El escritor Umberto Eco vincula la libertad a la supervivencia del libro
El rey Juan Carlos inaugura el 25? Congreso de la Uni¨®n Internacional de Editores
La lecci¨®n de la libertad s¨®lo podemos prenderla en los libros. ?ste fue el sentido e las ¨²ltimas palabras pronunciadas por Umberto Eco en la inauguraci¨®n, ayer en Barcelona, del 25? Congreso de la Uni¨®n Internacional de Editores. El discurso del pensador italiano analiz¨® las posibilidades de supervivencia del libro frente a la avalancha tecnol¨®gica y las inundaciones conceptuales del hipertexto. Sin lamentos apocal¨ªpticos ni concesiones al panglosianismo tecnol¨®gico, Eco enhebr¨® un discurso agudo, bienhumorado y emocionante, que fue celebrado en vanas ocasiones por el p¨²blico y que recibi¨® al final largos y veraces aplausos. Entre ellos, el del Rey de Espa?a, que instantes despu¨¦s declarar¨ªa oficialmente abierto el congreso.
Eco no ocult¨® que la lecci¨®n de la libertad es tambi¨¦n dolorosa, porque s¨®lo se puede ser libre desde la conciencia del l¨ªmite, desde la asunci¨®n por parte del hombre de su destino inexorable. Aludiendo a Guerra y paz, el novel¨®n de Tolstoi, dijo: "Claro que querr¨ªamos que el maravilloso pr¨ªncipe Andr¨¦i viviera siempre. Pero eso no es posible. No podemos cambiar el destino, ni la severa ley de la necesidad. Para ser libres hemos de aprender esta lecci¨®n sobre la vida y sobre la muerte. Y esta lecci¨®n s¨®lo se puede aprender en los libros". Sus palabras trataban de desmentir, con refinamiento, las ilusiones liberadoras del hipertexto, ese texto f¨ªsicamente m¨®vil, sobre cuyo soporte el lector cree poder construir infinidad de textos particulares.. "En realidad s¨®lo se construyen las operaciones, pocas, que previamente han dise?ado los programadores". En este sentido, Eco subray¨® que es preciso no confundir entre textos y sistemas: los hipertextos act¨²an con sistemas (el alfabeto no es m¨¢s que un enorme hipertexto, capaz de producir billones de textos), pero no actuan con textos: "Un hipertexto virtual nada tiene que ver con nuestra capacidad para interpretar textos". Frente a la ilusi¨®n, pues, del hipertexto se alza el modelo del texto, del libro, al fin, sea Descartes o una novela polic¨ªaca, que componen siempre un universo cerrado, capaz de generar muchas interpretaciones "pero no todas las interpretaciones", como con evidente energ¨ªa Eco subray¨®.Eco no s¨®lo defendi¨® conceptualmente la obra limitada, emparent¨¢ndola con la libertad, sino tambi¨¦n sus virtudes f¨ªsicas, formales. Un libro sirve para un naufragio, -"para el d¨ªa despu¨¦s, del naufragio": un naufragio, en el mar y en el tiempo, centra el argumento de La isla del d¨ªa de antes, su ¨²ltima obra-, pero tambi¨¦n para que Mois¨¦s pudiera cruzar sin problemas el mar Rojo: "Como se?al¨® Regis Debray, la cultura hebraica est¨¢ muy vinculada a la existencia del Libro, al contrario que la cultura egipcia, cuyos' mandatos est¨¢n grabados en una piedra muy pesada y poco manejable". Para destacar sus virtudes como instrumento de especulaci¨®n y reflexi¨®n, Eco no dud¨® en acudir a una evidencia: "Cuando hay que saber c¨®mo se utiliza un ordenador hay que leer el libro de instrucciones". Y a¨²n a?adi¨®: "Y por supuesto el libro es imbatible en la hamaca".
Ahora bien: ?si yo tengo noticias vagas sobre la posibilidad de que Emmanuel Kant y Napole¨®n se entrevistaran y quiero verificarlas...? Eco no tiene dudas: el CD-ROM es el camino. Ahorra tiempo, esfuerzo y espacio: "Un hipertexto puede conectar cualquier punto con cualquier otro punto". La posibilidad de las referencias cruzadas acabar¨¢ con las enciclopedias tradicionales: ¨¦se fue su diagn¨®stico. El l¨ªbro de consulta -no el de lectura- tiene un futuro opaco.
Para llegar a todo esto, a esta defensa de la convivencia entre el libro- y la alta tecnolog¨ªa, entre el zapping y la lectura de Homero, Umberto Eco hab¨ªa empezado hablando de la imagen y de su menor capacidad para construir una visi¨®n cr¨ªtica de la realidad. La imagen de alguien que sale muy indignado, en la televisi¨®n vociferando sobre cualquier problema social o pol¨ªtico: "?Hay que acabar con todo esto!", tiene mayor contundencia que la de alguien que vocifera en un texto "?hay que acabar con todo esto!". Pero, seg¨²n Eco tiene una peligrosa contundencia: "Las im¨¢genes tienen algo plat¨®nico: transforman a los individuos en ideas generales". Es decir, tienen la capacidad de generar un consenso social en tomo a un punto de vista particular. En la civilizaci¨®n moderna, razon¨®, hay dos. tipos de individuos similares, a los que hab¨ªa en el medievo. "Unos son capaces de leer los manuscritos; otros s¨®lo son educados por las im¨¢genes representadas en la catedral". Eco opina que entre catedrales y televisi¨®n hay muchos puntos de contacto: "Pero los directores de la televisi¨®n medieval le¨ªan muchos libros y trabajaban por el beneficio p¨²blico". Su latigazo, sin embargo, se qued¨® ah¨ª. Al fin y al cabo, Eco ten¨ªa una ma?ana feliz. En Italia hab¨ªa ganado el Olivo. Es decir, tal vez la gente hab¨ªa vencido a la televisi¨®n: "Esta ma?ana, estoy muy optista", dijo apenas, salivando malicia.
Veh¨ªculo de cultura
El rey Juan Carlos, en su discurso de: inauguraci¨®n, se mostr¨® enormemente complacido con el lema escogido por el Congreso de Editores: Editar es crear y progresar en libertad. Y lo cit¨® en su discurso, sucinto, para subrayar ante los editores: "Cada libro que edit¨¢is es un veh¨ªculo de cultura". Don Juan Carlos estuvo versallesco con Barcelona, a la que defini¨® como "uno de las grandes capitales del mundo editorial", se?alando que su tradici¨®n arranca desde la Confraria dels Llibreters (Cofrad¨ªa de Libreros, 1553). Las ¨²ltimas palabras del Rey sirvieron para resaltar la celebraci¨®n, ya universalizada, del D¨ªa del Libro, que "contribuir¨¢ a la difusi¨®n de una, conciencia com¨²n y universal acerca de la trascendencia del libro como bien cultural".Previamente, hab¨ªa hablado el presidente de los editores catalanes, Pere Vicens. Destac¨® la tradici¨®n de acogida barcelonesa, en los habituales t¨¦rminos cervantinos del archivo de cortes¨ªa -aunque confundi¨® su origen: no se hallan en ninguna de sus Novelas ejemplares como dijo Vicens ante los m¨¢s de 800 congresistas, sino en el cap¨ªtulo 72 del Quijote- y confirm¨® que el congreso aceptar¨¢. la creaci¨®n de una Fundaci¨®n Mundial del D¨ªa del Libro.
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