El G-7, en Mosc¨²
MOSC? ES escenario desde ayer de un acontecimiento sin precedentes, que demuestra tanto lo que ha cambiado el mundo en los ¨²ltimos a?os como lo graves que son los peligros de la nueva situaci¨®n. La capital rusa es anfitriona de la cumbre del G-7, de los siete Estados m¨¢s industrializados del mundo, que durante tantos, a?os fueron demonizados por el Kremlin como la encarnaci¨®n del capitalismo m¨¢s implacable y rapaz.La celebraci¨®n de la cumbre del G-7 en Mosc¨² no es s¨®lo -aunque tambi¨¦n- una forma de ayudar a la candidatura de Yeltsin para las elecciones presidenciales del pr¨®ximo 16 de junio. Habr¨¢ de ocuparse tambi¨¦n de los tr¨¢gicos acontecimientos habidos estos d¨ªas en Oriente Pr¨®ximo y se espera que impulse con energ¨ªa un alto el fuego ante el peligro de que descarrile todo el proceso de paz en la regi¨®n. Pero la reuni¨®n de Mosc¨² es ante todo reflejo de la grave preocupaci¨®n de la comunidad internacional por los riesgos que se derivan de la descomposici¨®n de los mecanismos de seguridad nuclear en lo que fue la URSS. Los pa¨ªses con mayores recursos econ¨®micos buscan f¨®rmulas para hacer frente a una situaci¨®n que socava la no proliferaci¨®n con ventas de equipos nucleares rusos -por ejemplo, a Ir¨¢n-. Y multiplica en general los peligros de tr¨¢fico de material radiactivo y equipo susceptibles de utilizarse con fines b¨¦licos.
La descomposici¨®n de gran parte del aparato militar ex sovi¨¦tico por falta de fondos para pagar lealtades del personal y el mantenimiento de los equipos ha disparado los riesgos de diversi¨®n, contrabando y venta ilegal de material radiactivo. Es significativa en este sentido la presencia, en la cumbre del presidente Kuchma, de Ucrania, Estado que tambi¨¦n mantiene a¨²n grandes remanentes del potencial nuclear sovi¨¦tico.
Sobre la base del Acta de Reducci¨®n de la Amenaza Nuclear Sovi¨¦tica de 1991, m¨¢s conocida como el Acta Nunn-Lugar, en referencia a los senadores que fueron sus principales art¨ªfices en el Congreso norteamericano, Washington ya ha invertido considerables sumas en paliar los efectos de la indigencia del mantenimiento nuclear ruso. Pero, pese a dicho programa, las ¨²ltimas, estimaciones sugieren que hay unas 1.400 toneladas de uranio y plutonio mal almacenado y escasamente vigilado.
La cumbre tambi¨¦n servir¨¢ para intentar limar algunos de los puntos de m¨¢xima fricci¨®n surgidos en los ¨²ltimos tiempos entre Rusia y los pa¨ªses occidentales. As¨ª, Yeltsin no podr¨¢ evitar que se le recuerden ciertos c¨®digos de conducta que se esperan de la nueva Rusia y que est¨¢n siendo sistem¨¢ticamente violados en la guerra de Chechenia. El comportamiento de las tropas rusas en esta rep¨²blica secesionista supera con creces, los peores temores. Occidente recibe pruebas constantes de una pol¨ªtica de tierra quemada que no se recordaba desde la guerra de Afganist¨¢n.
Yeltsin podr¨¢ disfrutar del apoyo impl¨ªcito del G-7, dado el temor de Occidente a una victoria electoral en junio del candidato comunista, Guennadi Ziug¨¢nov. Pero habr¨¢ tambi¨¦n de mostrar su cara m¨¢s acorde con los valores occidentales despu¨¦s de una precampa?a en la que se ha dedicado a arrebatar mensajes electorales a comunistas y ultranacionalistas. Y deber¨¢ explicar fehacientemente por qu¨¦ mientras pide desesperadamente fondos a la comunidad internacional mantiene ciertos programas armamentistas, claramente ofensivos, de los que han sabido los servicios de informaci¨®n occidentales en los ¨²ltimos tiempos. Porque, aunque todos los miembros, del G-7 coinciden en que Yeltsin es el mal menor ante las elecciones de junio, han pasado los tiempos del apoyo incondicional. Se le ofrece, por tanto, apoyo, pero se le exigen tambi¨¦n garant¨ªas. Hay razones para ello. Ya dec¨ªa Lenin que "la confianza es buena; el control, mejor."
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