢nica de Major nos llega de un Churchill de impecables credenciales democr¨¢ticas excepto en lo imperial, mientras que Gianfranco Fini procede del brazo en alto del fascismo, y Berlusconi, de los estudios de la televisi¨®n. Y eso deja a la derecha democr¨¢tica, la que no ha tenido que aggiornarse, camuflada con el nombre de centro en las filas del Olivo. Dini, Maccanico, Bianco y Segni, que no se presenta, pero lo es.
En esos t¨¦rminos es dif¨ªcil pensar en una futura alternativa entre un partido liberal-conservador basado en Berlusconi-Fini y otro socialdem¨®crata Prodi-D'Alema. Y ello hace planear una grave sombra sobre el d¨ªa de ma?ana en el caso de que se produjera un virtual empate. Entonces, se especula con que comenzar¨ªan los tirones de la derecha en versi¨®n del Polo sobre la derecha en versi¨®n del Olivo para recomponer el sistema.
Esa oposici¨®n de fondo entre las dos coaliciones, la conservadora, que considera comunismo mal maquillado todo lo que tiene en frente, y la socialdem¨®crata, que etiqueta de pre y posfascistas (Berlusconi y Fini, respectivamente) a sus adversarios, impide creer que nos hallemos hoy ante el pr¨®ximo natalicio de la II Rep¨²blica italiana.
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